3.- Un encuentro desagradable.

1762 Words
La oscuridad del pasillo no me permite ver la cara de la persona que me habla, conforme se acerca, me doy cuenta que el hombre está vestido de highlander, entre más cerca lo tengo, me siento aún más intimidada. —¿Qué idioma hablas que no puedes contestarme? —vuelve a preguntar en español, con un acento muy marcado. Llega frente a mí y me doy cuenta que le da un parecido al hombre del cuadro que está en el castillo, tiene el mismo color de ojos, aunque este tiene el cabello corto, pelirrojo oscuro y una barba algo exagerada para mi gusto. Es alto y con el kilt se ve más que impresionante, parece que estuviera tallado en piedra, sobre todo sus músculos que se notan demasiado; su kilt es de cuadros verdes con n***o y tiene una camisa negra muy ajustada. —¿Has terminado con el escrutinio? —me interroga levantando una ceja. Reacciono y me pongo roja por la vergüenza, es muy extraño que un hombre logré imponerme de la manera que él lo está haciendo. —Hablo español e inglés —digo aclarando mi voz—. Por lo que puedo entender perfectamente lo que me está diciendo. —¿Y por qué no respondes? —cuestiona. Paso saliva nerviosa. —Porque no me imaginé que me estuviera hablando a mí. —No veo a nadie más aquí —dice señalando a nuestro alrededor. Es cierto, evidentemente no hay nadie más aquí. —Soy… —Turista —me interrumpe—. Es obvio, ya que no sabes que esta área es privada. —Sí, soy turista — respondo—. Me hospedo en uno de los apartamentos. —Me lo imaginé, nadie viene a este lugar sin permiso, aquí las personas saben respetar muy bien las reglas. —Yo también sé respetar las reglas —replico molesta. —Pues no parece, si así fuera, no estuvieras aquí —me recrimina. Me quedo mirándolo sin saber qué contestar y aunque es muy guapo, me impone un poco ver su cara tan molesta, parece que se le partirá en cualquier momento por lo fruncido que tiene el ceño. —Estás en Escocia —afirma sacándome de mis pensamientos. —Lo sé —bufo. —Entonces no me veas como si fuera un bicho raro. —No lo estaba viendo así, es solo que… —¿Qué?— pregunta interrumpiéndome de nuevo—. ¿Nunca habías visto a un hombre con un kilt? En realidad solo a Angus, en Estados Unidos no me había encontrado a ningún hombre con kilt, al menos no donde yo vivo. Que hombre tan insoportable, yo me imaginaba a los highlanders casi como unos superhéroes y me encuentro con este. Al principio pensé que sus músculos estaban tallados en piedra, ahora creo que también su cara, porque la tiene completamente tiesa. —No —respondo—. Nunca había visto a un hombre con un kilt, a excepción del chico que trabaja en el castillo —digo intentando calmarme. —¿Te refieres a Angus? —Si, Angus —confirmo. —Entoces no cuenta, tal vez por esa razón te falta poco para devorarme —asegura. —¿No me diga? —pregunto incrédula y sorprendida por su arrogancia. —Digo lo que estoy viendo. —Que mala suerte haber terminado un día tan mágico, conociéndolo a usted —digo señalándolo. Se encoge de hombros como si no le importara. —No puedo decir lo mismo, mi día estuvo muy mal y todavía tener que llegar aquí y encontrarte en una propiedad privada, a donde se supone venía a despejarme. —No sabía que era una área privada. —Aunque es algo obvio porque esta área es parte del castillo, también es bueno leer los panfletos que te dan al llegar, así sabrás a qué lugares no debes ir —me reprende. —Está bien, tiene usted razón, es mi primer día aquí y no leí ninguna información antes de salir —me disculpo rodando los ojos con fastidio. —Yo siempre tengo razón —contesta cortante. —Siento haberlo molestado señor, “yo siempre tengo razón” —digo burlona y empiezo a caminar por el pasillo para volver a las escaleras. Definitivamente se acaban de caer mis ilusiones, siempre que leía libros de highlanders me los imaginaba diferentes, parece que este hombre acaba de destrozar mi imaginación, aunque claro, seguramente había muchos que tenían un carácter fuerte para poder ganar las batallas y defender sus clanes, pero, este tipo ha de ser de los más malhumorados que han existido en toda Escocia, espero que sea el único y también espero, no volverlo a ver jamás. Estoy por entrar a mi habitación y Nico se acerca. —Hola señorita Montiel ¿todo bien? —Hola Nico, sí, gracias. —Vengo a invitarla a una reunión en uno de los jardines, mi esposa contará algunas historias de sus antepasados alrededor de una fogata. —Me encantaría acompañarlos, ¿puedo llevar mi cámara? —Por supuesto, vamos. Lo sigo y después de unos minutos llegamos a un precioso jardín, hay varias personas sentadas en un círculo. Me acomodo en uno de los espacios libres y en eso entra una chica al centro del círculo. —Hola a todos, muy buenas noches —nos saluda con una enorme sonrisa—. Mi nombre es Ciara, mi hermano Donnan y yo, somos los únicos herederos de la familia Headrick. Me imagino que Angus ya les contó un poco de la historia del castillo, por lo que ahora me gustaría contarles una leyenda que nos ha perseguido por muchos años. Se dice que todos los hombres de la familia Headrick, tienen una maldición —comenta con un poco de misterio. Se escuchan algunos murmullos y ella sonríe. —Estoy segura que algunas personas ya la han escuchado, porque en los alrededores no se habla de otra cosa, realmente es difícil creer que los hombres que llevan sangre de la familia Headrick, no puedan enamorarse nunca, porque al hacerlo, perderán su tesoro más preciado, es decir, al tener al amor de su vida, perderán el castillo, que ha sido el tesoro más preciado para la familia Headrick por muchas generaciones. Mis padres se casaron por acuerdo, pero, prometieron no enamorarse para no perder el castillo, ni las riquezas que tenían; se dice que demostrar amor ante las personas, hace que pierdan todo, en algunos casos, hasta la cordura. Mis padres fueron felices a su manera, sin permitir que sus sentimientos los traicionaran, aunque yo en el fondo, creo que siempre se amaron de manera incondicional, pero nunca lo demostraron. Mi padre nos contaba que mis abuelos hicieron lo mismo, se casaron por acuerdo y eran muy buenos amigos, ellos realmente tenían miedo que la maldición se cumpliera. En cambio, mis bisabuelos, si se enamoraron y por esa razón estuvieron a punto de perder el castillo, ellos pensaban que podían vencer la maldición, pero, a los pocos meses de su boda, hubo una demanda muy grande por los derechos del castillo; la familia que aún quedaba, los culpó por haberse enamorado y no ocultarlo, entonces decidieron separarse y todo se solucionó como arte de magia, aunque puedo imaginar que sus vidas ya no volvieron a ser las mismas. Parece una broma de mal gusto, pero sabemos que es algo real, una bruja maldijo a los hombres de esta familia hace muchos años y ya que el hechizo continúa, mi hermano tendrá que casarse por acuerdo y nuestros hijos varones también, con la advertencia de no enamorarse jamás o no demostrar su amor. Así que como pueden imaginar, es verdad que en Escocia, la magia sigue existiendo y cada castillo tiene una leyenda que lo ha acompañado a lo largo de los años —finaliza con un suspiro. Todos aplauden y ella hace una reverencia sonriendo, no sé porqué, pero siento que su relato es real y me gustaría conocer más acerca de la maldición de los Headrick. —Les deseo una buena noche y los veo después para seguir contándoles más historias de la familia Headrick —se despide y empieza a caminar para la casa, de inmediato me pongo de pie y me acerco a ella. —Hola Ciara, disculpa que te moleste, ¿me permitirías tomarte una foto? —le pido señalando mi cámara. Tiene un vestido de cuadros verdes con n***o, trae una corona de flores sobre su cabello rubio, es muy delgada y tiene una cara angelical. —Claro que te lo permito —contesta con una sonrisa—. Me encanta que me tomen fotografías, en mi otra vida debí ser modelo —bromea. —Muchas gracias Ciara, soy Alessandra Montiel —me presento dándole la mano. —Ah sí —dice estrechando mi mano—. ¿Eres la chica que viene de Boston? —Si, soy yo. —¿Eres fotógrafa? —cuestiona emocionada. —Si. —No lo sabía, pero no tienes idea de cuánto me alegro —me toma del brazo y me hace caminar para alejarnos de las personas que se han ido acercando a nosotros—. No sé si sea mucha molestia lo que te voy a pedir y créeme que si me dices que no, lo voy a entender perfectamente. Me quedo viéndola esperando que continúe y ella sonríe. —Esta tarde, intentamos tomarle algunas fotografías a mi hermano dentro del castillo y tuvo problemas con el fotógrafo, parece que no lograban ponerse de acuerdo, ¿tú podrías tomar las fotos para nosotros? —me pregunta casi en una súplica. —Por supuesto, con mucho gusto. —Gracias, de verdad me acabas de salvar la vida, necesitamos las fotos cuanto antes, ya que saldrán en una revista importante para hacerle publicidad al castillo —comenta. —No te preocupes, puedo encargarme de eso. —Hablaré con mi hermano y te aviso cuando podemos tomar las fotos, espero que sea cuanto antes. —Muy bien, cuando tú me digas estaré lista. —Ahora sí, si quieres tomarme fotos a mí, yo estoy encantada —me dice amable. Le tomo varias fotografías junto a la fogata y algunas con su esposo Nico, son una pareja muy hermosa, realmente se ven enamorados. Me quedo conversando con ellos por un rato más y después de algunas horas, me despido. Entro a mi habitación y me dejo caer en la cama, por suerte el día terminó bien, y me olvidé del momento tan desagradable que tuve en la playa con el malhumorado.
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