Frunzo mis cejas, mirando alrededor.
— ¿Qué hacemos aquí? — Le pregunto a Thiago, quitando mi cinturón de seguridad.
Él se gira a mirarme y una sonrisa increíblemente grande y luminosa descansa en sus labios —. ¿Lo recuerdas?
Bajo mi rostro, escondiendo una de las más sinceras sonrisas que he tenido desde hace mucho.
Claro que recuerdo este lugar, El Ojo de Londres. De pequeños, antes de que el padre de Thiago muriera, su familia y la mía veníamos casi cada mes. Nos divertíamos muchísimo y nunca nos cansábamos de esa hermosa media hora subidos en la cabina. Recuerdos de mi hermano me llegan y añoranza aruña mi pecho, pero la calidez del recuerdo no desaparece.
— ¿Y qué hacemos aquí? — Vuelvo a preguntar.
— ¿Primera cita? — Pregunta con algo de inseguridad, lo que me sorprende pues no
