Capítulo 1

1623 Words
Jia Después de que la descuidada secretaria del Sr. Lane me dijera sin querer donde estaría su jefe, me pongo a investigar. Hoy a las 11 de la noche se llevará a cabo el evento de Dreame, empresa que lanzará su perfume con el mismo nombre. Tuve que pedir varios favores para ser invitada y poder asistir, además de comprarme un hermoso vestido azul, tengo que estar vestida acorde a la ocasión. Estoy en casa unas horas antes para poder arreglarme, Vante sabe mis planes y aunque a veces me diga maniática, muchas veces más me dice brillante, y hoy es una de esas veces. Acabo de ducharme y salgo con una toalla cubriendo mi cuerpo, miro a Vante concentrado en su portátil lo cual lo hace ver maldita mente sexy, frunce el ceño cuando se concentra y se muerde los labios, algo que me atrae mucho de él. Lo abrazo por atrás y empiezo a besar su cuello, sé donde es su debilidad, él ríe, pero no deja de escribir. —Jia, ahora no —objeta. —Ahora sí… —le susurro en el oído. —En serio. —Se levanta bruscamente cuando empiezo a colar mis manos por su camisa entre abierta, me mira enojado y no comprendo por qué. Siempre juego así con él y le encanta o le encantaba por lo que veo—. Tú… tienes que ir al evento y yo tengo que corregir unos documentos, no ahora por favor. —Sus palabras me desconciertan. ¿Desde cuándo se niega a tener sexo conmigo? Bueno, no es como si fuéramos conejos o algo parecido porque la verdad nuestros encuentros son rutinarios aún que últimamente no los tengamos. El siempre es quien toma la iniciativa y hace mucho que no lo hace más, quiero pensar que el trabajo tiene que ver en esto, Vante perdió su último caso hace unas semanas y ha estado de mal humor desde entonces, hemos estado muy atareados, pero ahora que tenemos tiempo ¿No quiere? Me resigno y no digo nada más, me voy a mi cuarto, necesito relajarme y solo lo logro hacer cuando me satisfago, así que como ya es costumbre saco a mi pequeño secuaz de 23 cm del cajón de mi armario. Empieza a vibrar en mi mano y lo veo con una sonrisa, me recuesto en la cama pasando el objeto de goma por mi senos, haciéndolo vibrar sobre mis pezones, bajando muy lentamente hasta mi vientre, abro la toalla dejándome expuesta, saco un tubo de lubricante del buro a mi lado y vierto en mis dedos una ligera cantidad. Llevo mi mano a mi intimidad y empiezo a masajear con mis dedos lubricando mi vulva, suelto un gemido cuando logro introducir uno de ellos, mientras toco mi c******s, llevo el consolador hasta esta zona y siento como vibra sobre ella, haciéndome temblar, introduzco otro dedo más y arqueo mi espalda mordiendo mi labio reprimiendo mis gemidos, subo el ritmo penetrándome yo misma, es una locura cuando sin esperar mucho meto de golpe el consolador. Otro gemido y otro más después del anterior se me escapan, al sentir las vibraciones en mi interior, arremeto contra mí de una manera enferma y desenfrenada mientras me masturbo sobre mi pequeño botón, unos minutos después estoy sudada, con mi respiración entrecortada, sintiendo el final de mi orgasmo, el consolador aún prendido en mi interior. ... La presentación de Dream es un evento donde asistirán los mejores empresarios y la más importante socialite. Al entrar al Rollal Pala me encuentro con ciento de personas vestidas con etiqueta, será todo un reto encontrar al dueño de ALFA en este lugar, busqué unas fotos de él por internet, pero por desgracia la última que se tomó fue hace años, cuando lo nombraron el nuevo dueño de su empresa, no creo que se vea así ahora mismo, pero que más daba lo buscaría hasta debajo de las piedras. ... Al parecer nadie de aquí quiere conversar con alguien que no haya salido en la portada de una revista o que tenga millones de dólares en una cuenta bancaria, ¡Esto apesta!. A caso… ¿El Sr. Lane se iba a salir con la suya? Ni siquiera lo conocía y ya lo estaba detestando. ¿Por qué había personas como él en el mundo? Sinceramente XIGNUX tienen muy buenas razones para querer demandarlos. Hay muchas irregularidades, poca información. ¿De dónde viene? ¿Cómo creo su imperio? Demasiado extraño, es como si tratara de ocultar algo, aparte de que no sale en ningún artículo, es poco sociable y me pregunto, ¿por qué ahora decide asistir a eventos como estos, cuando no lo había hecho jamás? Me acerco a la barra y pido una copa de vino, la cabeza me duele de tanto pensar, él tal Eduard como me atrevo a llamarlo es un enigma. —Menuda fiesta... —escucho una voz gruesa a mi lado, curiosa me atrevo a mirar al dueño de esta y me sorprendo cuando me percato de lo atractivo que es, no es que no hubiera hombres guapos en el evento, pero él, era muy diferente a todos. Su porte elegante, su cabello pulcramente acomodado y su cuerpo visiblemente fuerte, pero ni siquiera eso le gana al sexy perfil de su rostro con su mandíbula marcada y sus labios carnosos. Vaya, al menos había gente decente en medio de tanta porquería. Eduard —¿Qué harás con la demanda?, no puedes huir por siempre. —Odio que Lori sea mi asesora y que siempre tenga razón—. Hace un rato pude ver a la abogada, es bastante joven, inexperta y torpe, podemos ganar. —Ni siquiera sé por qué me demandan, jamás incumplí el contrato, no lo entiendo —digo mientras me acomodo el saco del esmoquin. —Y si no lo averiguamos menos lo sabremos —Lori acomoda el moño en mi cuello y entorno los ojos ante su comentario. —Odio estos eventos —digo cuando siento que aprieta el nudo un poco más—. Recuérdame porque lo hago. —Porque el consejo te obliga a mantener los lazos con los humanos. —Me recuerda. —Los humanos... siempre se trata de ellos, se creen superiores a cualquier r**a, destruyen todo a su paso y no tienen respeto por nada, ni nadie, sin saber lo insignificantes que son en verdad. —Eduard... —Lori pone su mano en mi hombro. —Lo que le pasó a tus padres... —No fue culpa de nadie, siempre me lo repito aunque jamás lo llegue a creer. —Me doy un último vistazo frente al gran espejo de mi habitación, y me dispongo a salir directo al Rollal Pala. Odio este tipo de eventos, el olor de los humanos me desagrada, y estar en un evento donde hay más de uno es asqueroso. Varias personas se me acercan tratando de iniciar una conversación, aún con mi falta de humor soy alguien amable. Es curioso como los humanos manejan sus emociones y más cuando hay muchos de por medio, la mujer a lado del hombre del cual no recuerdo su nombre coquetea con el hombre a mi lado, su acompañante acaba de ver como lo hace descaradamente y simplemente ignora el hecho, si esta situación pasara en nuestra manada, el hombre a mi lado estaría muerto y la mujer igual, los lobos no somos tan civilizados cuando se trata de nuestra pareja. Ruedo los ojos cuando la acompañante de la superestrella de cine Bruno Serinsky me guiña el ojo, estos humanos sí que saben como pasar el rato, desgraciadamente no es de mi agrado y mucho menos siendo una humana. Me disculpo y me alejo de la aburrida conversación, el drama visible es mucho más interesante, pero si no habrá pelea también se tornará aburrido. Me acerco a la barra y pido una copa de Macallan. El olor peculiar de una omega llega hasta mis fosas nasales, lo cual me desconcierta pues jamás he olido nada igual. La miro, y me descoloca totalmente su belleza, observo su hermosa figura mientras ella pone entre sus rosados y esponjosos labios la copa de vino. ¿Quién eres? Es lo primero que me pregunto, ¿Será posible que haya más lobos en el evento?, no puede ser, lo sabría. —Menuda fiesta... —Le digo con la intención de llamar su atención, al parecer no se ha dado cuenta de mi presencia, eso es sumamente extraño, teniendo en cuenta que el olor de un alfa es muy fuerte para las omegas a no ser que... ella ya esté marcada. Me mira por el rabillo del ojo y se gira. —Al menos el vino es bueno. —Sonríe y sus pequeños ojos se esconden formando una linda raya, realmente espero que no le pertenezca a nadie, Dios, es la omega más hermosa que haya visto sin contar su olor que me fascina. Sus ojos color miel me miran curiosos y aún no puedo creer que mi presencia no haga nada con ella, toda omega siempre se presenta sumisa ante un alfa. —¿Cómo te llam...? —Sr. Lane, ha surgido algo importante. —David interrumpe mis palabras y estoy a punto de reprenderlo cuando me dice al oído el problema que ha surgido. —¿Tú eres Eduard Lane? Pregunta y asiento extrañado por la forma en la que me mira, como si fuera toda una gran sorpresa. ¿Incluso en otras manadas era popular? —Señor necesitamos irnos —Era verdad. Empiezo a caminar. —Espere... —me llama. —Lo siento, desearía quedarme pero no puedo. —Y así sin conocer su nombre, me alejo a toda prisa del lugar.
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