Ambos siguieron su rutina de vida casi como antes, tomando en cuenta que todas las noches hacían el amor. Poco a poco las dudas de la venezolana se fueron disipando al ver la entrega en Stefano, sus llegadas a casa más temprano de lo normal y compartían no solo la cama, sino más de ellos mismos. Ella sentía que finalmente estaban viviendo como una auténtica pareja y eso la complacía, al menos se habían acostumbrado a convivir juntos. —¿A qué hora vendrá Stefano hoy? —murmuró sin pensar, echando un vistazo al reloj. No había vuelto a cuestionar las actitudes de ambos, se había dedicado a disfrutar de la compañía del italiano y por supuesto, de esas noches de pasión que se le hacían cada vez más adictivas. Estaba recordando un suceso que había ocurrido una semana antes de su primer encu