—Debemos irnos. —Se paró frente a él—. Debemos regresar a Los Ángeles. —Félix cerró sus ojos por un segundo, tomando el puente de su nariz. No era la primera vez que Leo estaba decidido a regresar a su país natal, y la frecuencia de sus pesadillas lo hacía cada vez más inevitable. Aún recordaba cuando era apenas un chiquillo de diez años, le dijo seguro que él se vengaría del hombre que mató a sus padres, pensó que solo había actuado así por la emoción del momento, nunca fue su intención enseñarle todo lo que sabía para qué ese fuera su propósito, pero supuso que era algo que tenía que pasar eventualmente. La vida criminal jamás era una línea recta y la muerte de su hermano y cuñada, era un claro ejemplo.
—Temí que este día llegara. —Suspiró—. Pero ya eres todo un hombre, capaz de tomar tus propias decisiones, así que solo me queda apoyarte en el proceso, porque lo harás con o sin mi aprobación. ¿No es así? —Leo sonrió y asintió al escucharlo.
Su tío se había convertido en un padre para él, y el hecho de que aceptara ayudarlo en esta loca, pero necesaria venganza lo entusiasmaba aún más. Le dio un gran abrazo rápido pero fuerte.
—Gracias, de verdad te lo agradezco. Nos iremos apenas amanezca. Llama a Ana por mí. ¿Si? —Tomó su hombro con aceptación y su tío asintió, no estaba seguro de esto, sin embargo, no habría marcha atrás.
—Vamos por ese hijo de puta. —Félix formó una sonrisa torcida y salió de la habitación para preparar todo lo necesario para su partida.
Uno de los choferes los llevó hasta el aeropuerto, donde tomarían el primer vuelo hacia Los Ángeles. Durante el camino, Leo se mostró cayado, estaba pensando mucho en lo que haría, tal vez incluso lo pensaba más de la cuenta, se sentía con tantas emociones que no sabía como interpretarlas.
Aparentemente, todo estaba listo, los boletos del avión los tenía en la mano y solo esperaban a Ana en la sala de abordaje. Soltó un bufido, la espera no era lo suyo. El vuelo de Italia a Los Ángeles tardaría unas trece horas, tiempo suficiente para planear dentro del avión lo que harían cuando aterrizaran. Necesitaba investigar el nombre del asesino, pero sabía que al encontrar a Dalan Tonny, este lo llevaría a él, al menos contaba con una pista. Miró hacia la entrada con una mueca torcida.
—¿Qué no piensa venir? —dijo entre dientes. Estaba ansioso y la tardanza de su amiga lo ponía huraño, solo a él se le ocurría llevarla, bueno, tenía que admitir que era muy buena en lo que hacía, no por nada se encargaba de la seguridad de sus empresas, y los programas de sus usuarios. Pero ninguno de ellos le hacía justicia a todo lo que sabía hacer bien.
—Cálmate, sabes como es Ana, Seguramente debe estar probándose cientos de prendas cerciorándose de cuál queda mejor con el clima de Los Ángeles —Félix musitó calmado, todavía estaban a tiempo para tomar el vuelo.
Pero eso no tranquilizó a Leo, seguía viendo innumerables veces hacia la entrada, esperando que su amiga decidiera aparecer. Pensó en las muchas cosas que le haría si perdían el vuelo por su culpa y sonrió. Al parecer disfrutaba imaginar a Ana sufriendo mientras le daba una paliza, pero no pudo seguir más allá cuando la vio caminar hacia ellos, regresando a su semblante habitual.
—¡Ya! No me digas nada... —Antes de que pudiera decirle algo, Ana se escudó, conocía esa mirada de perro rabioso que ponía Leo, no era ni un poco tolerante—. ¿Sabes cuantas veces he salido del país? —Tanner alzó una ceja, que él supiera era la primera vez que se subía a un avión.
—¡Exacto! Ninguna. ¡Voy a conocer otro país! —dijo entusiasta—. Podría encontrar al amor de mi vida, así que debo verme bien en todo momento —La castaña sonrió y Tanner entornó los ojos.
—Hola, Ana. ¿Trajiste lo que te pedí? —Félix se acercó a ellos después de la pequeña intervención de su sobrino. Ella asintió de un modo más serio.
—No vamos de vacaciones. Así que no te ilusiones —agregó Leo—. Hay un único objetivo y solo debes concentrarte en eso. —Sus palabras no la hicieron flaquear, ella solo se encargaba de las cosas técnicas, hacker, robar información, etc. Por lo que pensó que sería muy fácil salir a conocer la ciudad. Leo podía llegar a ser muy mandón.