El viaje a casa había sido tranquilo pero no tan malo. Elijah logró hacerla sonreír unas pocas veces, pero podía notar que ella estaba estresada e inquieta. Ella también seguía tocándose el cuello y aunque le preguntó si el dolor empeoraba, ella simplemente negó con la cabeza. Sin embargo, él le dio algunos besos en el cuello cuando tuvo la oportunidad y aunque ella no lo admitió, apreció sus esfuerzos. Ahora estaban frente a la mansión, ambos se miraban el uno al otro. —Ten cuidado, no pueden saber de nosotros —susurró ella. Elijah frunció el ceño. —Scarlett, hablo en serio contigo. —No estamos haciendo esto ahora. Por favor, no necesito más negatividad aquí de la que ya tengo —dijo ella. Elijah suspiró. —Está bien —dijo. Ella ajustó su chal, asegurándose de que su cuello est