Ni siquiera pude pegar un ojo en toda la noche; los pensamientos sobre Victoria y la intriga por descubrir quién intentaba sabotear mi empresa me mantenían despierto. La tensión me había llevado a un estado de alerta constante, repasando cada detalle en mi mente una y otra vez. Sabía que debía actuar rápido. Decidí levantarme temprano y dirigirme al hospital donde tenían al ladrón que habíamos capturado robando información crucial. Los pasillos del hospital estaban llenos de un aroma mixto de desinfectante y enfermedad, pero ignoré todo eso mientras me dirigía hacia la recepción. —Buenos días, ¿en qué puedo ayudarlo? —me saludó la recepcionista, una joven con cabello castaño recogido en un moño perfecto. —Necesito saber en qué habitación está el paciente que ingresaron anoche por robo —