CAPÍTULO DOCE
Tomó notas meticulosas y repasó todo después de terminar su tarea. “Hay una cámara en esa calle. La mujer narizona grande siempre pasea a su perro por las noches. El edificio tiene dos controles de seguridad y cámaras”.
Una heliografía detallada se le vino a la mente, como el universo con estrellas brillantes y un fondo oscuro. Las estrellas eran las personas, cámaras de seguridad y lugares inciertos, y la oscuridad era las calles y los edificios que no le interesaban.
De repente, su cuerpo se retorció, una reacción involuntaria que creía que provenía de una serie de tratamientos farmacológicos que ya habían demostrado ser ineficaces. “Médicos”, dijo por dentro. “Mentirosos. Todos son unos mentirosos. Solo les importa el dinero. Yo tengo una mejor receta”.
A las once y ve
