Llaman a la puerta. «!Al fin!».
—¡Adelante! —respondo, y me incorporo en la cama.
—Sam.
Veo que entra papá a la habitación. Frunzo el ceño.
—No eres Vincent —digo.
—Lo sé, solo quería ver tu habitación y vine a despedirme. Te acompañaré para abajo, y tengo que decirte que, de verdad, hija, este lugar vale cada centavo —finaliza, y se ve contento.
—Me alegro por ti —respondo, y él, como siempre, finge que le ha dolido mi comentario.
No dice nada, solo mira de nuevo a su alrededor.
—No hay mucho que ver. De hecho, no hay espejos, pero eso ya lo sabías. Adiós —digo, y lo paso de largo.
Me encuentro en el pasillo a Vincent.
—Por supuesto que sí—digo de malhumor.
—Te están esperando abajo —dice él.
Miro sobre mi hombro, papá ha salido de la habitación.
—Sí, está bien, vamos —respondo, y me pongo en marcha.
No quiero estar ni un minuto más aguantándome el teatro de papá. Vincent me lleva hasta una puerta, en donde hay un letrero a un lado de esta. Se lee:
Habitación grupal
Entramos en la habitación grupal, y veo al director Davis. Hay un hombre que no conozco a su lado. También hay cuatro chicos, tres chicos y una chica.
—Samantha, te presento al doctor Peter Costa —dice el director.
—Hola, Samantha —me saluda el doctor.
No digo nada.
—Y los más jóvenes son —habla nuevamente el director, y señala a la chica — : Kristen, Jackson, Adam y Evan.
Señaló con la mano a cada uno mientras los nombraba.
—Hola —digo.
Los únicos que responden al saludo, son: Jackson y Adam. La chica me saludó alzando un poco la mano; se ve algo tímida, y el tal Evan, se ve fastidiado.
—Bien, por favor, tomen asiento —dice el doctor.
—Bienvenidos. Doctor, me retiro —dice el director, y el doctor le hace un gesto con la cabeza de "ok".
Las sillas forman un círculo. La primera en sentarse es Kristen. El director se retira con Vincent, y cierran la puerta al irse.
—Me encantaría que digan su edad y ¿por qué están aquí? Por favor. Primero las damas —dice el doctor, y me mira a mí y luego a Kristen.
—¡Hmmm!, bueno, tengo dieciocho, y estoy aquí, porque sufro de ansiedad —dice Kristen, algo rápido, como apresurada para salir de esto.
—Gracias, Kristen. Muy bien, Samantha…
—Es Sam —digo interrumpiéndolo.
—Entiendo, Sam —corrige el doctor—. Por favor, dinos tu edad y ¿por qué estás aquí?
Me relamo los labios, ya que no me gusta hablar en grupo.
—Tengo diecisiete. Me metieron aquí, en contra de mi voluntad, porque hace dos años intenté suicidarme. Cosa que no volvió a suceder, y, sin embargo, aquí estoy —respondo con ironía porque lo es, y miro a los chicos.
El único que se ve sorprendido, a mi parecer, por un instante, es Evan.
—Gracias por compartirnos esa información. Ahora es el turno de los chicos —dice el doctor.
—Yo creo que seré el menos deprimente de todos —dice Adam con una sonrisa de picardía.
—Veamos por qué, Adam —dice el doctor.
«Me alegro de recordar los nombres, ya que no son difíciles».
—Tengo veinte, y aunque aquí, en este hermoso país, puedo beber teniendo menos de veintiuno, pues soy alcohólico y eso me trajo problemas. Eso es todo, doc —finaliza Adam.
—Gracias por contarnos —responde una vez más el doctor.
Jackson, el que se ve como el típico c*****o, mira a Evan, quien está mirando hacia ningún lugar en concreto. Está en su mundo. Evan no vio la mirada estúpida que le dio Jackson. Me imagino que este, esperaba que Evan hablara primero.
—Bueno, supongo que me toca a mí —dice Jackson.
—Adelante, por favor, Jackson —lo alienta el doctor.
—Tengo diecinueve, edad para beber aquí, bien por mí —dice en tono de burla y mira a Adam.
Adam le enseña el dedo del medio, pero con discreción. Fingió que se estaba rascando la nariz.
—Jackson, ¿por qué estás aquí? —le pregunta el doctor con su tono de voz calmado, paciente y amable.
Jackson lo mira, y le sonríe ampliamente.
—Cierto, disculpen la pausa tan larga. Soy un adicto a las drogas, al alcohol, y, por supuesto, al sexo —dice, y me mira, luego me guiña el ojo.
Ruedo los ojos por acto reflejo.
—Pero esperen, no soy un violador ni nada de eso, antes de que haya ofendido a alguien, por eso aclaro —dice mirándome nuevamente, y luego a Kristen quien se ve muy sorprendida y asustada, al parecer.
—Gracias por la aclaración, Jackson, pero tengo que decirles, chicos, que aquí jamás aceptaríamos a un violador, no es nuestra área, quiero que quede claro. Y Jackson, por favor, no quiero oírte hablar ni en broma sobre violadores, porque hay reglas. ¿Entendido? —le advierte el doctor manteniendo el tono amable, pero advertencia es advertencia.
A Jackson se le corta la nota de payaso, y asiente con la cabeza.
—Perfecto. Evan, por favor, es tu turno —lo alienta el doctor, quien continúa hablando pasivamente.
Evan se rasca el mentón y me mira por un instante.
—Diecinueve. Intento de suicidio —responde, y se descruza de brazos.
Él se ve muy serio, desinteresado, como si no quisiera estar aquí. «Como yo».
—Gracias, Evan. Gracias a todos por sus palabras. Ahora, quiero explicarles las reglas. Primero que nada, aquí nadie está obligado a permanecer en contra de su voluntad —dice mirándonos a cada uno—, pero, yo sé que a cuatro de ustedes, que son mayoría, los ingresaron aquí, porque las opciones que tienen, las mismas, no los favorecen.
Jackson se remueve incómodo en su silla.
—Bien. Las reglas. Voy a resaltar las cosas más importantes, pero de todas formas, las mismas, las van a ver en cada sala en las que estén, menos en sus habitaciones. Se les permitirá tener un máximo de cuatro faltas, no tres, sino cuatro. A la cuarta falta, se irán del centro, pero descuiden, tienen que ser faltas graves. Primero comenzaré con las reglas, antes de nombrar las faltas. No pueden usar celulares, ni ningún artefacto eléctrico, como, por ejemplo: ordenadores, máquinas de escribir de ningún tipo, calculadoras en general, teléfonos de todo tipo, televisores u otro aparato por telecomunicación. En este centro de rehabilitación, tratamos con personas, entre un rango de edad de: diecisiete a veinte dos años. Nos encargamos de ayudar a jóvenes que han intentado acabar con su vida, a jóvenes depresivos, con ansiedad, con problemas de alcohol y drogas, pero en el caso de los drogadictos, tienen que ser ex drogadictos, estar limpios por los menos dos años. Las faltas graves son: violencia física, abuso s****l, sabotear la recuperación de otro paciente y la cuarta es una recopilación de sus actos. Vamos a estar evaluándolos para poder ayudarlos. Si vemos puntos negativos constantes y sin cambios positivos, serán expulsados del centro. No quiero que se sientan presionados, pero ustedes saben que están aquí para mejorar.
—¿Cuáles son los puntos negativos constantes? —pregunto.
—Muy buena pregunta, Sam —responde el doctor.
—Ser todo el tiempo groseros, antipáticos, mal hablados, con los empleados y otros pacientes. Tener actos seguidos de violencia hacia la propiedad en la que se encuentran, como, por ejemplo, romper cosas de la propiedad. Lastimarse a ustedes mismos muy seguido, pero vuelvo y repito. Sé que las opciones que tienen, cuatro de ustedes, no son alentadores, no les convienen. Están entra la espada y la pared, por eso no quiero que se preocupen, ya que, aunque no lo crean, y no sepan cómo manejar todo lo que mencioné. Yo estoy aquí para ayudarlos, yo sabré cuando no ha sido culpa de ustedes el reaccionar mal. Soy profesional y puedo saber si sus acciones son intencionales o causadas por sus padecimientos.
Veo como todos se relajan con esas palabras.
—¿Tienen alguna pregunta? —vuelve a tomar la palabra.
Nadie dice nada.
—Excelente. Ahorita es un momento abrumador, es mucho para procesar, se nota en el ambiente, por eso, quiero que salgan y Vincent los va a llevar al jardín. Tenemos muchas actividades para realizar al aire libre. En cada una de ellas, van a contar con la compañía de terapeutas, hasta que a medida que avance el tiempo y se ganen la confianza de sus terapeutas y psicólogos particulares. Véanlos como unos tutores, cada terapeuta y psicólogo asignado, serán sus tutores, y yo soy el cabecilla. Cuando sus tutores, confíen en ustedes, podrán hacer las actividades sin ser monitoreados. Tendrán premios. Con respecto a las cámaras de seguridad, ya que siempre nos preguntan por las mismas. Fuera de las habitaciones hay cámaras, por su seguridad, queremos mantenerlos a salvo. Por eso les he hablado del monitoreo. No podrán evadir las cámaras, no lo intenten, porque fracasarán, se los aseguro.