•Era Paleozoica, Castillo de Okeon.
—Se lo que hiciste, padre. –Exclamaría aquel hombre a su padre, mirando fijamente mientras lo analizaba constantemente.
Sheos, el primer hijo de Okeon y dios poseedor del conocimiento absoluto solo podia mirar a su nervioso padre ante aquellas palabras, soltando un resoplido de decepcion.—Mhores se enterara de lo que ocurrio y de la peor manera.
Pero no todo es tan malo, tu lujuria está por traer un fruto que llevas tiempo deseando pero con Mhores nunca lograste tenerlo. —diria aquello tratando de consolar un poco a su padre, mas el por su lado, solo apretaba sus labios entre si.—era consciente que eso algun dia ocurriría, pero no puedo evitar estar decepcionado.
Mhores ha sido una buena esposa y tu le haz traicionado de la peor forma posible.
Le causaras el mismo dolor que te causo Khreatia a ti... y te advierto desde ahora que te prepares, pues viviras lamentando de aquella decision.
—Ya pasaron meses de eso... pero sigo sintiendome tan mal como el primer dia y tu solo haces que aquellos sentimientos crezcan. –sus ojos se dirigirían hacia su hijo, el cual miraba atentamente hacia la ventana buscando saber la posicion del sol.
—medio dia... deberia irme, pero la verdad, es ahora cuando se pondra interesante. –diria aquello totalmente tranquilo, acomodandose en aquel asiento tras escuchar como tocaban la puerta del lugar.
Seria inevitable reirse al ver como Okeon se erizaba y se levantaba de golpe, sus sentidos le decían que aquella persona en la puerta era un hombre.
Pero la advertencia de su hijo lo tenia mal, tan mal que apenas podía dar pasos concisos hacia la puerta y abrirla.
No ocultando su sorpresa al ver al dios del sol, aquel que desde lo mas alto podia ver casi todo lo que ocurría abajo.
Y con casi todo, era mas que claro que la excepcion eran los mares, lugar donde apenas y llegaba la luz del sol a las ciudades y muy aparte siempre estaba ausente aquel dios.
Primera vez que se le veia por aquellos lados.
—Sunn, es una grata sorpresa verte por aqui. –saludaría a aquel dios, sonriéndole un poco, pues a pesar de todo resultaban ser buenos amigos.
—No sera muy grata cuando diga el por que vine...
Pero... desde hace días he visto una cesta en tu templo la cual todo el mundo evita y nadie desea tocar.
Lo vi extraño asi que hoy me acerque... Okeon, en esa cesta hay una niña... una bebe.
No me atrevi a tocarla tampoco ya que no entendía que estaba pasando, pero te recomiendo ir a ver lo antes posible-... ¿Okeon? —aquel hombre se sorprendería al ver como su amigo desaparecía sin siquiera dejarlo terminar de hablar.
Pero decidiría mejor simplemente no meterse mas, ya que despues de todo se enteraría tarde o temprano de lo que ocurría. No tardando mucho en darse la vuelta e irse.
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•Templo de Okeon
Oh vamos, un lugar nuevo.
Y ciertamente maravilloso, pues todas las ninfas hacian un muy buen trabajo en aquel lugar para mantener aquel templo en pie, con tal de darle su gratitud a aquel dios de los oceanos que daba su mayor esfuerzo dia y noche de mantener este mismo lleno de vida junto a sus hijos.
Y hablando de hijos...
Okeon apenas habia llegado a aquel lugar observo aquella canasta con atencion, no tardando mucho en acercarse a la misma y revisarla.
Si, definitivamente aquello dentro de la cesta era una niña.
No tenia mucho tiempo de nacida, un mes quizas.
Pero a pesar del terror de la situacion una gran ternura invadío al hombre, el cual no tardo en tomar a aquella niña en sus manos y solto algunas lagrimas de viva emocion.
Ver a aquella pequeña y delicada criatura en sus brazos le resultaba tierno, pues era mucho mas pequeña comparada a el.
Una preciosa niña.
Que por cierto, era tan parecida a el que ni siquiera necesitaba una prueba de paternidad.
Pero... era preciosa, balbuceaba suavemente y se chupaba sus manitas con desesperacion, notandose el como llevaba dias ahi muriendo de hambre.
Eso le dejo claro que la niña era una diosa, pues de ser una ninfa, ya estaría muerta.
Asi que se levanto y busco en las ofrendas algo de leche, la cual dio de beber a la niña la cual tomaba esta misma desesperadamente.
Despues de alimentar a aquella bebé, la baño y la atendío con toda ternura y la cubrio con finas sabanas.
Finalmente entendio aquel fruto del cual hablaba su hijo y a pesar del terror estaba feliz, pues el siempre habia deseado una hija.
Aunque claro, su felicidad no duraría mucho, ya que dispuesto a rebuscar en la cesta vio una nota firmada por Khreatia, la cual leyo con atencion.
¨Felicidades Okeon, eres padre.
Debo decir que al principio me iba a quedar con la niña, pero...
Al parecer, nacio defectuosa.
Las brujas mencionaron que ella seria un mujer hermosa, tan hermosa que dificilmente seria superada y su palabra seria poder.
Mas tambien mencionaron que nacería arrebatada del don del habla, lo cual es ironico.
Pero debido a ello perdi todo mi interes en ella, sera inservible.
Te deseo suerte con esto.¨
Finalmente tras terminar de leer aquella carta volvería a mirar a la niña, la cual dormia tranquilamente entre sus brazos.
Si ella no la queria, el si.
Y no le importaba hacer lo que sea por esa niña.
—Te llamare... Khrateia... ya veras que este nombre te hara justicia en un futuro. –diria entre risas mientras le daba un beso a aquella niña, aunque al final caería en cuenta de que tendría que explicarle esta situacion su esposa.
Pero el no huiría de sus errores, no mas.
Si el en verdad deseaba lo mejor para aquella niña, sabia que debía enfrentar aquella situacion.
Y cuando vio la puesta del sol sabia que ya era hora de que su esposa este en casa, asi que sin mucho rodeos, fue hacia su hogar nuevamente.
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•Castillo de Okeon
Y tal como lo había previsto, ahi estaba su esposa.
Sentada junto a su hijo hablando con normalidad, mostrando una hermosa sonrisa y un porte inquebrantable.
Se quedaría unos segundos mirándolos en silencio hasta que dio unos pasos hacia el frente haciéndose notar, y sintió la oscura mirada de su esposa fijarse en el, analizandolo de arriba a abajo y aquella cosita que tenia en brazos.
—¿que es... eso? –preguntaría totalmente incredula aquella mujer a pesar de ya saber que era una niña, pero de alguna forma aquella mujer se esperaba lo peor de aquella situacion.-Muestramela...—Y como si su palabra fuera ley, despues de aquello Okeon se acercaría a la mujer y le extendería a la niña.
Confiaba en ella... sabia que no le haria daño y que estaría segura en los brazos de la contraria, asi que no se alarmo cuando ella la tomo en brazos y la miro.
Aunque la expresion de Sheos no era nada tranquilizadora.
—¿la engendraste tu solo?
Es hermosa...-los ojos de la mujer se enternecerían mientras miraba a la niña, al parecer no solo el noto aquel encanto en ella.
Pero la pregunta era terrorifica, y sabia que lo que venia a continuacion seria peor.
—No Mhores... no la engendre yo solo...-el cambio en la expresion en la contraria le daria un escalofrio, y con un pequeño suspiro decidió tirar de una vez la verdad.—Es mi hija junto a Khreatia...
Yo... ocurrio algo hace meses... simplemente paso. –despues de aquello apretaría sus labios entre si tratando de descifrar a la contraria, pero no lo logro.
Y pasaron segundos donde la tension aumentaba, hasta que ella hablo.
—O sea... simplemente se acostaron.
Simplemente paso que me traicionaste... y tuviste una hija con esa estupida mujer. –a medida que ella hablaba lagrimas saldrian de sus ojos repletos de dolor.
Una de sus manos incluso se llegaría a posar en pecho, tal como si ahi experimentara un dolor inimaginable, la respiracion de aquella mujer se volvio incontrolable y no habia manera de consuelo.— ¡estuviste meses viendome la cara de estupida! ¡arruinaste una relacion de años y una familia por una estupida mujer que te cambio a ti cuando pudo! ¡eres un maldito imbecil! —se merecía aquellas palabras, claro esta. Asi que ahi estaba, escuchando a su esposa con atencion aunque lleno de terror, pues veia como ella apretaba con brusquedad a aquella niña en brazos. Y con algo de atrevimiento, lo primero que le dijo seria pedirle a la niña.
—Mhores, dame a la niña.
Le haras daño.
—¡¿y te importa mas esta estupida niña que nuestra familia?! –gritaría aquella pregunta aun completamente dolida la mujer, y al final paso lo que temia el hombre.
Pues vio como aquella mujer con rabia tiraba a la niña al suelo.
No sabia si fue la adrenalina pero vio todo en camara lenta, pero a la vez fue incapaz de siquiera moverse, estaba estatico ante lo que ocurrió.
Mas aquella bebe seria salvada por su hermano mayor, el cual se habia quedado en aquel lugar por que sabia que ocurriría aquello y la atajaria entre sus brazos, y sin pensarlo mucho se iria de aquella sala, dispuesto a dejar a la pareja sola.
Pareja que por un lado, cierto hombre seguia sin reaccionar, ni siquiera reacciono cuando su esposa le dio una cachetada tan fuerte que le volteo la cara o a los insultos de esta misma.
No podia creer lo que ella siquiera se habia atrevido a hacer, pero no se sentia en derecho de reclamar.
Y como un completo imbecil solo se arrodillo ante aquella mujer, esa fue su primera reaccion.
Arrodillarse y verla directamente a los ojos, soltando un suspiro pesado mientras sentia como su poca dignidad se iba.
—Mhores... ruego tu perdon, por favor...
—Tu miseria no me da lastima, Okeon...
Mi perdon no se te sera dado pero tienes la suerte de que tenemos un hijo y yo siempre velare por el... pero a partir de ahora te aseguro que nada volvera a ser como antes... –exclamaría aquella mujer mientras se daba la vuelta y se iba de aquel lugar, dejandolo plasmado en aquel suelo.
Nuevamente, solo.
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•Biblioteca
el sonido de un libro cerrándose se haría presente en el lugar, lo cual saco a los lectores de aquel trance en el que se encontraban.
—Y así comienza está historia... de una rosa en el Campo de Guerra.