Techos inmensamente altos, ventanas tan grandes que debían ser protegidas con un barandal para evitar que alguien callera y tuviera un encuentro con el suelo, alfombras increíblemente largas, pinturas sumamente detalladas y sirvientes por centenares. Danil jamás había visto un lugar tan grande, el castillo Ivanov no se comparaba, el hogar del rey estaba a otro nivel y una de las mayores pruebas era la pintura en el techo simulando el cielo y las nubes en rededor de las casas de Verium. Una persona normal no miraría tan fijamente el techo ni por tanto tiempo o se torcería el cuello, pero quienes construyeron el castillo gastaron toda esa energía pintando una escena tan hermosa, sabiendo que pocos lo notarían. – Oye – escuchó una voz grave y bajó la cabeza de prisa. El caballero lo miró