CAPÍTULO OCHO Genevieve, sola en una pequeña celda en la cima de la torre del fuerte, se apoyaba contra una ventana abierta viendo a las personas abajo, y soltó en llanto. Ya no pudo seguir evitando las lágrimas. Miró a los lejos y recordó cómo Royce había desaparecido de su vista siendo arrastrado por los caballeros, en medio del caos de la turba en dirección a los muelles. Su corazón se había hecho trizas. El ver a Royce atado en el poste era más de lo que podía soportar; pero era aún peor, el escuchar que era sentenciado a los Pozos. Delante de sus ojos, el hombre al que había amado más en el mundo y con el que había estado a punto de casarse había sido enviado a la muerte segura. No era justo. Royce había dado su vida para salvarla y había arriesgado todo al entrar a ese castillo tan