Salgo del coche sin esperar a que él me abra la puerta, algo que siempre le ha molestado. En efecto, en esta ocasión también se molesta, su fruncimiento de labios me lo indica. — Eres frustrante — dice, tomándome suavemente del antebrazo mientras me conduce a través del parqueadero. Me zafo de su agarre porque no soy ninguna niña para que esté conduciendo mis pasos. — ¿Por qué me trajiste a tu empresa? — Es Bess. — ¿Qué pasa con ella? — Hoy tiene una sesión fotográfica de los últimos anuncios promocionales de la nueva colección. Entiendo lo que quiere que haga sin que me lo diga, el muy iluso. — ¿Y? Tienes fotógrafos para hacer eso — me detengo antes de que sigamos avanzando —. No trabajo para ti, Thiago. De hecho — miro rápidamente la hora en mi teléfono —. Debería estar trabajando