Juego con el bolígrafo en mi mano una y otra vez, mientras no dejo de pensar en todo lo que ha acontecido en tan solo una noche. Renata, la cena, la discusión con ella, con mi abuelo y luego con mi madre. Mi propia casa se volvió en infierno siendo ella la reina entronada en medio. Pidió que todos se fuesen de nuestra casa, ordenó no verlos al amanecer, y lo que más me impresiona, es que todos obedecieron sin rechistar. ¿Culpa? ¿Vergüenza? ¿Obligación? No lo sé, pero esta mañana he despertado bien temprano como de costumbre y desayuné sin nadie a mí alrededor. Siendo masoquistas, me quedé más tiempo del que debería para así verla, pero desistí al ser pasada las nueve. Quería verla antes de irme, discutirle y asegurarle que no se la pondré fácil; advertirle que no se va a deshacer de mí