CAPÍTULO NUEVE “¡Dios santo!”, dijo Finley, medio ebrio. “¿Acabas de derribar a seis miembros del Escuadrón de la muerte de Chelsea, entre ellos Juan Desoto? No lo creo. No lo puedo creer. Desoto es un monstruo. Algunas personas ni siquiera creen que existe”. “Lo hizo”, juró Ramírez. “Estuve allí. Te lo estoy diciendo, sí lo hizo. La chica es una maestra del kung fu. La hubieras visto. Tan rápida como un rayo. Jamás había visto algo así. ¿Cómo aprendiste a pelear así?”. “Muchas horas en el gimnasio”, dijo Avery. “No tenía vida. Tampoco tenía amigos. Yo, un saco y mucho sudor y lágrimas”. “Tienes que enseñarme algunos de esos movimientos”, dijo. “Tú también estuviste genial”, dijo Avery. “Me salvaste dos veces, si mal no recuerdo”. “Es verdad. Sí hice eso”, dijo en voz alta para que t