CAPÍTULO CUATRO Sofía no había podido disuadir a nadie para que esta no fuera una boda fastuosa, aunque parecía ser lo que los nobles antes de ella hubieran preparado. Pero al mirar al prado de palacio, se alegró de no haber podido cancelarlo. Ver a tanta gente allí, sentir su disfrute solo hacía que ella rebosara felicidad. —Hay mucha gente que quiere felicitarnos —dijo Sebastián, rodeándola con el brazo. —Ya saben que yo sabré si realmente lo sienten, ¿verdad? —respondió Sofía. Se frotó la zona lumbar. Tenía un profundo dolor que hacía que deseara sentarse, pero también deseaba poder bailar con Sebastián, solo un poco. —Realmente lo sienten —dijo Sebastián. Señaló hacia donde había algunas de las mujeres nobles de la corte de pie, o bailando con la música de instrumentos de cuerda y