-¿En dónde dormirás? – le preguntó Sara a Marco mientras él sacaba una ropa para dormir de su armario. -Dormiré en el mueble de la sala – dijo, volteándose y dedicándole una mirada picara –. A menos de que quieras que duerma contigo. -Ni lo sueñes – le dijo ella, no evitando sentir mariposas en el estómago con tan solo imaginarse al mago más cerca de lo debido a ella, había que admitir que Marco era muy atractivo. -Si necesitas algo, solo grita, tengo oídos sensibles – le dijo el mago antes de irse de la habitación. Sara se dispuso a ponerse como pijama una de las camisas de Marco, y tras arroparse con la gran cobija de piel de oso, cerró sus ojos dispuesta a conciliar el sueño, pero el ruido de la ventana abriéndose y la sombra de alguien en la pared la pusieron alerta, y estaba a pun