Reencuentro

1975 Words
De un momento a otro tengo a cinco mujeres revisando mis rodillas y brazos, salvo por aquella mujer que ni recuerdo su nombre, pero mi cabeza está en otro lado. ¿A qué se debía esa abrupta reacción de Pax? Necesito averiguarlo. —Está bien, no tengo nada —les contesto, estirando mis brazos para que me suelten. —Pero el señor. —Ya dije que estoy bien, ni sangre tengo. Me he dado golpes más fuertes y aquí estoy en pie. Las mujeres se miraron con preocupación, pero aceptaron dejarme. —¿Desea que le preparemos algo especial para su noche de bodas? —¿Cómo? —Usted ya sabe. Esta noche usted y el señor Palmieri tendrán su noche oficial como esposos. Podemos ayudarla con el vino, algunas uvas, quizás un poco de queso u otra cosa que le apetezca, señora. Debo fingir, Arya ya me había comentado que los demás no sabían nada. —S-sí t-todo eso está bien… Para esta noche. Todas salieron de la habitación, momento donde miré la cama donde estaba sentada. —Debe haber otra habitación. Bajo ninguna circunstancia ocurrirá eso. Aunque está claro que a él no le intereso, me estoy ahogando en un vaso de agua. No pasará nada. Me levanto de la cama para salir a buscar a ese chofer que me ayudaría con mis pertenencias, mas esa misma empleada ingresa y cierra la puerta tras de sí. —No puedo creerlo, pero qué desagradable sorpresa, aunque admito que los años han servido para mejorar tu aspecto, supongo que así amarraste al señor, pero lo bruta no se te quita. —Gretta —pronuncio su nombre al recordarla—. Hazme el favor de retirarte de la habitación de mi marido. —¡Vaya! Eres más respondona, el ratón te devolvió la lengua. —Pues esta lengua sabe muy bien como complacer a mi esposo, así que retírate que tengo que prepararme para nuestra noche de bodas. Ella se escandaliza, su rostro muestra total asombro. —Ya oíste a mi marido, obedecerás mis órdenes. Gretta sale con el ceño fruncido, al parecer su intento por amedrentarme no le funcionó. Sin embargo, ni yo puedo creer lo que he dicho. Mis mejillas queman, creo que moriré se vergüenza. —Esto no puede empeorar —murmuro para mí, cayendo de espaldas a la cama—. Que valga la pena este sacrificio, para que mis niñas puedan tener lo que necesitan. Al cabo de un rato, bajé a la sala, buscando al dichoso chofer que Arya mencionó que me ayudaría. —¿Qué se supone que haces? —Pax aparece detrás de mí, provocando que de un salto de susto. —Estoy haciendo turismo —mi sarcasmo vuelve a estar presente—. Busco al chofer, Arya dijo que me ayudaría con mis pertenencias. —Está bien, supongo que debe estar en la cocina, es algo tarde y estará comiendo. —Gracias —respondo, pero antes de irme, decidí quitarme las dudas—. Una pregunta, ¿por qué dijiste todo eso ante tus empleados? Soy tu esposa, pero no… —A ver, voy a dejarte unas cosas claras. Esto no lo hago con el fin de ganarme tu favor. Solo hago lo correcto, somos esposos y como tal deben obedecerte, tenerte respeto, incluso si no estoy presente, de lo contrario los rumores de que tengo una esposa sin carácter se extenderán más allá de estás paredes. —¿Me estás dando poder en tu casa? —Es evidente que sí. Necesito a una esposa, no a una sumisa que sea manipulable. Por eso te vi como candidata perfecta para que seas mi esposa. Desde el primer día te enfrentaste a mí, a pesar de saber quien soy yo. Otra hubiera agachado la cabeza, y eso no es lo que necesito. —Lo que usted necesita, comprendo. Saca beneficio de mí. —Es claro que sí, por eso firmamos un acuerdo. Que tonta, y yo creyendo que lo hacía por amabilidad. … Tras nuestra breve charla, voy a buscar al chofer, quien me lleva a mi departamento. No tengo mucho que empacar, pues los muebles son de este lugar, solo debo llevar lo que realmente era mío. —Ya es de noche, señora. Tal vez podamos volver por el resto mañana. —Sí, tienes razón —admito, estirando mis brazos. Me dirijo a subir al auto, y ya ocupando el asiento posterior, recibo la llamada de Keith, y solo una idea pasa por mi cabeza. —No le dije nada a mi mejor amigo. Estoy muerta. Keith se iba a enojar por no haberle avisado, pero sé que no puedo evitarlo por siempre, de modo que, contesto. —¿Keith? —Al fin contestas, creí que los humos se te habían subido. Quiero saber cómo está mi amiga. —¿Por qué dices eso? —Bueno, no todos tienen la oportunidad de trabajar para el Grupo Palmieri. Si supiera que ahora soy la esposa del dueño. —Ay qué ocurrente. Solo soy una empleada más. —No, eso es falso. Tu puesto es alto, y no trates de engañarme. Espero que eso no cambie nuestra relación. —Si tu promiscuidad no nos alejado, nada lo hará. —Eso sonó muy feo, pero a ti no puedo engañar. —Escucha Keith, hay algo que debo contarte, pero prefiero que sea personal, ¿te parece si nos vemos mañana a las ocho de la noche? —Se te oye preocupada, ¿pasó algo? —No, todo está bien. Ya lo hablaremos mañana, te veo en el café de siempre. —Está bien, te espero allí. Que descanses, ricitos. Él cuelga antes de que yo responda, entonces veo al chofer que me observa por el espejo. —Es un amigo, ¿podrías guardar el secreto? —Pierda cuidado, señora. Mis labios están sellados. Hay tantas cosas que debo hacer, pero al menos mis niñas estarán bien. … Llego a casa, e inesperadamente escucho unas risas que vienen desde la sala. —¿Quiere que lleve las maletas a su habitación, señora? —pregunta el chofer. —Sí por favor. —¡Oh! Que bueno que llegaste —Arya me aparece en la entrada, tomando mi mano para llevarme a la sala—. Mi esposo ha llegado, y quiero que lo conozcas. Ahora está platicando con mi hermano. Está ansioso por conocerte. Hasta ese momento no tuve ningún problema, por lo que compartiendo el entusiasmo de Arya, quise conocer al maravilloso hombre que ella había descrito. Me encontré con los ojos de Pax, y la espalda del esposo de Arya, ella se acercó a él, abrazándolo por los hombros para que girara a verme. —Amorcito, te presento a la esposa de Pax, María Macri. Mi sonrisa se desvaneció al instante. El tipo frente a mí era… —Zack, mi amor, ¿no dirás algo? —dijo Arya, sin dejar de abrazarlo. Las humillaciones, los gritos, incluso el maltrato físico regresó a mi cabeza en recuerdos que quise borrar. Esto no puede ser real. Debo estar teniendo una pesadilla, mas decido mantenerme firme. Aquella niña desapareció. Esa chiquilla que un día lo amó, murió. La que pensó que la vida sería color de rosa con él, la que se creyó el maldito cuento. De hecho, ahora solo siento desagrado con solo mirarlo. Aprieto los puños y abro la boca con la intención de decirle sus cuatro verdades, pero es cuando Arya, frota su mejilla a la de él, al mismo tiempo que Pax toma lugar a mi lado. —¿Todo bien? —cuestiona, ante el incómodo silencio. —Perfecto —digo, estirando mi mano en dirección a él. Veo como palidece y pasa saliva, mirándome de pies a cabeza, para luego observar el anillo que llevo en mi mano. —Saluda a mi esposa, Zack —la voz de Pax parece una orden, a lo que él solo asiente. No tengo idea de que debe estar pensando, aunque no deja de mirarme. —————— POV Zack De todas las cosas que podían suceder, esta era que menos esperaría. —¿Cómo dices? ¿T-tu esposa? —miré a María y ella acarició sus dedos con el anillo en el anular. —Así es amorcito, mi hermano al fin se casó, ¿no los vas a felicitar? Ella se mostró despreocupada, tendiendome su mano para estrecharla, me miraba como un insecto, pero eso no era lo peor. ¡Maldita sea! Estaba increíble. Ese cabello rubio más brillante, esos ojos verdes luminosos, su cuerpo tenía nuevas curvas, incluso mejores que los de Annet. Mierd@, mierd@, mierd@, mierd@… —Parece que tampoco sabe saludar, señor Zack —fue María quien tomó mi mano y la estrechó—. No soy un monstruo, no me tema. —Señores, la habitación está lista —interrumpió otra de las empleadas. —Oh, creo que debemos dejar a solas a los recién casados, amor. Ya sabes como son esas primeras noches. Mi mandíbula se pone tensa y me obligo a sonreír para no despertar sospechas de lo que me está sucediendo. —Estoy algo cansado, amor. Quisiera ducharme. —Claro, luego subo a hacerte compañía —Arya me deja ir, y una vez que estoy solo en medio de las escaleras, golpeo la baranda con mi puño. ¿¡Cómo puede ser posible!? ¿¡Por qué ella está aquí!? Más tarde, luego de tomar la ducha, salgo envuelto en mi toalla, encontrando a Arya doblando mi ropa para guardarlo en el armario. —¿Y qué opinas? —me dice, en lo que seco mi cabello. —¿Sobre qué? —Ay tontito, hablo de María, es un encanto, ¿no lo crees? —Pues creo que es una tontería. No la conocen. Tu hermano no debió casarse tan pronto. —Pero si la conocemos. Ella es la estudiante que ayudamos con sus estudios. —¡Es igual! —me exalté—. ¡No debió casarse con ella! Q-quizás sea una interesada. —No lo creo, se ve muy buena persona. —Sé lo que te digo, Arya. Esa mujer solo quiere sacar provecho. No confien en ella. ——————— POV Pax —¿Qué haces con eso? Veo a María tomando las almohadas y mantas de la cama para armar una cama improvisada sobre el sillón. —Voy hacer una alfombra mágica para volar —me contesta, pero luego cambia su respuesta—. Dado que me han instalado aquí, armo mi cama. —Dejate de tonterías —me acerco a tomar las almohadas y regresarlas a la cama. —Oiga, no… Ella trata de quitarme las almohadas, pero no me gana en fuerza y termino por devolver todo a la cama. —Usa la mitad, yo vendré luego y ocuparé la otra mitad. —No voy a dormir en la misma cama que usted. —Pues lamentablemente solo hay una cama. —Está el sillón. —Los empleados vienen por la mañana, no puedo arriesgarme a que te vean dormir en el sillón. Solo será por esta noche, después hallaremos una solución. —Pero… Sus manos se apretaron a su ropa. ¿Estaba nerviosa? Pero si ya estuvo casada, esto es absurdo. —No voy a tocarte, no tengo la intención de hacerlo. Pero María volvió a tomar la almohada. —No confío en usted. —¡Oye! —trato de quitárselo sin ser brusco, pero en el forcejeo, caigo sobre ella en la cama. Sus piernas están alrededor de mis caderas, y sus mejillas están sonrojadas, me mira fijamente, mientras mis brazos están a sus costados, entonces… Veo sus labios rosas semiabiertos. Sí, es muy linda, lo admito, pero esto no está bien. No puedo romper mi palabra en la primera noche.
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