Jace.
La primera vez que la vi, fue cuando mi amigo William me invitó a pasar una tarde en su casa, aunque apenas la vi por unos segundos me pareció una mujer muy hermosa, aunque William me había dicho que ella no era el tipo de mujer con la que me enredaba, pues era una chica sensible y amorosa, así que no le tome mucha importancia a ello ya que una mujer como ella no se fijaría en un hombre como yo, mujeriego, celoso y posesivo, me gustaba que lo que era mío se quedara mío, pero lo cierto es que no había conocido el amor, es más, jamás me había enamorado de ninguna de mis antiguas novias, solo las seducía para satisfacer mis deseos, no me gustaban las chicas inteligentes porque siempre me daban problemas y a mi no me gustaba luchar mucho por lo que quería, solo miraba a las mujeres como objetos sexuales, quizá algún día encontraría a la persona con la que compartiría el resto de mi vida.
Me sorprendí mirando a aquella mujer, no sabía porque me atraía tanto, pero en lo que sí estaba seguro era que me gustaba mucho mirarla. Parecía un ser fuera de este mundo, un ser celestial, su cara, su cuerpo eran perfectos. Era pelirroja, con pecas rojas en sus mejillas, ojos azules, nariz respingada y una piel tan blanca que parecía que jamás salía al sol, por otra parte su boca era muy sensual, tenía el labio inferior un poco grueso, unos labios color rojo, tan antojables para besar, su cuerpo parecía tallado por los mismos dioses, una cintura pequeña, abdomen plano, piernas grandes, caderas anchas y unos glúteos tan redondos, paráditos y grandes que pude imaginar la sensación de tenernos cerca de mi cuerpo, sus senos eran un poco grandes, redondos y firmes, si que tenía un cuerpo sexy.
Salí de mis pensamientos cuando me di cuenta que la chica me miraba con un poco de curiosidad, al principio me sostuvo la mirada por unos segundos para después agachar la cabeza y sonrojarse, ese acto me excito mucho, mi mente divago un poco, mis pensamientos crearon una idea muy sucia en mi cerebro, ¿se sonrojaria igual cuando le haga el amor? ¿Sus gemidos serán más sexis de lo que es su cuerpo? ¿Cómo le gustará hacer el amor? Me sorprendí pensando todas aquellas cosas sin ni siquiera conocerla, pero alguien me sacó de mis pensamientos cuando sentí unos brazos en mis hombros.
-Deja de mirarla así, se dará cuenta su hermano y te matara. - Arturo me lo dijo con algo de burla.
-Se cae de buena, me gusta y sabes que todo lo que me gusta será mío.
-No digas estupideces Jace, esa mujer se merece un hombre mejor que tu. - me dio una palmada en la espalda.
-Lo digo muy enserio, ella va a ser mía. - le dije mientras me acariciaba mi barbilla.
-Jamás va a ser tuya, es simplemente diferente a ti.
Sus palabras taladraron mi cabeza, ¿Acaso yo era un monstruo? ¿Jamás una mujer como ella llegaría a amarme? No me agradaba pensar en eso, pero seguro estaba, que algún día una mujer tierna y amorosa podría destruir este corazón de piedra para dar paso a un hombre amoroso y dedicado a su familia, porque si quería tener hijos, muchos hijos. Deje atrás los pensamientos que me atormentaban para darme cuenta que a mi lado estaba mi novia, no sabía porque la había invitado a este viaje, pero no dejaría que arruinara mis pocos días libres que tenía.
Al poco tiempo nos encontrábamos en la carretera rumbo a Cancun, los hermanos Rice iban en motos deportivas y nosotros atrás de ellos, me gustaba la idea de que la hermana menor de William le gustara andar en moto y además que la manipulara tan bien, a tal grado que iba haciendo acrobacias en cuanto tenía la oportunidad.
-Si que es una chica muy atrevida- dijo Arturo.
-Me gusta ese aspecto de ella. - le dije mientras le bajaba el volumen a la radio.
-Carajo Jace, parece que ni siquiera sabes su nombre. - me lo dijo un tanto enojado.
-No se su nombre.
-Que imbécil eres, su nombre es Míriam.
Su nombre retumbó en mi cabeza, me gustaba su nombre, me fascinó la idea de que Míriam fuera mía algún día.
Llegamos a un pequeño restaurante donde nos sentamos a consumir un poco de comida, la mesera nos trajo la carta, y todos empezamos a charlar.
-William cuando me dejaras salir con tu hermana, es una chica hermosa. - dijo Arturo.
-Eso lo decide Míriam, no yo. - William lo fulmino con la mirada.
-Míriam, nena, me gustaría salir algún día contigo. - dijo Arturo mientras levantaba una ceja.
-No eres mi tipo Arturo, además solo te miro como un hermano más, y no quiero que eso cambie. - dijo Míriam mientras miraba con burla a Arturo.
-Realmente Míriam fue la primer chica en batearte, Arturo. - Emeth no dejaba de reír a carcajadas.
-Cállate imbécil. - Arturo estaba un tanto enojado. - Pero eso no importa, lo que sí es importante es que a pesar de esto, siempre seremos amigos, y con eso me conformó.
-Te lo agradezco Arturo. - contestó Míriam.
Después de aquella escena nos trajeron nuestra comida y la disfrutamos en silencio. Al poco rato todavía estábamos en la carretera, ya casi llegábamos a la casa de los Rice, era de noche y solo quería llegar para descansar.
Me encontraba en el estacionamiento de una gran casa con vista al mar, muy amplia y acogedora, todos estábamos muy contentos por haber llegado, puesto que fue un viaje muy largo y lo único que deseábamos era descansar. Me asignaron una habitación a mi y a mi novia, nos metimos a bañar juntos y después nos metimos a la cama, pero no podía dormir pensando en Míriam, ¿que estaría haciendo en estos momentos en su habitación?. Poco a poco mis ojos se fueron cerrando y me encontré en un sueño tan profundo que todos mis pensamientos salieron de mi cabeza.