Su corazón latía de una extraña manera, era lento, pero fuerte, tan fuerte que cada golpe le dolía en el pecho y la garganta; en su cabeza y oídos el sonido de cada latino retumbaba de tal manera que la joven sentía que algo se reventaría ahí dentro; sentía asco, mucho, tanto que incluso su estómago comenzaba a doler también. Era el día de su boda, no había dormido nada en toda la noche, pues la había pasado intentando escapar de su cuarto, arrepintiéndose justo antes de tocar el picaporte, pues tenía mucho qué perder si es que se iba, como sentía que necesitaba. Los meses pasados habían sido una tortura total, con su madre totalmente emocionada por una boda que a ella le parecía una soga en su cuello, ciñéndose cada vez un poco más, quizá por eso no podía respirar ese día, la soga se