. . . . . Me desperté porque sentí el movimiento de la cama, era Nanna, tenía un vaso de jugo en su mano derecha, me lo dio y yo bebí en silencio. —Creo que ya no nos vamos. —Sí, si lo haremos. Saldremos por esa ventana al jardín y atravesaremos el patio, yendo todo recto. —Hay otra casa un poco más adelante. —La cruzamos y ya está, nadie se va a molestar solo porque crucemos por su patio, ni que fuéramos a quedarnos. —¿Y luego qué? —Pues vamos al banco, solicito la tarjeta y de paso saco dinero. Solo es eso. —Estoy segura que habrá que caminar mucho. —Y tú tienes unas buenas piernas para hacerlo. —No con dos maletas al rastro. —Se quedan. No nos hacen falta, necesitas tu identificación‚ ropa cómoda y nada mas. ¿Dónde están ellos? —Jonathan salió hace unos treinta m