Capítulo 2: El chico nuevo

1706 Words
POV Ivar La vi irse molesta mientras mí lobo me regañaba por haberla fastidiado. No necesitaba que me repitiese que Lyra mentía. La había escuchado insultar a Aria perfectamente y me encargaría de ella más tarde. Hasta ahora, la soportaba porque nos acostamos un par de veces y porque su padre era el gamma del mío, pero era momento de frenarla. No sería mí Luna. Ese lugar estaba destinado única y exclusivamente a mí pareja destinada, sea quien fuese, aunque aún no la conociese. Pero Aria era otro tema. Nos conocíamos desde pequeños. Al principio ella era muy retraída, ni siquiera hablaba, pero tampoco lloraba incluso cuando otros niños la golpeaban. Sabía defenderse y al no hablar de cómo ocurrían los hechos, se fue forjando una imagen de problemática, aunque calculo que más de la mitad de los rumores no eran ciertos. Ya no éramos niños, pero en cierto sentido ella seguía igual. Sentía exudar su enojo e ira, reprimiéndose para no explotar y por alguna extraña razón eso a mí lobo hoy lo tenía a mal traer. “¿Qué te sucede amigo? ¿Por qué estás inquieto?” Le pregunté a mi lobo en mi fuero interno. Hay algo, no lo sé. Me molesta que piense que no le creemos. Es tu culpa por acusarla de buscar pleitos cuando sabes que no fue así. – contesto enfurruñado. Puse un muro mental para que mí lobo no me siguiera taladrado el cerebro y me dirigí hacia el sector de entrenamientos. Un poco de esfuerzo físico me quitaría la sensación de haber jodido algo entre nosotros. Pero sin siquiera haber llegado al campo de entrenamiento mi padre me envió un mensaje mental alertándome sobre una incursión de renegados próximos a la zona de la escuela. Esto era muy extraño últimamente los renegados estaban atacándonos constante y aleatoriamente en comparación a las manadas cercanas. La escuela estaba protegida por lo que, junto a mi beta, Josh, el hermano de Aria decidimos juntarnos con el resto de los guerreros te había enviado mi padre en el bosque aledaño. - Debemos conseguir que algún renegado hable y nos diga porque nos tienen como objetivos- ordené y todos acataron la misma inmediatamente- - Alfa vienen desde el oeste, debemos interceptar su paso vienen directamente hacia la escuela Mis guerreros se transformaron y salieron corriendo para ponerse en posición. Mi lobo estaba furioso e inquieto y no paraba de mencionarme que no era normal lo que estaba sucediendo. Corrí en mi versión humana y solo transformé mis garras cuando un grupo de 15 renegados apareció en uno de los claros del bosque que utilizábamos como zona de entrenamiento. Ninguno de los renegados era suficientemente grande ni tampoco poseía la fuerza como para vencer a mis guerreros, fue una batalla demasiado fácil como si quisieran probar nuestras fuerzas y nuestras defensas. Tan fácil que incluso parecía irreal. - Alfa, capturamos a tres- enunció Josh, mí beta a través del enlace mental. - Llévenlos a los calabozos. Lo interrogaremos allí - ordené Los haría hablar. Por las buenas o por las malas. Aunque estoy seguro que nadie querría ver mí lado oscuro. Pero yo era un alfa y haría lo que debía hacer para proteger a los míos. Aunque eso significase mancharme con sangre una y otra vez. Ordené que quemasen los cuerpos cerca de la frontera para que otros renegados supieran a lo que se afrontaban si se atrevían a tocar mi territorio y duplique los soldados en las fronteras. Mas tarde me encargaría de saber qué y quiénes fallaron en su deber dejando pasar un grupo tan grande de renegados. Pero ahora mi misión era otra. Caminé rápidamente por el bosque hasta un lugar apartado en la manada, las mazmorras estaban lejos de nuestros miembros y de los jóvenes sin lobo. Realmente la estábamos utilizando bastante en este último año y yo precisaba saber que estaba ocurriendo. Mi padre quería un informe y yo estaba listo para sucederlo en cualquier momento, por lo que tenía que demostrarle y demostrarme a mí mismo que podía resolver este problema de renegados. Los calabozos se encontraban dentro de una cueva de grandes dimensiones separadas entre si por rejas de plata. Allí abajo el olor era desagradable, una mezcla de sangre, orines y heces, pero también olía a muerte. Después de todo aquí, aquellos no dispuestos a cooperar, los traidores y delincuentes, sufrirían una tortuosa agonía. La oscuridad apenas menguaba por unos pequeños faroles a la distancia peor yo no precisaba de la luz. Mis ojos, gracias a mi lobo, podían ver a la perfección en la penumbra. Últimamente pasaba bastante tiempo aquí intentando sacarles información a distintos renegados, pero si bien eran bastante toscos a la hora de atacar, descoordinados incluso, admiraba ciertamente su fuerza inquebrantable para mantenerse callados. nadie hablaba, nadie decía por qué éramos el objetivo de sus ataques Pero esta vez tenía frente a mí tres pequeños adolescentes que no deberían tener más de 15 años y eso era extraño. Por lo general uno tiene su lobo a partir de los 18 años, pero estos apenas eran niños. - ¿Quiénes los envían aquí? - pregunté enfadado. No comenzaría utilizando mi comando Alfa para intentar doblegar sus voluntades de manera dolorosa, pero si era necesario lo haría. Los tres se miraban entre ellos, y luego me miraban a mi con temor. - Nos matarás cuando te digamos lo que quieres oír y nos matarán si habláramos, de todas formas, moriremos. ¿Qué ganaríamos en decirte algo de todas formas? - inquirió el lobo que parecía el mayor de los tres, demostrando inteligencia. - ¿Desde cuándo eres un renegado? – algo en él me indicaba que estaba dispuesto a cooperar si podía darle algún tipo de seguridad o hacer un trato. - Desde siempre, mi madre lo era y yo lo soy – replico rápidamente. Contacté mentalmente a mis oficiales y me fui de las mazmorras. Entrevistaría a este renegado en otro contexto. Mí lobo estaba de acuerdo. Quizás por primera vez tendríamos una información fiable. Después de bañarme y cambiarme la ropa hice que trajeran al joven renegado a mí despacho. Su olor era fuerte, a sucio y a sangre, pero podía ver en él un gran potencial. - No le diré nada. Se que estoy condenado a morir- incluso sonaba solemne. - ¿Cómo es tu nombre? - inquirí. Los renegados por lo general pierden su capacidad de racionar y la mayoría no tiene nombres. - Soy Atlas, alfa- concedió después de unos instantes - ¿Y si no tuvieses que morir? ¿Cambiarías de opinión y hablarías? - mencioné mientras lo miraba fijamente y vi un atisbo de duda en su mirada. Era justo lo que precisaba - si te dijera que puedes unirte a esta manada, tener casa, refugio y comida e incluso la posibilidad de que puedas forjar un futuro aquí, ¿me dirías lo que quiero saber? El niño abrió sus ojos ante la sorpresa que le ocasionaron mis palabras. Pero vi que su mente sopesaba mí ofrecimiento. - ¿Tiene palabra alfa? Si lo jura por la diosa, y me acepta puedo decirle lo que se- respondió después de analizar mi propuesta. Supe que aceptaría y yo estaría un poco mas cerca de terminar con este problema de las incursiones constantes. - Mi palabra es la ley, formarás parte de esta manada si me dices por qué nos están atacando. – le di mi palabra y asi era, este chico podría acomodarse aquí y tener un futuro. - Nos pagan, nos alimentan, no conozco sus nombres, pero no huelen a renegados y si no hacemos lo que nos ordenan, nos cazan y nos matan. Cualquier tortura inimaginable nos espera si nos negamos a sus órdenes. He visto morir a mis amigos, he visto morir a mí madre por negarse a venir hasta aquí- dijo aceptando un vaso de agua que le serví - ¿Cuál es su objetivo? - mí lobo está inquieto, no le gusta lo que escucha, pero confía en las palabras del niño. - Un lobo blanco - respondió como si fuera lo más obvio del mundo. - No hay lobos blancos en esta manada- respondí y no mentía, no he visto jamás un lobo asi ¿No están extintos acaso? Estaba seguro de haber escuchado alguna leyenda en el pasado sobre ellos. - Ellos dicen que aquí hay un lobo blanco y que ellos lo quieren- volví a servirle otro vaso de agua y un vaso de ron para mi. - ¿Por qué? - inquirí y mi lobo iba sintiéndose cada vez mas molesto en mi mente - No explicaron nunca por qué lo quieren -emitió y agregó- Se cree que aún no consiguió su lobo. Por eso nos mandan a nosotros, dicen que reconoceríamos su olor si lo viésemos. Pero yo no olí nada distinto. - - ¿Cómo coordinan sus ataques entonces si no saben a ciencia cierta donde esta ese lobo? – Si esto que me informaba era cierto, cualquier niño y adolescente estaría en peligro. - ellos nos ordenan dónde debemos atacar Y qué es lo que tenemos que hacer, pero no nos explican demasiado simplemente dicen: “hoy ataquen la escuela” por ejemplo y eso es todo. - ¿Por qué comenzaron a atacar ahora? - No nos informaron sobre eso, pero una vez escuche a esos lobos decir que, si conseguía a su lobo, sería mucho más difícil de someter. Sopesé sus palabras y comprendí el ataque a la escuela secundaria. Si todavía no tenía su lobo, pero estaba próximo a conseguirlo, era obvio que lo encontrarían en la escuela. debería investigar sobre ello. Mi lobo estaba de acuerdo y creyó en las palabras del joven, por lo que ordené a mis guardias que, hasta el día de la ceremonia de iniciación, lo mantuvieran cautivo en otro tipo de celdas y le dieran elementos de aseo y comida. se lo expliqué y él joven lo entendió Tenía que ver a mi padre y preguntarle si es cierto que los lobos blancos habían sido extinguidos y comprender Por qué para otros era tan importante tener en sus manos a un lobo blanco
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