. . . . . Lamentablemente, Vero tendría que guardar reposo absoluto. Al fin ya íbamos en coche camino a casa después de tener la primera cita con el doctor que la atendería desde ahora. Sí, íbamos a mi casa, ella había aceptado quedarse allí. Nanna ahora era su guardiana, no soltaba su mano ni se alejaba de ella para nada. Todos habíamos pasado un gran susto, pero ellas dos más; Nanna al creer que habían matado a su hermana por su causa , Vero pensando que había perdido al bebé y yo pensando que los había perdido a ambos cuando no los encontraba. Recordar esa situación solo había hecho que se me aguaran los ojos al tiempo que me recorría un escalofrío. Cuando llegamos a casa, la ayudé a bajar del coche, pasé una mano por su cintura y ella se apoyó en mis hombros. La llevé a la