Ana cambió su expresión a una confusa.
—¿A no? ¿Entonces, qué sirven? —Soltó un puchero, quería un sándwichito.
—En un momento le traigo la carta. Permítame...
—Yo quiero unas fresas con crema y una soda, por favor —Leo le dijo mirando su móvil, la azafata asintió cabizbaja y se marchó.
—Eres terrible. —Ana se burló—. Mi gigoló favorito está perdiendo su toque. —Leo río bajo.
—No es mi tipo.
—¿Y eso cuando te ha detenido? —Alzó una ceja, sugerente.
—Solo quiero mantener mi mente en una sola cosa. —Su rostro se endureció y el de Ana igual.
Entendía lo importante que era encontrar y destruir al alfa que asesinó a sus padres, Aún recordaba la primera vez que lo conoció. Cuando fue a pedir empleo a su empresa, trató de seducirla, era el gigoló de ahora, en eso no había cambiado. No imaginó que esos trucos de chico malo no funcionarían con ella, tal vez fue por eso que bajó la guardia, entonces, Leo empezó una amistad con una omega por primera vez, era algo extraño, incluso para él. Los años fueron pasando y la confianza entre ellos creció al grado de contarle todo sobre su pasado, en ese momento, Scott entendió por qué se comportaba así, y decidió ayudarlo con su venganza cuando fuera necesario, ahora ahí estaba, de camino a Los Ángeles.
Aunque Tanner tuviera sus defectos sabía que había sufrido lo suficiente para actuar como lo hacía. Dejando de lado lo gruñón, petulante y promiscuo que era, podía llegar hacer un buen amigo y jefe.
Dejaron la charla de lado y se concentraron en degustar lo que llevaron para comer. Ana no entendía esa extraña obsesión que tenía con las fresas con crema, era casi una adicción, si no lo conociera juraría que solo comía eso, pero no era así, el cuerpo que tenía era gracias a su disciplina en el ejercicio y a la alimentación, aunque la genética también era partícipe.
Después de unas horas, Félix, Leo y Ana estaban sentados en una sala privada donde planearían con sumo cuidado lo que harían. El alfa mayor le pidió a la Omega los documentos que le había encargado, era la información recopilada de Dalan Tonny, pero no tenía buenas noticias.
—¿Qué sucede? —Leo observó la cara seria de su tío, antes de que este colocara sobre la mesa la información que le había entregado Ana.
El azabache lo leyó por sí mismo y al hacerlo apretó sus puños con furia y tensó su mandíbula, esto no podía ser posible.
—Lo siento, Leo. Dalan Tonny fue asesinado hace algunos años —musitó la Omega de forma decaída.
Era el único que conocía al asesino directo de sus padres, no tenía nombre u otro enlace con él, solo la imagen de su rostro en su cabeza. Se sentía en un callejón sin salida.
—¿Por qué no me lo dijiste antes?
Ana miró a Félix, ella tampoco sabía por qué le había ocultado esa información a Leo, él tenía conocimiento de esto mucho antes de que ella le entregara los papeles, se lo había dicho.
—Tengo una ligera sospecha de saber quien es el asesino de tus padres. —Félix dijo serio y abrió su portátil buscando el periódico local del país. Leo lo miró expectante.
—¿Quién? —Necesitaba tener una pista, lo que fuera con tal de dar con ese maldito.
—Quiero que veas este articulo... —Le mostró la nota en la sección de política de esa semana en el periódico. En esta se veía el título como el Hombre del futuro y la foto de un Alfa; de cabello castaño, con una pequeña barba en candado, alto de piel morena y mirada penetrante. Leo se tensó cuando lo miró de nuevo y leyó la nota acentuando su furia en un solo nombre, Filip Black.