Punto de vista de Ember:
Diana, con su cabello oscuro perfectamente estilizado, me lanzó una mirada despreciativa.
—¿Qué es esto, Lucas? ¿Por qué decidiste traer a este huérfano sin valor a la escuela hoy?
—No es nada, ahora ella viviría con nosotros, supuestamente en honor a su difunto padre —dijo Lucas indiferente.
—Así que no solo eres una huérfana sin valor, sino también una mendiga que se aferra a nuestros novios para recibir ayuda —Diana se burló.
Vera y Fiona, mirando a Diana, intercambiaron sonrisas irónicas, disfrutando de cualquier oportunidad para humillarme. Las risas de Vera y Fiona resonaron por el pasillo, con malicia en sus ojos.
Me mordí el labio, no tenía sentido tratar de defenderme porque solo empeoraría las cosas. Las trillizas no tenían intención de detener a las chicas, más bien parecía que disfrutaban viéndome ser acosada.
La campana que anunciaba el inicio de la clase volvió a ser mi salvación una vez más.
Diana se acercó, su voz baja y venenosa.
—Disfruta tu tiempo como su proyecto de caridad, Ember. Pero recuerda, no durará para siempre.
Vera y Fiona se burlaron, intercambiando una mirada que revelaba sus planes más allá del simple tormento verbal. Todas se alejaron permitiéndome respirar aliviada.
Otro día más de mi vida sin suerte...
—¡Oye! —escuché el sonido de Zelina, mi mejor y única amiga, llamándome emocionada. Rápidamente me sequé las lágrimas mientras corría hacia mí para que no supiera que estaba a punto de llorar.
—¡Oh, Dios! Hoy es el día, estoy tan emocionada —dijo emocionada.
—¿Día para qué? —pregunté, sin tener idea de lo que estaba hablando.
Zelina levantó una de sus cejas molesta.
—Mira a tu alrededor —dijo con voz inexpresiva.
Fue entonces cuando finalmente me di cuenta de las decoraciones y pancartas a mi alrededor. ¡Ah, el baile de apareamiento! Lo había olvidado por completo.
—Oh —murmuré avergonzada.
Cada año, la academia Fang celebraba un baile donde los hombres lobo mayores de dieciocho años conocían a sus parejas. Este iba a ser mi primer baile de apareamiento desde que cumplí los dieciocho años.
—¿Vas a venir al baile de apareamiento, verdad? —preguntó—. No puedo esperar para conocer a mi pareja —se emocionó riendo.
Zelina había pasado toda la semana pasada hablando de sus fantasías de conocer a su pareja y todas las cosas lindas que estaba emocionada de hacer.
—Bueno, diviértete en el baile, yo no voy —dije, girando para dirigirme a mi clase. Con una velocidad que no creía que su pequeño cuerpo tuviera, Zelina corrió hacia mí y me detuvo, casi haciéndonos caer.
—Oh no, definitivamente vienes conmigo —Por cómo sonaba, sabía que no había discusión con ella.
No es que no me gustara la idea de conocer a mi pareja, simplemente tenía miedo de lo que sabía que sucedería después.
El rechazo...
Quiero decir, no había forma de que alguien en la Academia de Colmillos me aceptara como su pareja. Solo sería una mancha en su reputación, de la misma manera que manché el nombre de la escuela.
—No te preocupes, Ember. Conocerás a tu pareja y apuesto a que la diosa lunar se asegurará de que estés emparejada con alguien encantador —me consoló Zelina al ver la expresión triste en mi rostro.
—Sí... —sonreí, visiblemente animada.
—¡Así se hace! —Ella rio.
—Vamos a clase antes de que suene la campana de advertencia —dijo.
Seguí a Zelina a clase, agradecida por sus amables palabras.
El día se arrastró, cada minuto que pasaba acercaba el baile de apareamiento. La emoción de Zelina contrastaba fuertemente con mi creciente miedo. La idea del rechazo era demasiado difícil de alejar.
Cuando sonó la campana final, señalando el fin de las clases, Zelina prácticamente me arrastró fuera de la academia, dirigiéndonos a su casa que estaba cerca. Estaba contenta de no tener que prepararme bajo el mismo techo con las trillizas.
Zelina comenzó a buscar entre montones de vestidos, lanzando uno tras otro sobre su cama. —Necesitas encontrar el vestido perfecto para el baile —declaró emocionada.
Poco después estábamos completamente vestidas y con mi maquillaje listo. Me sentía como una persona completamente diferente, me sentía hermosa...
Cuando llegó la noche, la luna mostró su hermosa aparición. Era una luna llena esta noche.
Zelina y yo nos dirigimos hacia la academia donde se celebraba el baile de apareamiento. Respiré hondo antes de entrar en el gran salón.
Los sonidos de risas y música llenaron el aire mientras ingresamos al gran salón. Las parejas giraban en la pista de baile, su felicidad evidente. Zelina agarró mi mano y me arrastró hacia la animada multitud.
Rápidamente noté que ninguno de las trillizos estaba presente, ya tenían diecinueve años y aún no habían encontrado a su pareja. Supongo que no estaban interesados en aparecer en el baile de apareamiento después de la decepción del año pasado. Sin embargo, sus novias estaban presentes y se marchitaban en un rincón.
Me vieron mirándolas y me miraron con odio. Me aparté de ellas e intenté disfrutar la noche sin que me estropearan el ánimo.
Al terminar el baile, todavía no había encontrado a mi pareja. Zelina ya había encontrado a la suya y estaba en otro lugar con él. Ahora estaba completamente sola, sin pareja. Por supuesto, la diosa de la luna no creía que yo también mereciera una pareja. Mirar a las parejas bailar se volvió demasiado doloroso, así que salí corriendo hacia la oscura noche.
Justo en ese momento, un delicioso aroma me golpeó como una tonelada de ladrillos. Mi lobo saltó de alegría, ansioso por descubrir de dónde venía ese olor. Seguí el aroma con entusiasmo, como un niño tras su golosina. Mientras caminaba más lejos por el patio de la Academia, el aroma parecía volverse más intenso y penetrante. Estaba cerca...
—¡Compañera!
Escuché tres voces profundas gruñir fuertemente, haciéndome congelar en mi lugar.
Las voces eran demasiado familiares...
Me di la vuelta lentamente y mi boca se abrió cuando miré de nuevo los rostros sorprendentemente guapos de Lucas, Tristen y Caleb.
¡¿Los trillizos Alfa son mis compañeros?!