Él sonríe pícaro y siento como todo los muros alrededor de mi corazón tiemblan. Mierda, menos mal estoy encima del auto, sino, mis piernas hechas gelatina me habrían mandado directo al suelo. Nosotros nos encontramos en una disputa de quién besa primero al otro. Y la verdad, como nos encontramos nadie apostaría quien iniciará el beso. Él me necesita tanto como yo a él. Y con nuestra actual burbuja especial y altamente caliente que hemos creado tras pocos minutos cerca, apostar sería jugar en algo incierto. El momento, cercanía y sentimientos hacen que hasta la piedra más dura se desintegre, que el iceberg más sólido se vuelva líquido, que nuestros conflictos se vuelvan soluciones y que todo lo malo se vuelva bueno. Y esto aunque es irreal, me gusta. Nuestros labios se rozan, pero ningun