Capítulo I: Dulce placer

1452 Words
Narra Madeline. Tengo veinte años. Dejé la universidad porque necesitaba el dinero para mí hermana menor. Mi sueño es estudiar derecho para convertirme en abogada. He obtenido la custodia exclusiva de ella, pero está enferma. Tengo que hacer esto por ella para salvarle la vida y también para que mí tío no intente recuperarla si por alguna razón le dan la libertad condicional. Nuestros padres murieron en un accidente automovilístico causado por un conductor ebrio, y nuestro tío Enrique nos mantuvo con él, pero es un hombre violento, nos trató como animales, nos golpeaba y nos agredía, pero el día que quiso abusar de mí hui junto a mí hermana, fui a la policía y ellos se encargaron de lo demás. Sin embargo, mí hermanita sufre de una enfermedad en la sangre (Leucemia) sus tratamientos son costosos, cierta parte la cubre el hospital, pero la otra depende de mi: su única familia, eso me deja ahora como su sustento. Amo a mí hermana, y no voy mentir, tengo miedo de no poderla ayudar. — ¿Estas segura que no quieres que te acompañe?— me pregunta Patricia, una amiga de confianza. Pero ella debía irse al aeropuerto. Tiene la oportunidad de estudiar en el extranjero. — Estoy segura, no te preocupes— respondo—. Suerte y espero que te vaya muy bien. Estaremos en contacto–agrego. Luego de despedirme de ella, ingreso al local. Pregunto por el señor Mendoza y me llevan poco después a su oficina. Encontrar un lugar donde vender mi virginidad había sido fácil, algunas de las chicas de la universidad conocían un sitio donde este tipo de acciones se llevaban a cabo. Alfonso Mendoza, posee un negocio llamado: Dulce placer que trata de subastar a las vírgenes, las chicas de la universidad visitaban este lugar, la necesidad del dinero era las que las motivaban para hacerlo. Me siento frente al señor Mendoza en su oficina mientras él mira mí cuerpo, estaba evaluándome como si fuera un trozo de carne. Al principio, antes de llegar no pensé que aceptaría a alguien como yo. No soy demasiado delgada, pero tengo curvas, grandes senos, muslos redondeados. Él me pidió levantarme, darme la vuelta, mirar de un lado a otro, y en realidad parecía impresionado. — Esta bien, te aceptare—dijo. Lo único que tenia que hacer era quedarme en una habitación y esperar a que mi comprador llegara y a partir de ahí, follariamos. Sin amabilidad. Sin cortesías. Solo sexo. Un contrato comercial. Mendoza, toma su parte del diez por ciento, me dijo que algunas chicas se habían vendido por más de seis cifras porque la demanda había grande. No aceptaría nada menos de diez mil dólares. Después de todo, estábamos ofreciendo algo para toda la vida. No solo eso, su clientela eran bastardos adinerados que disfrutaban pagando por algo exclusivo. Un guardia me lleva por un pasillo lleno de habitaciones con puertas de caoba, me dice que ingrese a una y espere. Visualizo una enorme cama y lo único que puedo hacer es sentarme en la orilla a esperar mí comprador. Mis nervios están disparados. Esta noche tendré sexo con un extraño. Mí cabello castaño es un desastre, mis ojos están muy abiertos. Tengo un poco de miedo. La ropa que llevo puesta no es nada s****l y no se si esto seria un problema. Siempre había fantaseado con cómo sería mí primera vez. Tocar a un hombre, ser tocada. Ni una sola vez pensé que sería para el mejor postor. Aún así, habría un guardia apostado fuera de la puerta por si acaso, si en algún momento el hombre misterioso decide usar sus puños o intenta lastimarme, voy a gritar si lo hace. El guardia se ocuparía del hombre y todavía me pagarían. Sin embargo, el miedo ha vuelto. Nunca he sido buena cuando se trata de dolor. Siento que mí corazón late con fuerza, que empeora cuando escucho que la puerta se abre. Dirijo mi mirada hacia el suelo, no podía ver a mi comprador a los ojos. —¿Hola?—dijo un hombre, su voz es oscura y profunda. Mí frecuencia cardíaca se triplica. Mierda. Esto realmente está sucediendo. Vendí mí virginidad y ahora tengo que pagar el precio. —Hola— respondo nerviosa. La puerta se cierra. Miro hacia otro lado, casi con miedo de a quién encontraré entrando en la habitación. Hice esto. El hombre me ha comprado para esta noche. Tomo valor y lo veo, no es lo que esperaba. El hombre que está junto a la puerta es realmente mayor; quizás a finales de los treinta. No es que pueda decir mucho mirándolo. Me mira, con las manos a los costados, pero no parece nervioso. Me observa fijamente con sus profundos ojos azules, me sorprende la forma en que me ve, evaluándome. Hay algo oscuro debajo de esa mirada que me mantiene en el lugar. Este es el hombre que me compró. Por una noche él es mí dueño. Quería la oscuridad, y por la expresión de su rostro, está más que dispuesto a dármela. —Ponte de pie—dice. Hago exactamente lo que dijo, ahora solo intento fingir que mí fantasía no es tan jodida. Esto no es una fantasía, ni mucho menos. Ni siquiera sé su nombre. No es que importe. No le diré el mío. Me quito las tacones y empiezo a trabajar en los botones de mí camisa. Todavía no se ha movido. Le doy la espalda mientras voy a desabrocharme el sujetador. Su voz me mantiene inmóvil—.Quiero ver. Da la vuelta. Muéstrame—agrega, mis mejillas están en llamas. Nunca me habían hablado así antes. Sin mirarlo, lentamente me quito el sostén, sintiendo mis senos rebotar libremente. Nadie más los ha visto nunca. Cuando finalmente llego a mis bragas, dudo—.Quitatelas—dice. No hay necesidad de asustarse. Si me lastima de alguna manera a menos que yo quiera, puedo llamar al guardia. Me saco las bragas y aprieto los dedos, esperando que mí largo cabello cubra de alguna manera mí cuerpo. No estoy acostumbrada a mostrar mí desnudez—.Gira de vuelta—menciona, lentamente, me muevo en círculo para que él me vea por completo—.Ven aquí—me ordena, sus instrucciones están empezando a irritar mis nervios, cada palabra es una irritación. Todo lo que tengo que hacer es recordar a mí hermana en el hospital y eso me impulsa hacia adelante. No hay forma de que esté aquí por ninguna otra razón que no sea mí hermana. El hombre, mí dueño, agarra mí barbilla e inclina mí cabeza hacia atrás— .Ahí está. Ahí está ese fuego que vi —dice. No tengo idea de lo que está hablando. Acaricia mí mejilla y soy muy consciente de su estado completamente vestido. Su pulgar se desliza por mis labios y los mantengo cerrados—.Entonces, quieres que te quite tu virginidad ¿ser jodida por un hombre de verdad?—pregunta. Nuevamente, no digo nada. Estoy atrapada en sus toques. En el momento en que su dedo se deslizó por mis labios, sentí una tensión dentro de mí. Cuando habla, su voz me excita. No quiero que se detenga. Nunca antes había estado tan excitada e irritada—.Abre—me ordena. Su pulgar presiona mis labios y me abro. Empuja dentro y lo miro. Dentro y fuera, presiona—.Esta boca fue hecha para chupar una polla grande y bonita. Tenemos esta noche, y para cuando termine contigo, ya ninguna parte de ti será inocente —menciona. De repente me mueve hacia atrás tirandome sobre la cama, miro hacia arriba mientras abre mis muslos. Sostiene mis piernas con fuerza, colocándose entre ellas—. Sabía que tendrías un lindo y jugoso coño. Puedo ver lo mojada que estás —dice. Sus manos se mueven desde mis muslos y se deslizan por mí cuerpo. Toma mis senos presionándolas juntas, deslizándose hacia mí coño. Abre los labios de mí coño y lo escucho gemir. Grito cuando me toca. Un dedo sobre mí clítoris y me arqueo —.Tan sensible y húmedo. Nos divertiremos mucho esta noche —agrega, luego él se aleja. Acercándome a mis codos, lo miro mientras comienza a desvestirse, cada pieza de ropa aterriza en el suelo sin ninguna preocupación en el mundo. Cuando se para delante de mí, desnudo, no puedo pensar ni sentir. Estoy por todos lados. Feliz, asustada, emocionada, sobre todo, estoy excitada. Esto no lo esperaba. ¿Cómo podría excitarme ? Este hombre es un completo extraño para mí. Quizás el nombre del local, si tenga que ver en esta situación, ya que todo indica que tendré un dulce placer.
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