Mi pulso aún late desbocado cuando se van. Me quedo quieta en mi lugar, tratando de digerir lo que acaba de pasar. Apenas puedo creer que él se ha detenido justo frente a mí, que sus ojos me han mirado de esa forma tan... penetrante, como si quisiera encontrar algo en mi interior.
Cuando me extendió la mano, apenas pude mantenerme en pie. Sentí como si mi piel respondiera a su toque de una manera que no podía controlar; un escalofrío, un temblor que intenté disimular a toda costa. Pero, ¿quién era él para mirarme así? El hijo del dueño, el próximo en la línea. Aziel Cárter. Un hombre con todo el poder, y aun así, había algo en su mirada... algo que parecía reflejar una vulnerabilidad oculta.
Pero no debo pensar en él de esa manera. No puedo permitírmelo. Me repito esa advertencia, casi como un mantra, mientras intento retomar el aliento. ¿Qué podría buscar él en alguien como yo? Soy solo una asistente más en este enorme engranaje. He aprendido a desaparecer, a no llamar la atención, a no mostrar mis propios miedos y dolores, como un mecanismo de supervivencia en este mundo que nunca deja de ser implacable. Y aun así, su mirada... su tacto... me han desarmado en cuestión de segundos.
Aquí tienes una versión corregida y con un toque más dramático en la interacción entre los personajes:
—Ivanna, ¿estás bien? —pregunta Lucero, posando suavemente una mano sobre mi hombro.
Fuerzo una sonrisa, tratando de aparentar calma.
—Sí, claro... Solo que... no esperaba encontrármelo.
—Es atractivo, ¿no? —bromea Lucero con un guiño, intentando aliviar la tensión, pero su sonrisa se desvanece al ver mi expresión. —Oh, vamos, no me mires así. ¿Pasó algo más?
Sacudo la cabeza y dejo escapar un suspiro. No puedo contarle lo que sentí, sobre todo cuando ni yo misma lo entiendo. Todo lo que sé es que, por un instante fugaz, tuve la sensación de que él podía ver a través de las barreras que tanto me ha costado construir.
De algún modo, siento que él entiende lo que significa llevar una tormenta bajo la piel. Que, al igual que yo, ha aprendido a sonreír mientras el dolor se arremolina en su interior, mientras el miedo consume. Y eso me aterra. Me aterra porque no estoy preparada para que alguien vea esas partes de mí, para que alguien toque mi fragilidad con la misma facilidad con la que él lo ha hecho, sin siquiera proponérselo.
Cierro los ojos y respiro hondo, tratando de calmarme. No puedo permitirme distracciones. No puedo dejar que alguien y mucho menos él me desestabilice mi mundo de esta manera. Pero, en el fondo, sé que su presencia ha dejado una marca, una huella difícil de borrar.
—No ha pasado nada. Solo me sorprendió verlo tan de cerca.
—No me engañas, Iva. Las miradas en el salón de conferencias, su interés por ti... ¿De dónde lo conoces?
—Te he dicho que no lo conozco y tampoco quiero hacerlo —le contesto, volviendo la vista a mi trabajo—. Quiero terminar esto e irme a casa. Me siento agotada.
—¿Has pensado qué harás cuando el embarazo se te note? —pregunta Lucero, curiosa—. Debes informarlo en Recursos Humanos para aprovechar tus beneficios.
—No puedo hacerlo, Lucero. Estoy en período de prueba; si se enteran, acabarán mi contrato antes de tiempo y me quedaré sin empleo.
—¿Y qué harás cuando ya no puedas ocultarlo?
—Apenas tengo tres semanas. Para cuando termine el período de prueba, será evidente, y entonces lo contaré.
—Esperemos que los síntomas no te delaten antes —suspira—. ¿Vamos a comer?
Miro el reloj y veo que ya es hora de almorzar. Asiento y salimos del área de producción en busca de nuestros bolsos para ir a algún restaurante cercano.
Tomamos el ascensor y se detiene en el piso antes del lobby. Las puertas se abren y, como si el destino se empeñara en ponernos a prueba, ahí está él: el señor Carter. Su mirada se encuentra con la mía y siento un escalofrío recorrerme.
Lucero lo nota y, tras un vistazo entre ambos, se hace a un lado, dejándolo entrar junto a su acompañante. Él y su amigo se colocan detrás de nosotras en el ascensor.
Lucero carraspea y, para romper el incómodo silencio, murmura:
—Han abierto un restaurante francés en la esquina. ¿Te apetece una lasaña?
"Lasaña". La idea despierta mi apetito, y no puedo evitar sonreír.
—No tienes que preguntar, me antoja una con salsa blanca y carne.
Lucero ríe y, al llegar al lobby, entrelaza su brazo con el mío mientras nos dirigimos al restaurante.
Una vez allí, pedimos lasaña, pan de ajo y pasta carbonara para Lucero. Bebo mi jugo y, al levantar la mirada, el estómago se me revuelve al verlo entrar al restaurante, acompañado de una mujer rubia, joven y radiante, que toma su brazo con una sonrisa perfecta.
—Esto tiene que ser una broma —susurro, casi sin aliento.
—¿Qué? —Lucero sigue mi mirada y sus ojos se agrandan—. No puede ser... ¿Nos lo encontraremos cada quince minutos?
El mesero trae nuestra comida, y me esfuerzo en ignorar su presencia. Trato de concentrarme en mi plato, pero antes de terminar, una ola de náuseas me invade. Me levanto de la mesa y camino apresuradamente hacia el baño, sintiendo cómo el mundo a mi alrededor se tambalea.
Me apoyo contra la pared, cierro los ojos y trato de respirar con lentitud, buscando recuperar el control.
—¿Se encuentra bien?
Esa voz.
Aunque tengo los ojos cerrados, su fragancia me envuelve, provocándome aún más náuseas. Me alejo de inmediato, entrando en el baño y buscando un cubículo antes de perder el control.
"Maldita sea."
Estas náuseas me delatarán antes de lo planeado. Me esfuerzo en recomponerme, pero...
—¿Señorita Fletcher?
—¿Es en serio? —susurro, saliendo del cubículo y enfrentándome a él—. ¿Qué hace aquí? Este es el baño de damas.
Él me observa con una expresión intrigada, como si intentara leerme. Mete las manos en los bolsillos y da un paso hacia mí, acortando la distancia.
—Luce pálida, ¿segura que está bien?
—¿Por qué le preocupa? —le espeto, sintiendo mi vulnerabilidad a flor de piel—. Ni siquiera nos conocemos.
Él guarda silencio, y noto en sus ojos algo que me desarma. Pero antes de poder responder, siento un mareo envolvente y el mundo se torna oscuro.
Lo último que siento son sus brazos sosteniéndome antes de caer...