El jugador vrs la cocinera

1342 Words
Felipe descubre muy pronto que soy una mejor cocinera que jugadora, al menos según la gente que disfruta viendo tus errores. Así que rápidamente prendo la estufa mientras conversamos sobre este mundo que parece tonto para aquellos que no lo conocen y dañino para aquellos que tienen hijos, pero para mí tiene su cuota de arte, exceso de inteligencia y ¡Wow! Tecnología futurística. Esto es más de lo que pensé que era, es una cultura. —¿Seguro no quieres medicina? —Acabo de llegar de Nueva York y creo que dormí con la boca abierta. —¿Con la boca abierta? —sonrío mientras asiento. —Es muy probable que roncara —él ríe. —Eso está implícito. —Maddison dice que este es un trabajo especial, necesitas algo para un gran evento o algo así. —Mi abuelo le heredará demasiado dinero a un solo m*****o de la familia, a los demás les dará propiedades. Ante sus ojos, soy un gordo perdedor que juega en su celular, y necesito que crea que tengo una novia, un perro y una vida. —¿Cuándo es eso? —En un mes, pero quiero que vengas, pases la mayor cantidad de tiempo conmigo y al final completemos nuestras frases. —¿Quieres que tu familia piense que tienes una novia locamente enamorada de ti? —Exactamente. Observo a Felipe como si estuviera loco, porque tener una novia falsa no hará que tu abuelo te herede millones ni resolverá tu vida en realidad. Pero me encojo de hombros y le propongo que me cuente toda nuestra "historia de amor", y para él, es la siguiente: Yo iba saliendo del gimnasio cuando me topé con él, me ayudó a recoger mi teléfono del suelo, el cual no encendía. Se ofreció a ayudarme y fuimos por un café. Entre sus arreglos básicos del celular y nuestra conversación, surgió la chispa. Y al finalizar nuestras bebidas, él se armó de valor para invitarme a cenar. —¿Por qué voy saliendo del gimnasio? —Para que puedan hacer chistes sobre mi peso. —Asiento. —¿Y qué es la "chispa"? —Te gusto, me gustas... —Felipe, has estado en una relación. —¿Me has visto? —A mí no me pagan por darte terapia. No voy a tener relaciones contigo porque mi contrato no me obliga, y no voy a escuchar chistes que menosprecien tu autoestima. Desde mi punto de vista, si eres anoréxico, te ingresan en una clínica sin tener en cuenta tu opinión. Sin embargo, cuando tienes sobrepeso, la decisión es completamente tuya. Por ejemplo, sabía que vendrías y no te cambiaste la camisa manchada. ¿Cuándo fue la última vez que tomaste una ducha o te lavaste los dientes? Todo eso es tu elección. Podrías tener una novia y un perro de verdad. Él parece avergonzado, un poco agotado y lo veo esconder sus manos detrás de su espaldas, ve sus pies incómodo mientras juega con las puertas de sus zapatos y finalmente reconoce: —No sé qué hacer con mi peso. —Dejar de comer —respondo y él se ríe. —Mañana pasaré por ti para que corramos juntos, a tu ritmo, lo que puedas aguantar, e iremos a ver a una nutricionista. Podremos elegir un plan en el que puedas comer saludable y rico. —¿Sí? —Solo si tú quieres —respondo. —Claro, y tú considerarías tomar un jarabe para que tu voz no suene como la de una proxeneta —Los dos nos miramos y reímos. Él me agradece y vuelve con un jarabe a base de miel y otro a base de químicos. Tomo el primero y luego el segundo. Finalmente, me despido y él me acompaña al primer piso. Mickey me agradece por mi regalo, ha sido una tontería, pero demuestra lo mucho que presto atención. Voy a casa y me duermo. Eso realmente rejuvenece. A la mañana siguiente, preparo una bebida desintoxicante para mí y para mi compañero de caminata del día. Mickey me mira sorprendido porque no solemos vernos tan temprano. Le entrego una taza de café y le pregunto si puede enseñarme a caminar. —Claro. —¿Sí? —Sí, somos amigos. —Sí —respondo con una sonrisa. —Gracias. —Algún día serás una mujer importante en los negocios y querrás un chofer —me río. —Todos están obsesionados con cambiarme. —No, no creo Mina. No quiero cambiarte. Eres lo más hermoso que he conocido en años. Quiero que tú misma estés convencida de eso, de tu potencial. —¿Has visto a alguien salir bien de esto? —Algunas se casan con sus clientes y se divorcian, algunas estudian y siempre logran mantenerse a flote, y otras viven el día a día hasta que llegan a cierta edad. —¿Cuántas? —Treinta. Algunas han llegado a los treinta y cinco. —Alentador —bromeo y él ríe. Me despido cuando me deja en frente y corro hacia el edificio. Hoy manejo los botones del elevador como una profesional, me llevan al departamento de Felipe. En cuanto ingreso al apartamento escucho unos ruidos sexuales, al principio me parecen irreales, pero conforme me acerco a la sala de televisión, se me hacen más reales. Me quedo en la puerta, pero no tardo mucho en darme cuenta de que nadie gime así. Solo una actriz porno, sería capaz de sonar tan encendida pero falsa. Estoy casi segura de que un hombre no nota la diferencia. Sigo caminando por la casa y encuentro a Felipe dormido, con las manos dentro de sus pantalones. Me río y le coloco las dos bebidas frías sobre los ojos. Él grita asustado y luego me mira, avergonzado, tratando de apagar el televisor mientras yo me río. Observo la pantalla y me divierto aún más, especialmente cuando veo el título de búsqueda: "Rubias tetonas calientes". —Aww, Felipe... —me quejo y doy un sorbo a mi bebida. —Estás comprando boletos al infierno. El porno es dañino, la prostitución es dañina, mentir es la puerta de entrada. Vale, ya, ve a bañarte y ponte ropa. Vamos a correr y nada de "pajas" en la ducha. ¡Corre, corre, corre! Apago eso o intento con cinco controles diferentes, decido apagar el televisor y noto que está suscrito. Veinte minutos más tarde, él se acerca a mí con los dientes lavados, el pelo recogido en una cola y ropa deportiva. Veo que no es la primera vez que hace ejercicio y eso me alegra. —Oye... —Perdón por el porno. —No. Eventualmente, todo el mundo ve porno. —¿No te disgusta? —¿Por ser mujer no puedo masturbarme de vez en cuando? —Sí, seguro. —Bueno... —Bueno... —Pero lo compro. —Sí, eso está bien, pero el porno es gratuito. —Mina, el porno gratuito está asociado a la violencia. Ya sabes, jóvenes asiáticas violadas a las que no entendemos o tráfico de mujeres. —No demonices más el porno —le pido y él ríe. —Lo ideal sería que nadie lo viera, pagar por él les incentiva seguri haciéndolo. Es como decirles: “gratis o no, te veré”. —Vale, el porno es malo. —Fatal. —Hace cuanto dejaste de ejercitar. —Hace como tres meses. —¿Todo este peso en tres meses? —No… no, yo solo empeoré hace tres meses. —Okay, entonces estiremos en el parque y nos vamos a correr. Después de correr una media hora y caminar diez minutos más, pasamos a una panadería con chorizos y cosas maravillosas, todo muy fresco y jugoso, me encantó, conocí más al hombre inteligente frente a mí y esos me recordó una cosas, no todo son las apariencias. Eso es lo que quería decirme Raúl y lo que intentó decirme Mickey, mi ida aparenta ir mejor, pero si no juego mis cartas ahora, si no las juego pronto, entonces, pronto no me quedará nada.
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