Con mucho cuidado, y conteniendo las lágrimas, la nana volvió a poner los resultados entre los otros, esperaría a que el médico los revisara, y que fuera él quién hablara con Ava. Días después la chica apretaba sus manos con fuerza, estaba en la sala de espera del consultorio, estaba por saber si volvería a ver algún día, tenía una mezcla de emociones encontradas, tristeza y alegría. —Tranquila mi niña, deja esos nervios que ya me los están contagiando. —Nana, hoy el médico me dirá si tengo probabilidad de recuperar la vista. —Sí, pero debes de ser consciente que deben hacerte estudios especializados, es un largo proceso que te espera, y debes tomarlo con la mayor calma posible, de nada te sirve para desesperarte. —Lo intento nana, pero me ganan los nervios. Poco después se encontrab