Tal vez, haya sido mala idea el haberle admitido lo de Aaron, pero tengo que saber en dónde estoy parada con ella. Sonríe ampliamente.
—¡Lo sabía!, tengo ojo para esto. Bueno, mira, iré por un par de faldas. Ve a bañarte, yo ya lo hice.
Sonrío, pero lo hago solo por seguirle el rollo. Soy muy desconfiada. No sé si esta chica, hace esto por aburrimiento o porque de verdad quiere hacer amigos en este sitio.
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—Bueno, pero ¡mira nada más!, Sam, te luce muy bien la falda —dice Joy.
Es una falda estilo gótico, de color rojo. No es mi estilo, pero me gusta.
—Te prestaría las medias de malla, pero solo traje dos pares.
—Descuida, gracias —respondo, y me alegro de que no me quede tan corta como la que tiene ella; la que me prestó me llega por encima de la rodilla y la de ella, aunque no es micro, es mini; de color n***o y tiene un camino de trenzas en medio de la misma, como las que se usan para los zapatos Converse. Es muy cool el efecto, parece que hubiesen cortado la falda y luego la cocieron así para cerrarla, pero no es un cierre, solo una muy ingeniosa decoración.
—Esa camisa manga larga negra, te va muy bien con la falda, y eso que no estás enseñando el vientre. Y amo tus botines negros, qué lástima que no calzamos igual o te los robo —dice, y me guiña el ojo.
Observo la hora.
—Ya deberíamos ir bajando, faltan diez minutos para la siete y media.
—¿No vas a maquillarte un poco?
—Cierto, sí —digo, y saco de la mesita de noche derecha el espejo de mano que me regaló Vincent.
—¡No juegues! ¿De dónde lo sacaste? —pregunta, y se acerca para mirarlo mejor—. ¿Puedo verlo?
—Sí, claro —respondo y se lo doy, pero no quería, no realmente, sin embargo, tengo que hacerlo o no tendré aliados aquí adentro.
—Yo logré obtener un espejo, pero es súper pequeño. También es de material irrompible, pero este, ¡vaya!, está muy cool —dice, y me lo regresa—. ¿Cómo lo conseguiste?
Llaman a la puerta.
—¡Adelante! —digo, y aparece Vincent.
Me mira con la boca levemente abierta, y luego dice:
—Chicas, es hora de irnos.
—Sí, dame un segundo, por favor, voy para el baño —respondo, y él asiente con la cabeza.
Me llevo conmigo el espejo para maquillarme en el baño. Solo quiero hacerme un par de rayitas negras en la parte de debajo de los ojos y ya, con eso, me basta. Al salir veo a Joy poniéndose una chaqueta.
—Toma, aquí tienes la tuya —dice Vincent, y me la entrega.
—Las trajo una gordita simpática —dice Joy.
—Camila, una de tus tutoras —dice Vincent.
«Me había parecido oír la voz de alguien más en la habitación, ya sé que era Camila», pienso.
—Hablando de tutores, ¿quiénes serán los de Joy? —le pregunto a Vincent.
—A mí me encantaría que fueras tú —dice Joy mirándolo.
Me imagino que le dio una mirada coqueta porque Vincent abrió mucho los ojos, pero luego dice:
—Vamos, chicas, se hace tarde.
—No te pongas nervioso, no muerdo —dice Joy, y Vincent solo le sonríe con gracia, pero esta no le llega a los ojos.
Salimos por la entrada principal del centro. Afuera están todos esperando por nosotras. Veo a Kristen, está tan abrigada que no se le ve casi la cara. Veo a Aaron, está hablando con el director. Me da alegría saber que vendrá con nosotros. Siento que me están mirando, pero no es nada paranormal. Observo a Evan, tiene las manos dentro de su abrigo y él es el que me está mirando. Me acerco hasta él, aprovechando que Vincent se ha acercado hablar con el doctor Costa y que Joy se ha acercado a Adam. Cuando llego hasta Evan me doy cuenta de que no está Jackson.
—No busques mucho, Jackson se fue hace rato. Lo expulsaron —dice Evan como si me hubiese leído el pensamiento.
Me sorprendo al oírlo.
—Sí, ahora los tutores de él serán los de Joy. Aquí no pierden tiempo, se va uno y ya los tutores tienen nuevo paciente —dice, y siento que puedo contarle lo que me está pasando, pero no es el momento, tengo que esperar un poco más. Buscar un momento a solas con él.
Capítulo 9: Esto no me lo esperaba
Nos han traído a una parte en donde se ve el lago, no es una sorpresa para mí, ver un lago, y menos aquí, ya que tengo toda mi vida viniendo a Canadá, el cual es el país con más lagos en el mundo y he visto muchos de ellos; lo que me sorprende es que el centro de rehabilitación está rodeado por altos muros, como si fuese una prisión, pero los muros no se ven tan deprimentes como en una. «¿Por qué privarnos de una vista tan bonita como lo es la del lago, el cual es muy relajante? Al menos que los muros sean porque ya otros pacientes han intentado escapar, pero Costa nos dijo que no estamos aquí en contra de nuestra voluntad. Los muros son una gran controversia, a mi parecer», pienso mirando el lago, que se ve como una gran mancha negra porque ya ha oscurecido. No me había puesto a pensar en los muros hasta que nos han traído a esta nueva parte del centro.
—Bueno, chicos, mientras ustedes estaban preparándose para cenar, mi equipo de cocina, preparó todo para comer al aire libre. Tenemos comida vegana para Joy, bienvenida, Joy —dice Costa.
Joy hace el símbolo de la paz con sus dedos de la mano derecha.
—Para los demás, hay muslos de pavo ahumado a la barbacoa con unas deliciosas guarniciones, pero si quieren comer comida vegana, pueden hacerlo, hay suficiente para todos. En breve les van a servir, y si quieren repetir, acérquense a la mesa, en donde Tom, el cocinero, les va a servir más de lo que hay —dice Costa.
Aprovecho cuando Costa está hablando con Kristen y me pongo de pie, camino hacia donde se encuentra Evan. Me siento junto a él. Estamos en un hermoso bosque, bueno, de hecho en donde estamos hay muchos acres de costa boscosa, eso lo pude ver al llegar al muelle, y ahora mismo siento que estoy en un albergue. Evan ha elegido un lugar apartado del resto, aunque es visible, pero al menos no van a oírnos hablar, pero tenemos que mantener la voz algo baja por si se nos acercan.
—¿No te has preguntado quién es el dueño o dueños de este inmenso terreno? —me pregunta Evan.
—No, sé, me sorprendió lo apartado que está, es decir, el haber tenido que tomar ese taxi acuático, para llegar hasta acá, me hizo darme cuenta de que es un lugar caro. Incluso me sorprendí cuando aceptaron prestarle a mi papá el carro para traerme.
Así fue, nos recibieron al bajar del taxi acuático. Había un carro dispuesto con chofer para traernos a Mar y Tierra, pero papá quería llevarme; su excusa, o mejor dicho, su mentira fue que quería atesorar un poco más su tiempo conmigo.
—¿Tu papá gana bien?
—Pues, él es traductor, y su esposa es dueña de una pequeña joyería. No es millonario, pero, sí, gana bien.
—Entiendo. Tal vez, el centro no es lujoso en sí, pero lo cierto es que, los dueños de los acres, que son unos 340 acres en total, tienen mucho dinero.
Frunzo el ceño.
—¿Cómo lo sabes? Es decir, ¿quién te lo dijo?
Me sonríe de medio lado.
—Hay una asistente de cocina a la que le gusta hablar mucho. Tiene acceso a Internet en su celular, ya que no es paciente, no le restringen el uso del mismo. Le pedí que me diera información del sitio y es lo que obtuve. Claro que, no sé el nombre de los dueños, pero como es un lugar muy lujoso e interesante, hay algo de información en Internet. Hay una página que todavía no ha actualizado que este lugar ya tiene dueños.
—Y ¿cuántos edificios hay aquí?
—Me alegro de que preguntes.
—Al parecer, según la información vieja que hay en Internet, cuatro, pero no hablaba de este edificio, así que creo que tumbaron la casa de huéspedes y construyeron en su lugar este centro.
Frunzo el ceño.
—¿Viste alguna foto?
Niega con la cabeza.
—La chica, Amelia, así se llama la asistente de cocina. Ella se arriesgó dándome la información. Pueden despedirla por eso. Me dijo que está prohibido hablar con los pacientes sobre lo que esté pasando fuera de aquí, entre otras cosas, y una de esas cosas es pasarles información a los pacientes de este lugar en general. Así que, no, no vi fotos. Ella fue la que se dio cuenta de que ya no está la casa de huéspedes que había en las fotos, en Internet. Ni siguiera me dijo cómo se ven los demás edificios que hay aquí.