Abbigail.
Todo es demasiado abrumador... e irreal.
Nada tiene sentido.
Todo lo que puedo hacer es observar en silencio mientras el doctor frente a mí me hace preguntas tontas.
¿Puedes mover tus dedos?
¿Me escuchas bien?
¿Puedes decirme una oración completa?
¿Recuerdas cómo te llamas?
Y mientras sus preguntas son dichas, mi cabeza reproduce muchísimas más a la velocidad de la luz.
¿En dónde demonios estoy?
¿Qué pasó?
¿Por qué mi padre, Fancy y Bárbara están llorando?
¿Por qué Bárbara tiene una cicatriz en su rostro?
— Tengo sed — murmuro y mi voz sale tan inentendible hasta para mis propios oídos, que tengo que repetir mis palabras.
— Oh Dios — me quedo más estática de lo que ya estoy cuando Fancy se lanza sobre mí, su rostro enterrado en mi cuello mientras solloza con extremada fuerza.
— Papá... — lo miro, esperando a que él me dé una respuesta a lo que está pasando, pero él sólo me mira en silencio, ninguna palabra sin salir de su boca.
¿Por qué todos me miran así?
Me abruman.
Tan pronto mi hermana se separa de mí, Bárbara se acerca con un vaso de agua, pero cuando mi mano intenta sostenerlo, no soy capaz y pronto éste cae al piso en un estrepitoso ruido.
Frunzo mi ceño aún más confundida que antes.
— Abbigail, ¿me escuchas bien?
Asiento con un poco de fastidio cuando el doctor hace esa pregunta tan tonta.
— ¿Qué pasa? — Y de nuevo mi voz no hace más que sonar carrasposa, casi inentendible.
Miro cada par de ojos frente a mí, esperando una respuesta. Entonces los ojos cansados del doctor parecen tenerme compasión cuando finalmente dice —: Acabas de despertar de un coma.
Muerdo mi labio para esconder la risa que luchar por salir de mi boca. Miro con ojos divertidos a papá y a Fancy, esperando a que ellos nieguen lo que ese loco acaba de decir... pero ellos no niegan nada.
— ¿Qué es lo último que recuerdas? — Pregunta Bárbara con precaución, casi con miedo, pero ¿miedo de qué?
Lamo mis labios resecos y trato de enfocar mi mente para recordar algo... y como en un campo de batalla, miles de bombas impactan contra mí.
Ethan apuntándome con un arma.
Ethan secuestrándome.
Ethan diciéndome la verdad sobre su venganza.
Ethan convirtiéndose en un desconocido.
Ethan no siendo Ethan.
Ethan, Ethan y Ethan.
El protagonista de mi última pesadilla.
Gimo cuando una fuerte punzada me da en la cabeza, tan dolorosa que mis oídos empiezan a pitar levemente.
— ¿Te duele alg...
Las palabras del médico son interrumpidas cuando fuertes gritos, provenientes de afuera, inundan la habitación.
—... no me voy a calmar...
Sacudo la cabeza tan pronto reconozco su voz.
¿Qué hace él aquí?
— No lo dejes entrar, por favor — le suplico con desesperación a Bárbara.
— ¿Despertó? — La voz de Ethan vuelve a gritar.
Bárbara sale en el preciso instante en el que mi corazón empieza a ir a toda velocidad, acelerando como loco mientras el monitor registra cada uno de mis latidos.
— Abbigail, cálmate — Fancy mira asustada el aparato que está empezando a enloquecer al igual que mis latidos —. No te puedes alterar.
— No dejes que entre — intento hacerme bolita en la incómoda camilla, pero mi cuerpo no me lo permite, no me puedo mover como quiero —. Aléjenlo de mí, por favor — le pido a papá y a Fancy, dejando en segundo plano el hecho de que no me puedo mover con normalidad —. No dejes que me vea — sollozo sin poder controlarme.
Él me lo dijo, lo prometió.
Ethan saldría de mi vida tan pronto yo estuviera libre del secuestro que él y Blake me hicieron.
Se supone que nunca más lo volvería a ver.
¿Por qué no cumple su promesa?
— Abbi...
— ¡No me toquen! — Grito perdiendo el control cuando Fancy intenta abrazarme —. ¡No quiero que me toquen! ¡¿Por qué me abrazas?! — Le pregunto, poniendo mis manos débilmente frente a mí para evitar que se me acerque —. ¡Tú nunca me abrazaste, ni siquiera me mirabas! ¡¿Por qué ahora de repente quieres hacerlo?!
Mi padre solloza algo inentendible y se gira para darme la espalda, escondiendo su rostro de mí.
— Abbi... — Fancy intenta acercarse otra vez, pero de nuevo no se lo permito.
— ¡No me toques!
— ¡Estuviste tres años en coma, Abbigail! ¡Sólo quiero abrazarte!
Me quedo sin aliento por un largo segundo, sus palabras taladrando con fuerza en mi cabeza.
¿Qu...? ¿Qué?
¿Tres años?
— Fuera todos — ordena el doctor con voz dura —. Ya es suficiente. No están ayudando en nada.
— Luke — susurro mientras siento cómo varias lágrimas bajan sin sentido alguno por mis mejillas —. Quiero a... quiero a Luke conmigo.
— Abbi... — mi papá se acerca por fin a mí y entonces me permito ver su rostro con detenimiento. Luce como si hubiera envejecido diez años desde la última vez que lo vi y sus ojos se ven tan cansados como nunca los había visto —. Hija, por favor...
— ¡No! — Aparto mi mano cuando intenta tocarme —. ¡Yo sólo quiero a Luke!
— Abbigail — el maldito médico que no me conoce intenta también acercarse y yo sólo quiero que me dejen en paz. No quiero que me miren como si de repente les importara, quiero que dejen de repetir mi nombre y quiero que dejen de llorar como si me amaran.
— ¡No me toquen! — Exploto, respirando tan agitadamente que el pecho empieza a dolerme —. ¡¿Qué diablos les pasa?! ¡¿No lo entienden?! ¡Quiero a Luke conmigo! ¡Llámenlo!
— Abbi...
— ¡No digas mi nombre! — Gruño con odio hacia Fancy —. Dejen de decir mi nombre y dejen de mirarme así. ¡Sólo quiero a Luke conmigo!
— ¿Por qué quieres a ese chico? Aquí estamos tu familia, Abbigail — mi padre pasa su mano por su canoso cabello, luciendo desesperado —. Aquí estamos las personas que más te amamos.
Una risa que se escucha más a sollozo escapa de mis labios, entonces arranco con fuerza la intravenosa de mi mano y tiro el perchero que cae con un estrepitoso ruido.
— Mi única familia es Luke — digo lento y claro, mirándolo con todo el rencor que puedo —. Sólo Luke, nadie más.
Las lágrimas de mi padre se vuelven más pesadas y puedo escuchar a Fancy sollozar, pero no me importa porque no miento. Sólo quiero a Luke. Él es el único en quien confío ahora.
— ¿El chico que ella llama está afuera? — Pregunta el médico a mi padre. Después de unos segundos, Marcus asiente.
Un alivio inexplicable inunda mi cuerpo.
Lo sabía, sabía que Luke nunca iba a fallarme.
Él es el único que nunca lo ha hecho.
— Hazlo pasar — digo con la voz más dura y controlada que puedo tener en estos momentos —. Lárguense de aquí y dejen entrar a Luke... — no lo hacen, papá y Fancy se quedan inmóviles frente a mí, mirándome con lo que parece ser impotencia —. ¡Qué se larguen!
El doctor les murmura algo inentendible para mis oídos y finalmente ellos deciden salir.
A los pocos segundos, Luke entra por esa puerta, sin embargo, solo me hundo más cuando veo su cabello más largo y sus facciones endurecidas, marcando el paso de los años.
Y la realidad me golpea como una bola demoledora.
Tres años.
Han pasado tres años.
Sin poder controlarlo, un agudo grito sale de mis labios, seguido de otro y otro y otro más. Gritos que se van convirtiendo en sollozos cada vez más altos, más fuertes, más desgarradores, tan intensamente dolorosos.
Llevo mis manos a mis orejas y sacudo mi cabeza una vez, otra vez y una vez más, incontrolables veces, tratando de despertar de esta pesadilla.
— Darling...
— No, no... — trato de sacudirme de Luke cuando me abraza, pero su fuerza es mayor a la mía y pronto me rindo —. No, por favor... — sostengo con fuerza la tela de su camiseta, necesitando aferrarme a algo —. Por favor, por favor, despiértame, Luke... despiértame...
— Abbi... Cristo... no sé qué decirte.
Escondo mi rostro en su pecho y golpeo mi frente contra éste, mis labios susurrando —: Despiértame, despiértame, despiértame...
— Abbi...
— Tú nunca me defraudas — me separo de él y envuelvo su rostro entre mis manos, mirándolo totalmente temblorosa mientras los sollozos escapan sin sentido de mi boca —. No me defraudes ahora, así que despiértame, por favor... por favor...
— Estás... estás despierta.
No, no, no.
— No, Luke, no — sus dedos intentan, inútilmente, detener mis lágrimas —. Esto es una pesadilla, por favor... por favor, despiértame.
— Estás a salvo, Abbi — murmura abriéndose paso conmigo en la camilla. Yo sólo me aferro a él, sin permitirle que se separe de mí en ningún momento —. No te voy a dejar sola... todo estará bien.
Nada estará bien.
— ¿Cuánto...? — Pregunto, mi voz siendo amortiguada por su pecho.
— Poco más de tres años — responde a mi pregunta no formulada y todo lo que puedo hacer es aferrarme a él con fuerza, refugiarme en él mientras espero a que continúe —. El auto en donde ibas con Bárbara chocó.
Flashbacks golpean mis ojos con fuerza, trayendo de nuevo ese espantoso dolor en mi cabeza.
— Lo choqué a propósito — susurro cuando logro recordar, mi voz siendo tan temblorosa como mi cuerpo —. Después de ahí, no recuerdo nada más.
— Sufriste un trauma craneoencefálico — acaricia mi espalda de ida y vuelta, tratando de calmar mis desesperados sollozos —. Pensé que te había perdido, Darling — y entonces, sus sollozos empiezan a acompañar los míos.
— ¿Qué voy a hacer ahora, Luke? — Pregunto, sin tener idea de la respuesta —. Tres años... son tres años los que he perdido. ¿Qué se supone que haga ahora?
Se queda en silencio por varios segundos, hasta que por fin dice —: Vivir.
|...|
Sacudo la cabeza, negando a lo que sus labios me dicen.
Bárbara tiene que estar mintiendo.
— ¿Ethan está trabajando con mi papá? — Pregunto, incrédula.
Ella asiente y continúa alimentándome la poca apetitosa comida del hospital. Ha pasado un día desde que desperté y sólo he aceptado que Luke y Bárbara me vean. Papá y Fancy han entrado, peo todo lo que hago es hacerme la dormida para no verlos.
Estoy cansada de que me hagan exámenes y realmente quiero estar ya en casa, pero según el médico, aún debo estar en observación.
— Sí, Ethan es el segundo al mando en la constructora — dice, respondiendo a mi anterior pregunta —. Él realmente ha forjado una relación con tu padre.
Si mi papá quería a Ethan cuando era sólo mi guardaespaldas, no puedo imaginarme cómo será ahora cuando trabaja para él. Ethan es lo que mi papá siempre quiso, un hijo que está interesado en los negocios, asunto por el que ni Fancy ni yo nos hemos preocupado. Mi hermana quiso ser enfermera y aunque aún no sé qué es lo que quiero hacer con mi vida, sé que no quiero trabajar en la empresa de papá.
— ¿Y me dices que papá sabe todo? ¿Quién le contó?
— El mismo Ethan le contó — me mira y vuelve a introducir la cuchara en mi boca, dándome más de ese baboso líquido.
— ¿Y mi papá sólo lo aceptó? ¿Sin importarle lo que Ethan me hizo? ¿Lo que tenía planeado hacerme desde un principio?
— Abbi... tu papá casi mete a Ethan preso. En realidad, estuvo a punto de hacerlo.
Se me corta la respiración por un segundo.
— ¿Qué?
— Ethan le contó todo a tu padre y créeme cuando te digo que se encargó de dejarse como el malo de la historia — frunce sus labios levemente antes de continuar, como si estuviera dudando en contarme todo —. Yo hablé con Marcus y le conté toda la verdad, lo que Ethan sufrió y lo que estuvo dispuesto a hacer por ti. Al principio, Marcus se vio renuente a creerme, pero cuando salió del dolor de verte a ti en coma, pensó con más claridad y le dio otra oportunidad a Ethan.
— ¿Por qué?
Bárbara deja el plato a un lado y toma mi mano, acariciándola suavemente.
— ¿Culpa? Tu papá se culpa por todo lo que la familia de Ethan pasó, además... se dio cuenta de que él era quien peor lo estaba pasando con todo esto.
Rechino mis dientes para alejar mis lágrimas.
— ¿Cómo está Jayden? — Cambio rápidamente de tema, no queriendo pensar en Ethan. Duele mucho, porque para mí, todo sucedió exactamente ayer, no hace tres años. Todo es muy reciente, no soporto ni siquiera escuchar su nombre. No aún. Así que todo lo que hago es evitarlo incluso en mis pensamientos.
— No lo he dejado entrar porque no estaba segura de que tú quisieras verlo, ¿quieres?
— Claro — acepto de inmediato —. ¿Así que cumpliste tu promesa y lo perdonaste por aquel asunto? — Le pregunto, refiriéndome al hecho de que él se acercara a ella por dinero.
— Sí, lo perdoné — acepta sin mirarme, sus ojos en cualquier otro lugar menos en los míos.
— ¿Entonces? ¿Qué pasa? — Trato de buscar su mirada y cuando la encuentro, sus ojos están llenos de tristeza.
— Jayden y yo ya no estamos juntos, Abbi. Han pasado muchas cosas estos tres años.
— ¿Qué ha pasado? — Pregunto con un poco de miedo a su respuesta —. Vamos, cuéntame.
— La mamá de Jayden murió, el cáncer ganó la batalla.
— Oh Dios — llevo una mano a mis labios, sin poder creerlo —. Pobre Jayden.
Sé de primera mano que su madre era muy importante para él. Ella fue la razón por la cual él aceptó acercarse a Bárbara. Lo hizo para tener el dinero de su tratamiento.
— No lo tomó muy bien. Intenté estar para él, ser su apoyo, pero no me quería a su lado.
— ¿A qué te refieres? — Pregunto, porque no puedo imaginar que Jayden quisiera eso.
— Jayden me alejó, Abbigail, y un día simplemente desapareció y no volví a saber nada de él.
— ¿Qué?
Ella asiente, apartando la mirada.
— Cuando lo llamé para pedirle una explicación, me contestó que no quería tener a su lado a alguien que estaba marcada — sonríe débilmente, señalando la cicatriz en su rostro que, aunque no es invisible, tampoco es la gran cosa —. Y después de eso, simplemente no volví a saber nada de él.
— Bárbara...
— Déjame terminar — pide —. Siempre he necesitado hablar de esto con alguien —sonrío, sintiéndome halagada de que ella confíe en mí hasta el punto de querer contarme sus sentimientos —. No lo podía creer, ¿sabes? Teníamos un año de tener una relación, Abbigail, y él nunca dio indicios de que mi cicatriz le importara. Entonces un día me dice todo eso y desaparece de mi vida... no sabes cómo me sentí — limpia bruscamente la única lágrima que baja por su rostro —. Pasó más de un año hasta que volví a saber algo de él.
— ¿Y cómo fue?
— Horrible — gruñe —. Ya me había hecho a la idea de que nunca lo volvería a ver, entonces un día está justo frente a mí, pidiéndome otra oportunidad.
— ¿Y se la diste?
Niega repetidas veces.
— Me hizo mucho daño, Abbi. No sólo por las horribles palabras que me dijo, sino por el hecho de que no me dejara estar para él cuando me necesitaba, que desapareciera de mi vida sin darme una explicación creíble... a veces siento que lo odio.
— Yo... no sé qué decirte — muerdo mi labio, tratando de encontrar las palabras correctas —. Siempre creí que Jayden te amaba.
— Yo sólo... quisiera que me deje en paz, ¿sabes? Pero parece que cada día se vuelve más insistente. Han pasado meses desde que volvió... simplemente no se da por vencido.
— Bárbara, lo siento.
No sé qué creer sobre Jayden porque se me hace imposible aceptar que él hiciese algo para herir a Bárbara, así que me guardo mi opinión sobre él hasta que tenga la oportunidad de preguntarle a él mismo sobre todo este asunto.
— Nunca me sentí mal por mi cicatriz hasta que él me dijo que me dejaba por ella.
— No, Barbie, no seas tonta — susurro —. Casi no se te nota y sigues siendo hermosa.
— Pues al parecer él no creía lo mismo.
— Entonces Jayden se volvió un idiota — sostengo con fuerza su mano —. Además, la verdadera belleza está en tu interior, lo otro sólo es superficial y efímero.
Ella me sonríe con una hermosa sonrisa. Mientras la veo así, junto a mí, siento una tranquilidad y felicidad inexplicables en mi pecho. Tengo a Bárbara conmigo, a mi mejor amiga. Y esta vez ya no la pienso perder.
— Descansa — Bárbara acaricia rápidamente mi cabello —. Fancy no debe tardar en llegar, mientras tanto yo voy a ir a hablar con el médico, ¿te parece?
— Vale.
Cierro mis ojos cuando ella sale, dejándome sola en la habitación.
Todo es tan abrumador que la mayoría del tiempo siento que estoy en un sueño, pero no, todo es real. Tan real como que Ethan quiere verme y yo no se lo he permitido. Tan real como que no se ha sabido nada de Blake en todo este tiempo. Tan real como que mi padre y mi hermana de repente tienen interés por mí, interés que nunca habían mostrado.
Aún no sé qué hacer con mi vida.
Luke me propuso que nos fuéramos a vivir juntos a Londres. Y quisiera hacerlo, es lo que quiero para mí, alejarme de todo, pero sé que no es lo que Luke realmente quiere. Él aquí tiene a su pareja, tiene su carrera, tiene su vida. Está dispuesto a dejarlo todo por mí, pero no voy a ser egoísta con él. Y aunque puedo irme sola, no estoy dispuesta a dejarlo.
Todo es tan complicado, quisiera tomar la decisión correcta estando segura de que es la correcta, pero justo ahora, no estoy segura de nada.
Intento quedarme dormida cuando ya me siento demasiado cansada para seguir pensando, pero entonces un suave toque en mi mejilla me obliga a abrir los ojos.
Ethan.