Narra Inuyasha
—¡Hay que hacer algo rápido!—grito histérico mientras destrozo árboles, los cuales no tienen nada de culpa por lo que pasa, pero con algo tengo que saciar mi ira.
—Calma Inuyasha—habla Miroku muy tranquilo para mi gusto.
—¿¡Qué me calme!?, ¿qué me calmes dices?, pero ¿qué diablos tienes en la cabeza?—grito muy enojado.
—Tienes que calmarte—ahora habla Sango, quien está muy irritada también.
—No me calmaré hasta que vea a Kagome aquí, no sé cómo voy hacer, pero la quiero aquí, no sé qué le estará haciéndole Naraku, ella muy débil, no tiene maldades, él puede estar torturándola o puede estar muerta—lo último lo digo con la voz entrecortada.
—Tienes que pensar positivo Inuyasha, no puedes pensar así—me dice Miroku.
—Prometí que la cuidaría y está en manos de Naraku, ¿cómo crees que me siento?—destrozo otro árbol.
—Tienes que pensar de manera positiva, hay que pensar con la mente fría Inuyasha, en vez de perder el tiempo aquí destrozando y lamentándote vamos a buscar a la señorita Kagome—dice Miroku.
—Debemos de tener mucho cuidado ya que Kagome no recuerda y pueden confundirla o hacerla sufrir—dice Sango subiendo sobre Kirara y Miroku detrás de ella.
—Perfecto—dice Miroku cuando toca el trasero de Sango y ella le da una bofetada.
—Monje pervertido, no vez la situación en la que estamos y tu tocándome el trasero—dice sango y Miroku tiene la marca de la mano de sango.
—Sanguito sabes que la maldición me matará tengo que aprovechar los momentos contigo y disfrutando de tu lindo trase...
Las palabras se quedan en el aire cuando el aura de Sango cambia por completo dando mucho miedo, Miroku corre detrás de mi escondiéndose.
—Sálvame Inuyasha—habla tapándose con mi haori.
—Sal de ahí monje pervertido, da a
la cara mujeriego del demonio—dice una muy enfadada Sango.
—Cálmate Sanguito y hablamos en paz—dice Miroku colocándose al lado mío.
—Monje libidinoso, ¿qué tengo yo que hablar?—Sango toma en sus manos su hiraikotsu.
—Vamos a negociar Sango, ¿sí?—Sango lo piensa y finalmente acepta. Se marchan para hablar y luego de un largo rato regresan y yo tengo la paciencia en un muy mínima.
—Vámonos—aviso y comienzo a correr.
—Inuyasha, ¿a qué dirección vamos?—pregunta Miroku.
—Solo sígueme—respondo mirando de reojo cuando asiente.
Narra Kagome
Abro los ojos lentamente tratando de acostumbrarme a la luz, cuando logro adaptarme a la luz, me paro muy rápido lo cual fue mala idea ya que un mareo me da la bienvenida al tener los pies sobre la tierra, miro todo. Me encuentro y es una enorme habitación, o mejor dicho alcoba ya que esto es gigante, una cama matrimonial en el centro de esta, pero, ¿desde cuándo el Sekungo tiene camas?, esto es extraño, una mesa y su silla hermosa dorada con marrón que esta hermosa, me acerco a la mesa y descubro que está llena de maquillaje, y un espejo frente a la silla, la habitación es totalmente hermosa, me acerco a una de las puertas que hay en esta y descubro un clóset lleno de kimonos, la próxima puerta es un baño, pero ¿eso existe en esta época?, lo dudo, y en este momento es que caigo en cuenta de que viajo al pasado por un pozo, VIAJO POR EL TIEMPO, AL PASADO, me pongo histérica siendo consciente de ello, camino por toda la habitación de un lugar a otro siendo conciente de todo, me cuesta respirar, pero lo más extraño es que no siento ninguna emoción.
Me siento en la orilla de la enorme cama y me tranquilizo, o por lo menos trato, Naraku entra por la puerta que ahora deduzco en la de salida.
—Veo que despertaste—me trata de sonreír y solo consigue una fea mueca.
—¿De quién es esta habitación?—pregunto poniéndome de pie y caminando hasta él.
—Es tuya Kagome—se acerca el también.
—¿Por qué es mía?—lo miro. Camino hasta un hermoso sillón y me siento, él copia mi acción.
—Porque tú eres mi novia y pronto vas hacer mi esposa—toma una de mis manos y la besa.
—No puedo hacer eso—quito mi mano de la suya, me las paso por el cabello es señal de frustración.
—¿Por qué?—parece irritado.
—Porque no te recuerdo, hasta que no recuerde nada pasara entre nosotros, además, no siento ningún sentimiento por ti, ni siquiera emoción alguna—me pongo de pie nuevamente.
—Está bien, cámbiate, Inuyasha vendrá aquí, así lo conoces por fin—asiento y él se dirige a la puerta, me da una última mirada antes de cerrar la puerta y yo soltar el aire que no sabía que tenía acumulado. Tendré que vestirme. Cuando me dispongo a ponerme un kimono lo dejo en la cama y pienso que quiero algo más de mi época, pienso en un hermoso vestido rojo y de repente una luz rosada con violeta me arropa.
Narra Inuyasha
Después de por fin encontrar un rastro de Kagome, nos acercamos corriendo para encontramos con Kagura.
—Inuyasha por fin llegas—habla con su voz irónica la cual no soporto.
—Kagura ¿dónde está Kagome?—hablo con los dientes apretados.
—Ella está muy bien, junto a Naraku—sé muy bien que es para molestarme y que debería de ignorarla, pero eso no evita la ira que me consume por dentro.
—Maldita te voy a destrozar—advierto con la voz intimidante.
—Vamos Inuyasha ataca—esta jugado conmigo.
—Inuyasha no le hagas caso—aconseja Miroku.
—Desde cuando los humanos te dan órdenes Inuyasha, que bajo has caído—comienza a reírse, y yo hago lo posible para no degollarla aquí mismo.
—No me dan órdenes, me aconsejan—le aclaro.
—Estas muy aburrido—finge un bostezo—vamos a jugar un poco—sonríe y saca su abanico—danza de las cuchillas—esquivo todas las cuchillas.
—Viento cortante—lanzo mi ataque y ella como cobarde huye.
—Vamos a seguirla—dice Miroku, no espero nada más y comienzo a correr detrás de Kagura, estoy seguro que ella nos llevara al escondite de Naraku, aunque es extraño que ella no se haya percatado de que la seguimos. Después de un largo rato llegamos a un enorme y hermoso palacio y de Kagura no hay rastro.
—Inuyasha puede ser una trampa—dice Miroku y no le prestó atención haciendo mi acto de presencia, derrumbando la puerta de entrada con mi colmillo de acero, al entrar veo al maldito de Naraku parado en el último escalón de la gran escalera.
—Naraku, ¿dónde está Kagome?—voy directo al punto, aunque las ganas de matarlo estén presentes.
—Ella está perfectamente bien—me da una sonrisa maliciosa.
—¿Dónde está Kagome? -—pregunto, nuevamente perdiendo la poca paciencia, Naraku no pudo responder ya que un ruido de algo golpear el suelo lo detuvo, veo de a poco unos tacones, pero es extraño ya que eso solo existe en la época de Kagome, por eso lo sé, los tacones son negros, y después hace presencia un vestido rojo, muy lindo, mis ojos se quisieron salir de orbita al ver a la dueña de este. Kagome vestía el vestido rojo muy pegado al cuerpo, su hermoso cabello de un solo lado, su boca pintada de rojo en combinación con su vestido, Naraku quedo igual de sorprendido que yo al verla.
—Naraku, ¿quién es él?—su voz es fría, no es mi Kagome, no es mi niña.
—Es Inuyasha—responde Naraku de inmediato.
—Así que eres Inuyasha, por fin te conozco—me sonríe maliciosamente, y yo por primera vez sentí escalofríos por todo el cuerpo.