— ¡¿Puedes dejar tu maldito teléfono a un lado?! — Grito, perdiendo el control.
Gia levanta la vista del estúpido teléfono, mirándome desde el asiento trasero del coche de Zeke.
— ¿Cuál es tu problema? — Pregunta con una calma que pone mis pelos en punta de lo mucho que me enoja. Gia solía ser una de las personas con las que más me entretenía, digo solía, porque definitivamente ya no, lo que es una lastima porque desafortunadamente aún la sigo queriendo. Sí, el amor es una perra incomprensible.
— Estamos aquí para salir con Bess, ¿puedes concentrarte en nosotros por esta noche? — Rapo su teléfono y lo apago, luego lo meto en la guantera del coche.
Ella rueda los ojos, pero gracias a todos los cielos asiente y por fin parece tener su atención en nosotros, no en su trabajo, ropa o r*****
