5. Oh, pero sí lo eres.

2862 Words
— ¿Estás segura de lo que vas a hacer? — Gia pregunta a mi lado mientras entramos en el taller mecánico de Zeke. — Sí. — Vas a cabrear tanto a mi hermano. Sus palabras me enfurecen un poco. — ¿Y por qué? — Giro mi rostro y la miro —. Soy libre y esta fue su idea. ¿Por qué se cabrearía por esto? Le estoy dando lo que quiere; yo, saliendo en una cita. Si se cabrea, entonces tu hermano estaría siendo completamente irracional. — Él es irracional cuando se trata de ti — resoplo por su frase, lo que provoca que ella mire al techo con algo de frustración —. Vamos, Faith, conoces a Thiago, lo vas a cabrear muchísimo, tanto que... — ¡Basta, Gia! — Me altero un poco. — ¡No, escúchame! ¡Haces esto por enfadarlo, lo sé! ¡Sólo lleva la fiesta en paz, no quieres ver a Thiago cabreado! — Nadie quiere ver a Thiago cabreado — Zeke aparece detrás de un coche, secándose con un trapo rojo sus manos llenas de grasa —. Y Dios, o en este caso el diablo, sabe que Thiago puede desatar el mismísimo infierno cuando se trata de ti, cariño. — Sólo cállate tú también, dulcecito — digo con una falsa melosidad—. ¿Dónde está el chico con el que saldré? — Llegará en un rato — apoya su cadera contra el capó del auto más cercano, un modelo que se ve tan antiguo, pero tan condenadamente genial —. ¿Te vas a acostar con él? No le respondo nada. Gia me mira con una desesperación que me saca de quicio, así que finalmente grito —: ¡No me acostaré con él, por Dios, Gia! ¡Cuando te quiero tranquila, no lo estás! ¡Jesús, ¿no me gané la lotería con mi mejor amiga?! Ella me mira de mala gana y luego rueda los ojos, fastidiada, pero ya acostumbrada a mi trato. Por otro lado, Zeke sólo se ríe, luciendo tan divertido. — ¿Entonces por qué reservaste una habitación de hotel cerca de donde cenarán? — El maldito chico me mira con una ceja arqueada, su pregunta quedándose sin respuesta —. Vas a desatar el mismísimo infierno, lo juro que sí. — Están diciendo estupideces. — No, no lo hacemos — mira sus manos llenas de grasa mientras habla —. Novedad para ti, Faith. Thiago te mira como si fueras su propiedad y juro que él piensa que lo eres. Si por un momento piensas que te vas a salir con la tuya, entonces realmente no conoces a ese sujeto. El teléfono de Gia suena y cuando ella mira el identificador, articula el nombre de su madre y se hace a un lado para hablar. Zeke se mantiene en silencio al lado mío, pero juro que puedo escuchar a su mente pensar. — Dímelo — le digo —. Dime lo que estás pensando. — Él nunca te va a soltar, Faith, nunca lo va a hacer. No es lo suficientemente fuerte para hacerlo, pero tampoco es lo suficientemente valiente para tomarte — se gira y me mira —. ¿Lo sabes? No lo sé, yo... no lo sé. — ¿Es tan malo luchar por amor, Zeke? Aparto la mirada cuando sus ojos me miran con una tristeza que no soporto. Odio esto, no quiero causar la lastima o compasión de nadie, pero tampoco quiero rendirme. No soy capaz. Tal vez los celos sean la forma de llegar a Thiago. Tal vez, después de verme con alguien más, él se va a dar cuenta de que me quiere. Tal vez... tal vez él realmente me quiere como yo lo quiero a él. Después de otros segundos de pesado silencio, Zeke golpea ruidosamente el capó del coche, haciéndome saltar y llevar de nuevo mi mirada hacia sus ojos azules. — ¡¿Qué demonios, imbécil?! — Quita esa mirada de tu cara — dice divertidamente —. Está bien, ese idiota merece un poco de su propia medicina — me mira con una sonrisa torcida —. ¿Quieres llevar el juego aún más alto? Lo miro con ojos entrecerrados. — ¿Qué tienes en mente? [***] — Mi hermano está furioso, Faith — Gia me dice por teléfono mientras termino de arreglarme —. Creo que iba para allá. Pinto mis labios del profundo color rojo con mi mano libre. Me veo tan diferente a como normalmente lo hago. Que no me guste estar siempre minuciosamente pulcra y femenina, no significa que no sepa cómo estarlo. Y hoy lo estoy. El bonito vestido de seda resalta mis curvas en los lugares correctos y el maquillaje cuidadosamente puesto trae más atención a mis labios de lo que debería. — ¿Por qué está furioso? — ¿Bromeas? — Resopla, pero creo escuchar algo de diversión allí —. ¿Cuánto dinero gastaste en todo lo de esta noche? — Mucho — me miro fijamente en el espejo mientras hablo —. Mucho dinero. — Dinero de él. — Ajá. — Estás loca. — ¿Y quién no lo está? — El timbre suena —. Ese debe ser tu hermano, hablamos después, Gia. Bajo las escaleras con el corazón un poco acelerado y cuando estoy a medio camino de abrir la puerta, ella se abre sola. Thiago entra, enseñando la llave que tiene. Cristo, ¿puede ser él más psicópata? — ¿Qué haces aquí? — Pregunto, ignorando su mirada que detalla cada milímetro de mi cuerpo. — ¿Qué demonios estás usando? — ¿Ropa? — Me miro —. ¿O ves algo diferente? Su mirada se endurece cuando vuelve a mis ojos —. No juegues conmigo, Faith... — cuando él está dispuesto a decir algo más, el timbre suena. Muerdo mi labio, dudando de esto, porque sé que Thiago realmente se va a enfadar. Y en efecto, cuando abro la puerta y Zeke aparece al otro lado, puedo sentir la furia de Thiago sin necesidad de verlo. — Hey — Zeke saluda con un movimiento de cabeza a Thiago, luciendo tan ajeno a todo esto. El imbécil puede actuar —. ¿Vamos? — Sí — miro buscando por mi bolso —. Voy por mi bolso. — ¿A qué estás jugando? — Thiago me detiene del antebrazo cuando paso por su lado, su nariz rozando la mía cuando se inclina para estar a mi altura—. ¿Qué estúpido juego estás jugando, Faith? — No estoy jugando, Thiago — muerdo las palabras, enfadada —. Quiero salir y pasar un buen rato con mi mejor amigo, suena al mejor plan de todos. ¿Cuál es tu problema? — Reservaste una habitación de hotel... con mi dinero — sisea —. Vas a pagar la cena con mi dinero, compraste tu ropa con mi dinero y todo eso para estar con otro maldito hombre. ¿Te das cuenta de lo que estás haciendo? — Me diste la tarjeta de crédito para que gastara en lo que quisiera, y eso estoy haciendo — finjo confusión —. Así que sigo sin entender cuál es tu problema. Sus ojos son más oscuros que una noche sin luna, mostrando un enfado y una impotencia tan grande. Él sabe que no me va a detener, no me puede detener. — No te acuestes con él — susurra, sus ojos cavando hondo en los míos. Hay un pequeño destello de dolor allí, pero lo ignoro. — Ese no es tu problema — me zafo de su agarre, tomo mi bolso y me marcho de allí. [***] Diez minutos después de que Zeke y yo pedimos nuestra cena, veo a Thiago aparecer en el lugar. No puede ser. — Si él me golpea — Zeke dice con voz plana —. Lo juro por Dios que yo no me quedaré atrás. — No exageres — tomo su mano con fingida dulzura e intimidad por encima de la mesa —. No va a pasar nada. Tanto Zeke y yo mantenemos la mirada fija en el otro cuando sentimos la presencia de Thiago a nuestro lado. La mirada de Zeke muestra tanta diversión por la rabia que Thiago irradia, que me contagia de ella. — ¿Así que esto cuándo empezó? — La voz de Thiago suena casual mientras, sin pedir permiso, toma asiento al lado mío —. ¿Tú y él? — Puedo sentir su mirada en mí, pero me niego a mirarlo —. ¿Desde cuándo? Zeke resopla, pero Thiago lo sigue ignorando, justo como si él no estuviera presente. Si será idiota, ¿con qué derecho viene a interrumpir mi fingida cita? — Pasó en una de esas salidas que tú pagaste para que yo saliera con él y Gia — digo sin emoción en mi voz —. Oh, y también, ¿recuerdas la vez que fuimos a cine? Zeke estaba sentado a mi lado, ¿a qué no adivinas dónde estuvo su mano en toda la película? Golpeo con mi pie a Zeke cuando él está a punto de reírse, así que no sé bien cuál es la reacción de Thiago, pues estoy concentrada en que mi mejor amigo no nos delate. — Ya veo — la voz de Thiago sigue sonando casual, pero a mí no me engaña, sé que está fingiendo —. ¿Así que fue gracias a mí? Pongo la mejor sonrisa en mis labios —: Sí, podría decirse eso. Y es cuando lo miro que sé que él pronto perderá el control. La furia tormentosa que veo en sus ojos no se la había visto antes. Él me mira como si me odiara, como si realmente me odiara. Si las miradas mataran, yo ya estaría muerta, estoy segura de ello. — ¿Y qué haces aquí? — Pregunto con evidente fastidio —. No es por querer hacerte sentir mal, Thiago, pero Zeke y yo estamos en una cita. ¿Podrías dejarnos solos? Temo que se rompa los dientes de lo fuerte que aprieta su mandíbula mientras su mirada sigue clavada en la mía. Es tan pesada, llena de tanto, pero se la sostengo con altanería. Si él me odia, yo también lo puedo odiar, así que pongo el mismo sentimiento en mis ojos para él. Casi parece una batalla de quién puede aniquilar más con una simple mirada, hasta que él se impulsa hacia adelante y empuña duramente mi cabello en su mano, entonces toma mi boca con la suya. Jadeo con sorpresa y mi primer instinto es alejarme, pero su agarre en mi cabello se vuelve casi doloroso mientras su otra mano sostiene mi rostro, manteniéndome a su merced. Su beso es demoledor, hambriento, tomando de mi boca tanto como puede. Él no es pudoroso, por el contrario, puedo jurar que su beso tacha lo vulgar, adentrando su lengua a la fuerza en mi boca y dejándome completamente sin aliento. Me quedo en blanco cuando su mano se aleja de mi rostro, entonces segundos después la siento haciendo su camino por la abertura de mi vestido, justo en el interior de mi muslo. ¿Qué demonios está haciendo? Mi corazón se paraliza cuando siento sus dedos en mis bragas, entonces acaricia íntimamente mis pliegues una sola vez antes de finalmente alejarse. Ambos estamos agitados y mi boca debe estar más roja que la suya que está marcada por mi lápiz labial y la fuerza de su beso. — Puedes estar aquí con él — mira cortamente a Zeke que parece estar en shock, entonces sus hambrientos ojos negros vuelven a caer en mí —, pero él nunca te hará sentir lo que yo puedo con un solo beso, Turner. — Gilipollas — susurro casi sin voz. — No les conviene irse a esa habitación — se pone de pie y mira entre Zeke y yo —: Paren con esta farsita, no me toquen los cojones. Se marcha, luciendo tan poderoso y arrogante como siempre. ¡Maldito sea! [***] — No puedo creer que estemos haciendo esto — Zeke murmura, acostado en la cama mientras pasa aburridamente los canales de televisión. — Quítate la ropa — digo mientras saco mi vestido rápidamente. Zeke detiene su movimiento con el control y sus ojos caen en mi cuerpo semidesnudo, mirándome de pies a cabeza. — No es por ofender — sus ojos están fijos en mis senos —. Pero he tenido mejores ofertas, cariño. — Deja de ver mis tetas. — No te halagues, estoy pensando cómo demonios te quedaste sin ellas en la adolescencia — resopla y luego con la misma expresión de aburrimiento de antes, sigue pasando los canales de televisión. — ¿Qué escondes, dulcecito? ¿Por qué no te quieres sacar la ropa? — Lo miro con mis manos en mis caderas —. ¿No quieres que sepa que tu polla es de papel? Él rueda los ojos, entonces finalmente hace lo que le pido, se saca la camiseta y el pantalón, quedando sólo en bóxers. — ¿Y qué debo hacer cuando él llegue? — Me mira —. ¿Chuparte las tetas? Lo pienso porque esa no es una mala opción. — ¿No te vas a excitar ni las cosas se pondrán incomodas entre nosotros? Zeke retrocede en la cama y me mira como si estuviera loca. — Faith, sinceramente, te tengo casi desnuda frente a mí — señala sus bóxers —. ¿Y ves mi polla? Está más flácida que después de una paja, por Dios. Eres como mi hermana fastidiosa, nunca me excitaría contigo, Cristo. — No sé si ofenderme o sentirme halagada — digo con sinceridad —. ¿No serás gay? Sólo rueda los ojos, sin responder. Sé que no lo es, pero me gusta picarlo. Zeke no es tan promiscuo como Thiago, pero definitivamente tampoco es un santo. — Me avisas cuando empiece el show — dice, entonces vuelve a seguir con el televisor. Me acuesto a su lado bajo las sábanas y miro la televisión sin realmente verla, mi mente yendo a otro lugar. Me pregunto cuándo demonios Thiago se va a dar por vencido. No sé si me quiere, pero definitivamente me desea y no me quiere con alguien más. Sólo necesito empujarlo hacia el precipicio, hasta que se rinda y finalmente ceda a nosotros porque sé que juntos seremos maravilla. ¿Por qué él no puede verlo? A pesar del caos que somos juntos, somos el mejor de los caos. Me hace rabiar como nadie, pero al mismo tiempo es la única persona que me hace sentir tan viva. Y quiero creer que él siente lo mismo hacia mí. Sé que lo hace, la conexión que siento no puede ser unilateral, no puede serlo. Es demasiado poderosa para que sólo sea de mi parte. Es mi última jugada, es la más alta de todas y, por lo mismo, es de la que peor sería mi caída. Es cuando escucho su voz peleando con alguien fuera, en el pasillo, que entiendo que llegó la hora. Me subo rápidamente sobre Zeke y estrello mi boca con la suya. — Puto infierno, voy a vomitar — él susurra contra mi boca, luciendo tan asqueado. — Sólo imagina que soy alguien más — vuelvo a llevar mi boca a la suya, entonces siento sus manos en mis caderas y nuestros cuerpos se juntan tanto que no sé dónde empieza el suyo y dónde el mío. Y juro que yo también voy a vomitar. — Joder, Faith, esta mierda no funciona — susurra con su rostro enterrado en mi cuello —. ¿Cuándo entra el gilipollas? — Ya — digo cuando escucho la puerta, entonces esta vez es Zeke quien estrella nuestras bocas juntas en un beso tan hambriento que me hace jadear. — Dame las gracias después — susurra contra mi boca mientras yo me contoneo sobre él y estoy segura de que damos la clara impresión de que estamos follando bajo las sábanas. Mierda. Un quejido se me escapa cuando alguien me tironea del brazo, entonces soy sacada bruscamente de la cama. Thiago toma mi quijada con fuerza y obliga mi rostro a enfrentar el suyo, su mirada destellando llena de ira —: Yo nunca te puse a ver cómo follaba con alguien más — me mira de pies a cabeza y algo parecido al dolor brilla en sus ojos —. Esta vez te pasaste, Faith. — ¿Por qué? Mi vida s****l no te concierne. — ¿No? — Me acerca aún más —. ¿No me concierne? — No soy tuya, Thiago. Y como si fuera posible, su mirada se inyecta de más rabia. — Oh, pero sí lo eres, Faith — limpia bruscamente mi boca con su mano, luego se acerca y tira duramente mi labio inferior con sus dientes —. Y es algo malditamente irrevocable. Entonces soy sacada de allí, semidesnuda y con algo parecido al triunfo nadando en mi pecho. ¿Pero realmente he ganado?
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD