-¡¿Dónde están los malditos chocolates?! -vociferó Riccardo asomando la cabeza en la puerta. El capo parecía una bestia protegiendo a su mujer y a la bebita que recién había nacido. -Riccardo por favor no grites, vas a asustar a la bebé. -pidió Sabrina acunando a Vittoria mientras que Nayla se reía de ver a Riccardo tal alterado. Riccardo corrió hasta la cama donde estaban las tres, y besó la frente de Sabrina después de certificarse por milésima vez que la bebé se encontraba bien. -Lo siento bella, pero necesito que estés cómoda. Te mereces toda la atención del mundo y todos los mimos. -contestó Riccardo con nerviosismo. Ahora mismo puedo poner toda Italia a tus pies. ¡¿Los chocolates de mi mujer?! -gritó Riccardo otra vez con impaciencia y Nayla se tapó los oídos corriendo. Sabrin