Esposa sustituta

Narra Meisy Me pareció una eternidad esperar que las manecillas del reloj se movieran. Debo haber pasado la mitad de mi vida esperando a los hombres de mi familia. Las voces elevadas se estrellaron contra la puerta. —Podrías dejarme entrar —entrecerré los ojos hacia mi cuidador y golpeé la mesa con mis uñas acrílicas. —Sabes que no puedo hacer eso, Meisy. Tus hermanos me harían reír a carcajadas. —Debería estar allí. Esther también es mi hermana—no la culpaba por huir del matrimonio arreglado entre ella y el pervertido que es Harold Thomas, pero ¿por abandonarme por amor dos veces? Uf. Se había enamorado del tipo en el que mis hermanos habían confiado para que la llevara a casa y nos había dejado a todos lidiando con las consecuencias. No podía culparla del todo. Estaba esperando un bebé y yo quería que estuvieran a salvo. Pensé que Alec, el ejecutor que le robó el corazón, se habría ocupado de Harold antes de huir. En cambio, mi padre estaba medio muerto y la situación era peor que nunca. La amarga rivalidad entre las dos familias criminales más grandes de había mutado de intentar negociar la paz a una guerra total. —Ya conoces las reglas, muchacha. Es un asunto de hombres —Gregor, al menos, tuvo la decencia de apartar la mirada ante esa declaración absolutamente sexista. Una furia blanca y ardiente me empezó a brotar del estómago. Mi vida quizá fuera bastante dorada: la mejor educación, la ropa más elegante, las fiestas más elegantes, pero todo era pura cortina de humo. Yo era solo otro peón. Mis hermanos Logan, Ever y Mark estarían detrás de la puerta tomando decisiones que afectarían nuestras vidas, mientras que a mí me dejaban afuera. No había nada que hacer más que esperar. Tenía la esperanza de que, como mi padre estaba en coma, mis hermanos se habrían ablandado con las tonterías de antaño. Pero no. El patriarcado seguía reinando. Aparecieron casi una hora después, mientras yo dormitaba apoyada en mi brazo. Una corriente subyacente de excitación latente los rodeaba. Mark me alborotó el pelo mientras se sentaba a mi lado mientras yo hacía una mueca y me lo alisaba. Nunca lo admitiría, pero era mi hermano favorito. Con solo dos años de diferencia, crecimos en connivencia, siempre causando travesuras en las veladas de nuestros padres antes de agarrar un plato de postres y desaparecer para atiborrarnos. A medida que nos íbamos haciendo mayores, el negocio familiar nos había truncado un poco. Papá esperaba que Mark fuera despiadado, que cumpliera las órdenes sin dudarlo. Los pocos años que había sido una parte vital del negocio ya lo habían desgastado. —¿Cuál es el plan?—pregunté mientras mis otros hermanos y los miembros más cercanos de su organización se quedaban dormidos. —Sabes que no debo decirte nada—el brillo en los ojos de Mark me indicó que tenía muchas ganas de que siguiera fisgoneando. —Vamos —les dije con insistencia—. Estoy tan furiosa como ustedes porque Esther tiene que huir. Quiero que vuelva a casa. —Nos han invitado a una fiesta. Para hacer las paces, supuestamente. —¿Por qué queremos hacer las paces? Papá había hecho el trato de que Esther se casara con ese canalla. No parece probable que despierte. Logan debería cortar de una vez por todas los lazos con esos idiotas —no sabía si quería que papá despertara, por más cruel que me volviera. Vivir bajo su puño de hierro nos había sofocado a todos. Se ganaba enemigos tan rápido como los traficantes vendían cocaína. No deseaba que muriera, pero preferiría que mi hermano, Logan, estuviera al mando antes que él. Tal vez me salvaría de estar prometida a alguien a quien odio también. —Logan quiere hacer aliados. Con suerte, Harold le cederá pronto las riendas a su hijo mayor y, si podemos llevarnos bien, será mejor para todos. —A mí me parece un plan estúpido. —me hundí en los hombros. El poder de Harold había crecido en la ciudad, y mucho más allá, en los años transcurridos desde que papá y él se habían peleado y disuelto su organización conjunta para seguir su propio camino. Sus amargas rivalidades habían llevado no solo a la muerte de mi madre, sino también a la de mi hermano mayor, Malcolm Jr., y ahora al coma de nuestro padre. Intentar establecer vínculos mientras Harold todavía estaba al mando no era solo una estupidez. Podría llevarnos a más de nosotros a estar a dos metros bajo tierra. —Yo también —suspiró Mark—. Yo también. La luz se filtraba desde la cocina mientras caminaba por nuestra casa, seguida por el parloteo bajo de unas voces y el ruido de un corcho al ser sacado de una botella. Me detuve junto a la puerta entreabierta y observé mientras Logan servía un poco de vino tinto en un puñado de vasos. —¿Qué vamos a hacer? —dijo Ever, después de beber un buen trago de vino y tragar con fuerza. —Vamos a tener que seguir su juego. Harold todavía está furioso por Esther, por no hablar del cuchillo que recibió en el hombro —Logan se pasó una mano por la mandíbula mientras hablaba. Ser empujado a asumir el liderazgo era difícil en el mejor de los casos, y más aún cuando tu familia se tambaleaba por una guerra con tus rivales. —¿Qué quiere con esta fiesta? —Él quiere a Meisy. Mi estómago se hundió en el abismo ante sus palabras. Sobre mi cadáver. —De ninguna manera se va a casar con ese pedazo de mierda—la silla de Mark hizo un ruido cuando se levantó de repente, con el rostro enrojecido de ira. —No soy papá, por supuesto que no la casaré con Harold. Pero tenemos que ganar tiempo hasta que podamos atacarlos con fuerza. Tienen conexiones más fuertes a nivel local y mucho más dinero para sobornar y salir de esta situación. Tenemos que construir algunas alianzas o encontrar alguna forma de arruinar las que ya tienen —Logan hizo girar el vino en su copa, mirándolo como si pudiera contener una respuesta. —Entonces, ¿quieres exhibirla frente a él para apaciguarlo, pero alargar los acuerdos lo suficiente como para joderlo? —dijo Ever mirando a Logan y luego a Mark. —Necesitamos tiempo. Respiré profundamente para calmar mis nervios antes de entrar en la cocina cubierta de mármol. —Lo haré. —Meisy... no se suponía que escucharas eso —dijo Logan mientras miraba por encima de mi cabeza hacia el cavernoso pasillo detrás de mí. —No te preocupes, Gregor fue a revisar las cámaras y a ponerse en contacto con los demás—me serví una copa de vino tinto y me recliné sobre la encimera. Un pequeño sorbo fue todo lo que pude hacer sin hacer una mueca. No importaba cuánto lo intentara, no me gustaba la amarga bebida—. Ya no soy el bebé. Quiero ayudar. —No puedes. No voy a dejar que te lances delante de ese idiota como cebo —la mandíbula de Mark se tensó mientras hablaba, las palabras estaban cargadas de furia. —No pueden tenerme envuelta en papel de burbujas para siempre. Soy parte de esta familia y si puedo ayudar, quiero hacerlo. Mientras no tenga que casarme con el cerdo, puedo hacerlo. Todos ustedes estarían allí, ¿no? Logan asintió. —Entonces, ¿qué daño hay? Mientras el grupo esté en territorio neutral y tengamos a nuestros hombres allí para protegernos, nadie me va a hacer daño. Él quiere casarse conmigo, no secuestrarme. Puedo darle largas durante unas semanas mientras ustedes hacen lo suyo —intenté sonar segura y convincente, a pesar de que se me revolvía el estómago y tenía un terrible sabor a náuseas en la parte posterior de la boca. Incluso pensar en estar cerca de Harold me hacía encoger el cuerpo. Su obsesión con mi madre había llevado a todo esto. Y como no podía tenerla, solo las hijas de papá podían estar bien. Lo había visto lastimar a mi hermana, la había consolado después de que él intentara forzarla. Era arriesgado incluso jugar a ese juego. —No —Mark dejó caer su copa de golpe sobre el mármol salpicado de oro mientras el vino tinto se derramaba y se acumulaba en la base. —¿Tienes un plan mejor? —Logan lo miró con frialdad. —Entraremos y los eliminaremos a todos. A cada uno de esos cabrones de los Thomas. Entonces habremos acabado con ellos para siempre—la voz de Mark se había elevado hasta casi un grito mientras la ira brotaba de él. Ever cogió un trapo y secó el vino. —Estoy con Logan. Si Meisy quiere ayudar, tenemos que dejarla. No tenemos otra opción y necesitamos tiempo para ponernos en contacto con Harold. Son tres contra uno, Mark. Lo siento. Mark me lanzó una mirada suplicante y yo dejé que mi mirada se posara en mi copa de vino todavía llena. Le estaba haciendo daño y lo odiaba. Era lo más parecido a un mejor amigo que había tenido. Me aclaré la garganta mientras él levantaba los brazos y salía de la habitación. —A mí tampoco me gusta esto, Meisy. Tendrás que hacer exactamente lo que te digamos. Nunca estar sola en la fiesta. Y esto es algo que solo se hará una vez. Una vez que lo hayas hecho, te irás y seguirás con tus cosas como siempre—Logan habló con una autoridad absoluta que claramente había estado practicando desde la ausencia de papá, cada palabra firme y definitiva. Esperaba que ofrecerme a ayudar consolidara mi lugar como una de ellas, pero como siempre, seguía estando al margen, degradada por la desgracia de ser mujer. Les demostraría que era igualmente esencial para el negocio. Pero primero tenía que preparar una fiesta.