Capítulo 5: Una pluma

1022 Words
Abrió la puerta y su quijada prácticamente se le cayó de la cara. No podía creer que estuviera allí frente a él y, créanme, ni yo misma me daba crédito de estar allí. Para mí era una cuestión de honor, pero si las cuentas no daban, doblegaría mi orgullo lo justo y necesario para lograr seguir en pie en este mundo cruel. Lo que no esperaba era que al encontrarme con su mirada me volviera a perder en sus ojos de la misma forma que lo hice la primera vez que lo vi. Embobada en esa realidad paralela, me dejé arrastrar por el universo llevándome como la corriente de un río espiritual. Podía asegurar que así debía de sentirse ser una pluma siendo llevada por el fluente de un río que era dirigida exactamente hacia el centro de su mirada, adentrándome en aquellas galaxias que se escondían detrás de sus ojos. Atravesé el resto del universo tendida de la mano con aquel ser que se aferraba a aquel contacto como si su vida dependiera de ello. Las maravillas del espacio llamaban nuestra atención de a ratos, pasamos por marte en un instante tanto que casi no me di cuenta hasta que teníamos a Júpiter de frente, sobrevolarlo fue la sensación más liberadora que hubiera creído atravesar, los anillos de Saturno vistos desde lejos captó nuestro interés por lo que cuando quise darme cuenta ya estábamos viendo los vestigios del último planeta de nuestra querida galaxia. Allí estaba mi preciado Plutón, un pequeño planeta frágil y discriminado por miles de terrícolas que se dedicaban fehacientemente a desterrarlo de su título como planeta del sistema solar. Siempre me sentí identificada con aquel renegado y no pude evitar apreciarlo, cautivada por su esencia. De pronto, una pequeña presión a mi otro extremo me exigía atención y volví la vista maravillada hacia mi acompañante en ese viaje. Ambos nos encontramos en el otro y, de repente, todo colapsó. El viaje se invirtió haciéndonos volver abruptamente hacia la realidad. Volví a abrir los ojos, aunque en realidad ya los tenía abiertos, con la boca abierta de par en par contemplando a aquel joven que estaba frente a mí con la misma expresión de confusión y admiración. Quise decir algo inteligente, pero mi cerebro todavía no procesaba todo lo que había vivido. ¿Había sido un sueño? No podía ser un sueño, fue tan real que casi podía tocar la estela del vacío mismo como si se tratara de una consistencia airosa aunque ciertamente más densa. La experiencia había sido reveladora… ¿A caso él también la vivió? ¿Vio todo lo que yo sí fui capaz de ver? Iba a decir algo inteligente, lo juro. — ¿Me pasarías un sorbete? — le pedí mientras corría la mirada de sus ojos y los dirigía a un costado, extendí mi mano y con mi dedo índice le indiqué el vaso que estaba detrás de él y que estaba lleno de sorbetes listos para usar. Les puedo asegurar que intenté decir algo más interesante, pero no pude. Fue imposible. Las únicas palabras que salieron de mi boca fueron las que justamente iba a decir antes del gran viaje astral que experimenté segundos antes. — Claro. — contestó rápidamente. Ambos estábamos impactados y lucíamos muy incómodos uno con el otro. Era como si aquella experiencia hubiera desnudado nuestras almas dejándonos totalmente expuestos. Tomé el utensilio y luego de agradecerle por el gesto salí a trote hacia la pista de baile donde se encontraban mis amigas. Mientras intentaba dilucidar lo que había ocurrido, relojeaba a aquel joven que estaba en la barra intentando tomar disimuladamente su trago. ¡Ups! Nuestras miradas se volvieron a cruzar y ambos las desviamos bruscamente hacia un costado. Era increíble, éramos unos grandulones de veinticinco años sintiéndose niños de vuelta. La timidez… ¿hacía cuánto que no la experimentaba en primera persona? Era una situación insólita para morir de risa. La situación me hizo sonreír nerviosa y luego de tomar varios sorbos de mi trago, el efecto embriagador de la noche empezó a surtir efecto. Estábamos allí celebrando. Con tres de mis amigas estábamos celebrando la finalización de nuestras carreras universitarias, estábamos despidiéndonos de los resúmenes, de los pizarrones, de las presentaciones y principalmente de las evaluaciones. Un momento de fiesta se llenó de magia por un instante gracias a ese misterioso joven que nuevamente volvía su atención hacia nosotras. — Ese chico no dejó de mirarte desde que fuiste hasta él. ¿Qué le dijiste para dejarlo así de hechizado? — me preguntó Lara. — Solo le dije que ahora soy administradora, que lo piense. — contesté y le guiñé un ojo con una sonrisa cómplice llena de picardía. — jajaja— la risotada fue general, las cuatro largamos la carcajada después de mi chiste y seguimos bailando llamando la atención de algunos de los hombres que estaban alrededor nuestro. Mis amigas se habían vestido de manera muy provocativa y yo no me pude quedar atrás. El look general era shorts y unos tops negros muy llamativos. En mi caso, había combinado el top n***o con una minifalda blanca hermosa, acompañada de una chaqueta lisa blanca. Un par de pulseras delicadas de plata y oro en cada mano y por último unas sandalias negras con taco súper divinas. Cabello largo y suelto, luciendo su look más natural al igual que el maquillaje bien delicado que encajaba a la perfección con la vestimenta que llevaba puesta. — En ese caso, quizás me lo piense más seriamente. — se escuchó una voz grave y clara detrás de mí. Su voz me atrapó al instante, dejándonos mudas a mí y al resto de mis amigas allí reunidas. El magnetismo que sentíamos el uno por el otro era tan palpable que incluso mis amigas eran capaces de percibirlo. Estiro su mano y se adueñó de uno de los mechones de mi cabello jugando con su estilo ondulado. Aquel acto prácticamente fue similar al impacto que genera un avión al romper la barrera del sonido. Era imposible no sentirlo. Quedé helada ante su seguridad mientras rompía la mía en pedazos.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD