Tomar decisiones importantes

947 Words
Lyall, el lobo, siseó molesto al darse cuenta de que Rachel estaba golpeada. No creía que fuera a causa del bosque. «Si es lo que sospecho, voy a matar a ese tal Lucas» dijo con rabia, gruñendo. Alexander le concedió la razón, su mirada era de total preocupación y Rachel sintió que su corazón se aceleraba muy rápido, esta vez por otra razón. “Por toda la magia del universo… creo que me gusta Alexander”, pensó con pesar, creyendo que ya no era correspondida. —Es vergonzoso… —dijo ella, dejando implícito lo que había pasado con Lucas, sin concretar las palabras. Alexander entendió y su rostro se endureció. Lyall rugió en su interior y sus deseos de acabar con ese sujeto no hicieron más que crecer. Se acercó a Rachel, quien estaba tan blanca como papel, y le preguntó en voz baja: —¿Lucas te hizo esto? Demasiado avergonzada para hablar, Rachel se limitó a asentir. La mirada de Alexander se volvió peligrosa, algo que nunca había visto en él, y eso la asustó un poco. Sin embargo, saber que era por ella hizo que los sentimientos recién descubiertos crecieran en su interior. —Voy a encargarme de ese asunto luego —dijo Alexander, sin apartar los ojos de Rachel—. Lo que quiero saber ahora es… cuál será tu decisión. Estaba expectante y su corazón temblaba al reconocer la determinación en la mirada de Rachel, una que no había visto antes desde que se habían encontrado por primera vez. —¿Voy a estar contigo? Quiero decir… ir de vuelta al castillo —dijo ella con el rostro enrojecido. Decirlo de esa manera parecía tener otra connotación. Aunque sabía que quería estar con él en todos los sentidos, no quería parecer desesperada. Alexander sonrió un poco por su actitud, pero no quería hacerse nuevamente ilusiones y terminar como la última vez, así que debía actuar con cautela. —Solo tú puedes decidir, Rachel. No importa lo que yo sienta; lo que importa es que tú seas feliz —dijo sinceramente. Rachel lo miró con lágrimas en los ojos, sintiendo que su corazón latía desbocado. Alexander sentía que su voluntad pendía de un hilo, pero había alguien más presente que sonreía con complicidad. Elara observó la escena en silencio, consciente de la profundidad del momento. Sabía que Rachel y Alexander enfrentaban una decisión que cambiaría sus vidas para siempre. Sabía que había sentimientos entre ellos, su conexión era cada vez más fuerte, pero tenían obstáculos que enfrentar y heridas que sanar antes de entregarse por completo a ese vínculo que los unía. Mientras el peso de sus palabras flotaba en el aire, Rachel se dio cuenta de que, más allá de su dolor y confusión, debía tomar una decisión que afectaría no solo su futuro, sino también el de Alexander y Lyall. El destino del vínculo estaba en sus manos. Si supiera que Alexander solo quería una señal de su parte para entregarse por completo, quizás lo hubieran hablado mejor si no fuera por la insistencia de los aullidos de los lobos, presagiando una emergencia. —Iré contigo entonces, vamos de vuelta a Blackmore —dijo con seguridad. Alexander quería preguntarle tantas cosas, pero antes de que pudieran decirse algo más, un estruendo se apoderó del lugar. La puerta se abrió de golpe y un hombre entró azotándola. —¡Disculpen la interrupción! —dijo, jadeando—. Soy Andrew, el Gamma de la manada del Alfa Alexander. Se acercó al susodicho y le susurró algo al oído. La expresión del Alfa se transformó en una furia contenida. —Necesitamos hablar a solas —dijo Alexander con voz tensa. Él y Andrew se apartaron unos metros, conversando en voz baja. Rachel los observó, su corazón latía con inquietud e incertidumbre. Después de unos minutos, Alexander regresó con una mirada decidida y le dio instrucciones rápidas a su Gamma. —Guía a Rachel de vuelta al castillo. Asegúrate de que esté segura. —¿Qué está pasando? —preguntó ella, notando la urgencia en la voz de Alexander. —Todo estará bien. Confía en mí —respondió él, esbozando una sonrisa tranquilizadora antes de tomar un camino diferente, desapareciendo entre los árboles. Rachel siguió a Andrew de vuelta al castillo. Mientras caminaban, Andrew se presentó más formalmente. —Soy Andrew, tu protector e instructor a partir de ahora. Estoy aquí para ayudarte y asegurarte de que estés bien. Rachel asintió, comenzando a sentir un poco de confianza en el hombre. Sin embargo, la ausencia de Alexander la preocupaba profundamente. No podía olvidar la expresión sombría que había puesto al recibir la información de Andrew. “Si le pregunto qué ocurre, ¿me dirá? No sé cómo funciona esto, si tengo derecho a saber algo de lo que ocurre o no”, pensó Rachel, mordiéndose el labio. Rachel quería preguntarle a Alexander lo que pasaba, pero él se veía algo serio y distante con ella desde que se habían visto de nuevo. No era el mismo que había conocido. "¿Qué le habrá ocurrido?" se preguntaba, preocupada. Temía ser demasiado indiscreta, luego de que se hubiera escapado del castillo no sentía que tuviera que inmiscuirse en nada referente a ello. "¿Debería insistir o darle su espacio?" pensaba, mientras observaba de reojo los paisajes. Estaba preocupada por Alexander y más cuando no lo volvió a ver esa noche. Una angustia agobiante se apoderó de su pecho, como presagiando algo malo entre ellos a partir de ese momento. "Espero que esté bien... Necesito saber qué le pasa," se dijo, mientras su preocupación aumentaba con cada minuto que pasaba sin noticias de él.
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