-¡Riccardo la camisa! Demie lo llamó antes de que bajara de su yate como un loco para correr a los brazos de su reina. Habían pasado ocho meses desde el nacimiento de su princesita Vittoria. El capo se negaba rotundamente a separarse de su mujer y de sus niñas, pero como la mujer inteligente que era, Sabrina no tardó en aprender a controlar la línea y ganarse el respeto de los Betas. Así Riccardo no tenía más motivos para seguir ejerciendo de macho súper protector. Había llegado la hora de volver a llevar su imperio y mantener sus enemigos a raya. Por lo tanto, había pasado dos semanas lejos de su isla para volver a retomar sus negocios. -Sabrina sabe quién es su hombre, Demie. No creo que unas manchas de sangre la asusten. -aclaró Riccardo y Demetria giró los ojos. -Por supuesto q