El día de la fiesta había llegado, Foster estuvo prácticamente de viaje por varios días, así que hasta hoy lo volvería a ver. Todos los empleados trabajaron arduamente para tener todo listo, todo se iba a realizar en el patio trasero de la hacienda, se colocaron mesas, sillas, y una pista improvisada entre otros detalles. Estaba oscureciendo y la ansias me estaban aniquilando, estaba nerviosa por el hecho de que estarían presente mucha gente. Me sentía más cómoda con un número menor, además no sabía quienes o a que se dedicaban esas personas. Celia ingresó a la habitación con un té para beber que le había pedido. —¿Ya llegó Alexander?—le pregunté sintiéndome un poco extraña en decir su nombre en voz alta. —Hace unos minutos llegó, me dijo que el vendría a su habitación para llevarla a la