La primera Dama

12. Amor y buenas noticias

[Paulina]

Francisco volvió a casa ya entrada la noche, todo el día Amalia me había ayudado a prepararle una cena sorpresa, pero al no llegar, le pedí que la repartiera entre los trabajadores y se retiraran a descansar

—de nuevo tarde— le digo cuando se acuesta en la cama, volteada de lado derecho de mi cama, escucho su resoplido de fastidio

—¿de nuevo con reclamos? Por favor, Paulina, deja de fingir interés— me dice en tono de reclamo, frunzo el ceño y me giro para quedar frente a él

—¿fingir interés? Por supuesto que me interesa saber de ti, lo sabes, no se de donde sacas eso o quien te lo haya dicho Francisco, pero…— me interrumpe, subiéndose sobre mi sin dejar caer su peso

—¿te intereso? ¿te importo? Mírame y dímelo— me dice demasiado cerca de mí, nuestras respiraciones se mezclan y la tensión s****l aumenta, nuestros ojos se conectan y asiento, comienza a besarme con fuerza.

—esto es lo que más extraño cuando no estoy en casa, cuando te tengo en la oficina todos los días, pero no lo puedo hacer— me dice sin dejar de besarme, apretando uno de mis pechos con sus firmes y suaves manos, me sentía extasiada, gemí un poco cuando me separó las piernas y bajo hasta quedar cerca de mi intimidad

—Fran....— dije con un hilo de voz, mientras arrugaba las sábanas debido al placer que me provocaba tenerlo en esa posición, probando mi feminidad…

—no te contengas, según pude ver, no hay nadie en casa— me dice para después seguir con su labor, haciendo retorcerme de placer y provocándome escalofríos por todo el cuerpo ¿será momento de decirle mi noticia? No, no quiero que se detenga

Francisco se puso de pie y comenzó a desvestirse, me encantaba verlo desnudo, mordí mi labio inferior cuando se deshizo de sus pantalones, me acerqué a él y tomé su m*****o entre mis manos y lo metí a mi boca

—Paulina… esp…era….— no dejé que siguiera hablando cuando comencé a lamer y chupar, me tenía en cuatro sobre la cama mientras él se mantenía de pie frente a mí y con sus manos comenzaba a recogerme el cabello en una cola de caballo, Francisco es rudo y me gusta, tiene experiencia pero no me presiona para hacer cosas que aún no se hacer bien

En un momento brusco me separé de él y solo lo vi sonreír de lado, me empujó un poco contra la cama y quedé de espaldas al colchón, abrí mis piernas para él y solo sentí su respiración en mi oído cuando se enterró de una sola estocada en mí, apreté con fuerza su espalda, arañándola un poco, sus movimientos eran rudos, tenía que admitirlo, yo también lo había extrañado mucho, aunque sé que algo anda mal, pero por ahora me dejaré llevar por la pasión…

Nos quedamos en silencio por algunos minutos, aun sentía temblor en las piernas después de lo que acababa de suceder

—Tengo que decirte algo…— soltamos una risa cuando nos escuchamos al mismo tiempo, Francisco besa mis labios

—comienza tu— me dice sonriendo de lado, asiento y me pongo de pie, caminando hasta el armario y sacando una bolsa de regalo, él me mira con el ceño levemente fruncido y con una media sonrisa, esa que me encanta que me dé en las mañanas

—Esto es para ti, ábrelo— le digo mordiendo mis labios y con mi corazón latiendo a mil por hora, suelta una risa y niega

—no tienes que comprarme nada cariño— me dice sin siquiera abrir el paquete, suelto una risa nerviosa

Francisco abre lentamente la bolsa y se queda pensativo ante lo que hay en el interior, mis ojos viajan de su rostro al regalo

—¿un caballo de peluche? — me dice alzando una ceja, niego

—es… un pony, mi madre me contaba que cuando ella estaba embarazada le regaló uno igual a mi padre antes de que yo naciera, con el tiempo él me lo regaló a mí y después tuve a Altanero— digo con la voz entrecortada y con la respiración agitada, no lo ha entendido aún

—si cariño lo entiendo, pero tu…— se detiene y me mira, abriendo los ojos como platos y sonriendo ampliamente, sonrío también producto de los nervios

—¿lo estas? ¿estas embarazada? — dice con una sonrisa tan amplia que muestra su perfecta dentadura, asiento y saco de la bolsa los análisis médicos y la prueba que me hice en casa de Lorena

—tengo dos meses, me hice una prueba casera y después unos análisis de sangre— digo casi al borde del llanto, me abraza, mi corazón siente algo que jamás había sentido, me siento demasiado feliz

—no lo puedo creer Paulina, ¡un hijo!¡voy a ser papá! Pero… no me siento preparado, el partido, ¿Qué van a decir? Esto… joder— siento una punzada en mi corazón al escucharlo, ¿de verdad eso es lo que más le interesa?

—debo llamar a Lucero, me tiene que decir que hacer y…— se pone de pie para tomar su teléfono, suelto una risa de indignación

—¿hablas enserio Francisco? ¿Vas a interrumpir nuestro momento por hablarle a tu estúpida consejera presidencial? Esto es el colmo— digo poniéndome de pie también

—tienes razón, no son horas de molestarla ¡no puedo creerlo, un hijo! — su felicidad vuelve y llega hasta mí, cargándome y dándome vueltas, inmediatamente mi felicidad regresa y me dejo llevar por la emoción.

—por supuesto que le compraré su caballo, por dios Paulina, te amo— dice para luego besarme, me quedo completamente impresionada por lo que acaba de decir

Francisco me baja para que pueda verlo fijamente a los ojos, creo que él también se acaba de dar cuenta de lo que acaba de decir porque comienza a reír

—tu no me has dicho lo que querías decirme— digo cambiando la conversación, no quiero decir algo que tal vez aun no termino de sentir por él

—ah, si... bueno, iba a salir de viaje por algunos días, pero ahora… no creo que quiera separarme de ti ni de mi hijo— dice sonriendo y abrazándome de nuevo

—¿Por qué saldrás de viaje? Nunca lo haces, al menos no últimamente— digo confundida, asiente y se separa de mi

—es necesario, quiero reunirme con los gobernadores de otros estados del país para darme a conocer y poder conseguir los votos faltantes para ser el presidente del partido y después el del país— dice regresando a la cama, suelto un resoplido

—¿y cuantos días te iras? — respondo recostándome junto a él

Francisco abre los brazos para que me recueste en su pecho, dándome un poco de su calor, acomoda su barbilla en mi cuello

—quince, pero no iré, el partido se puede ir a la mierda, no quiero perderme ni un momento de tu embarazo Paulina, sigo sin creerlo ¿Cuándo me lo dirías? ¿Cuándo te enteraste? — me dice en voz baja mientras acaricia mi vientre, sus manos cálidas me erizan la piel, cierro mis ojos, dejándome llevar por la sensación agradable

—tuve algunos síntomas y el día de la cena en casa de Lorena y Mauro, ella me ayudó a hacerme una prueba casera, luego me hice unos análisis de sangre y bueno, Amalia y yo te hicimos una cena para darte la noticia, pero… bueno, llegaste hace un rato— le digo bajando la voz, sintiendo ese mismo dolorcito en el pecho debido a su desplante

—¿Lorena lo sabía? Que extraño que Mauro no me haya dicho nada, pero qué bueno que no lo hizo, me encantó la forma en la que tú lo hiciste— dice restándole importancia a mis palabras, me gira para quedar frente a frente, subo mi pierna a su cintura y con sus manos él la eleva un poco más

—lo siento mucho cariño, tenía muchísimo trabajo en la oficina y… lo siento, de verdad, te lo compensaré, lo juro— besa mi frente y suelto un largo suspiro

—quiero enamorarme de ti Francisco, de verdad, pero me confunde mucho tu forma de amor, dices que quieres estar cerca de mí y después llegas tarde y me ignoras y luego te importa más hablarle a Lucero que…— me calla con un beso en la nariz

—no volverá a suceder Paulina, te lo juro, cuando me llames aquí estaré, siempre que tengas un antojo yo lo cumpliré, Amalia estará a tu servicio las veinticuatro horas del día, igual los choferes y la seguridad— sonrío y oculto mi rostro entre su rostro y sus hombros

Esto me hacia sentir bien, realmente quiero enamorarme de Francisco, lo merece, nuestro hijo debe nacer en un lugar seguro, en una familia que este enamorada, estoy dispuesta a intentarlo…