La amabilidad no era un rasgo inherente de los dioses, Inocencia perdía el tiempo esperando una disculpa – espérame – caminó de prisa mirando el suelo para no volver a tropezar, a continuación, dejaron el palacio de las flores para entrar en la biblioteca infinita. Desde que la casa fue sellada por Tiempo para defenderse de los ataques de Océano, Inocencia no había podido volver a mirar la habitación de las almas, la biblioteca o el tragaluz y más adelante notó una gran escalera en la que una mujer acomodaba libros, sonrió – tía – y alzó el brazo aun sosteniendo la daga. Escribana bajó de las escaleras. – Invierno – soltó Destino antes de que Escribana pudiera saludar a su sobrina – ¿qué sucedió con ella? Escribana lo ignoró y abrazó a Inocencia – eres tan linda y cada día te pareces m