—¿Minerva? Stefano entró al apartamento y lo halló vacío, cosa que le extrañó. Pensó que quizás se había ido a dar un paseo, pero a ella le tocaba la cena y ni siquiera le había dejado una nota de que volvería pronto. Por alguna razón que ni siquiera él mismo entendió, fue a la habitación de la venezolana, encontrando la bata que le había comprado para dormir, ordenada perfectamente sobre la cama. Tragó saliva y miró a su alrededor, notando que faltaba la maleta que había traído ese día que se mudó con él. —Demonios. ¿En dónde estás? Sacó su celular y tratando de mantener la calma, llamó al aeropuerto, donde tenía un conocido que le pidió esperar unos minutos para darle la información que requería. No quería llamar a Bianca, ella sería la última persona a quien Minerva llamaría