—Ahora entiendo por qué reaccionaste así con él. No es lo mismo que dos pacientes se enrollen a que un empleado salga con un paciente —dice.
—Sí —respondo.
—¿Qué te gustaría hacer?
—Relajarme —respondo.
—¿Tienes contigo el traje de baño?
—No.
—Bueno, en ese caso, pídeselo al ama de llaves o a la camarera. Recuerda que nos dijeron que nos darían lo que pidamos.
Sonrío.
—Sí, ¿en dónde quieres meterte? —pregunto, y se ríe suavemente.
—Oh, eso sonó mal —digo con vergüenza.
—Descuida, fue gracioso, hacía tiempo que no me reía por algo que sonara a doble sentido. Quiero usar el jacuzzi, al menos que tú quieras ir a la piscina.
—No, el jacuzzi suena bien, además hace frío y el agua calientica del jacuzzi será relajante o eso espero.
—Sí, lo será —dice, y me sonríe de medio lado.
«Tengo una cita con Evan», pienso con emoción. Entramos a la cabaña y él sube, ya que trajo su traje de baño. Yo busco al ama de llaves. Me detengo, he ido a la sala comedor, me oculto detrás de la columna.
—No puedo creerlo, esa mocosa que recomendaste, estaba hablando, casi gritando, que aquí hay fantasmas.
—Señor, lo lamento tanto. Ella es joven y miedosa, se asusta fácil. Tiene una imaginación muy grande. Es mi sobrina —le dice el ama de llaves a Costa.
—Anne Mary, te lo advierto, habla con ella, o tendré que despedirla, ¿entendiste? Me importa un pepino si es tu sobrina —dice con tono molesto.
—Sí, señor, lo lamento mucho —le responde Mary y se va.
«!Vaya!, así que el doctorcito es grosero y no quiere por nada del mundo que se sepa lo de los fantasmas. No me sorprende, ya que Evan me lo advirtió. Lo que hace el dinero en la gente».
Capítulo 20: papá
Evan
—No, Gary, tienes que dejar de beber, me lo prometiste —dice mamá con seriedad y mirada triste y esquiva a mi papá quien estaba acariciándole el brazo.
—Emma, ¿así me recibes en casa? Tengo un día libre, uno, y crees que estoy bebiendo —dice papá arrugando el rostro; claramente se ve como está molesto por el desaire de mamá.
—Hueles a alcohol. En el momento en el que te acercaste para abrazarme, te olí, el olor es penetrante —le responde mamá y ella se ve afligida.
La expresión ofendida de papá se apaga.
—Celebré con Ian, nos tomamos unas cervezas, porque falta menos de una semana para terminar y regresaré con mucho dinero. Podremos invertir en el restaurante y podré volver a la universidad para graduarme de arquitecto —dice papá con tono emocionado.
Mamá no dice nada y papá la toma por la cintura.
—Escucha, mi amor, tú y los niños son lo más importante de mi vida. No he parado desde que acepté este trabajo, y hoy por fin me dieron un día para salir de allá y venir a verte. Pero lo vale, todo este tiempo alejados de ustedes está generando la mejor paga que he recibido hasta ahora y sabes que es por ti y por los niños que he hecho este sacrificio de no verlos. ¿Sabías que me dicen Gary mil ingenios en el trabajo? No es un apodo muy original, pero soy bueno haciendo cosas, no solo soy obrero de construcción, y te puedo decir que, a veces, puedo notar la envidia de mis otros compañeros, pero eso no importa, lo que importa es que todo mi esfuerzo tiene recompensa y un día voy a diseñar planos y seré el jefe de la obra, ya lo verás —dice, y besa a mamá en la boca.
—Papá —digo, y papá voltea a verme y me sonríe ampliamente.
—¡Pequeño!, ven acá —dice, y me alza en brazos—. Como te extrañé.
Me da un beso en la mejilla.
—¿Dónde está tu hermano? —pregunta y me hace cosquillas en la barriga. Me río y él sonríe con gracia.
—Alan está en casa de un amigo —le responde mamá, y comienza a llenar un vaso con leche.
—Bueno, iremos a buscarlo, quiero que cenemos todos juntos —le dice papá a mamá.
Mamá sonríe.
—Eso suena muy bien, iré a prepararme —dice mamá.
—Ve, mi amor, yo le limpiaré el rostro a Evan. Como te gusta el chocolate, pequeñín —dice, y me río cuando vuelve a hacerme cosquillas ahora en las mejillas.
—Evan, hola —escucho.
Giro la cabeza, ya que estaba absorto mirando al lago y recordando el sueño que tuve con mi papá la primera noche aquí en el centro.
—¿Eh? Disculpa, ¿qué decías?
—Nada, como te vi absorto, para no sorprenderte, pues te saludé —responde Sam, y se quita la bata de baño. Se ha puesto un traje de baño completo de color rosado oscuro y las tiras de este tienen unas cadenitas.
—Sé lo que piensas —dice, y se mete conmigo al jacuzzi.
Frunzo el ceño con diversión por la expresión que ha hecho.
—¿Qué pienso?
—Las otras dos opciones de traje de baño eran horribles, uno completo con corazones y el otro parecía que es para una niña de nueve años. Solo me quedó esta opción que parece un globo de fiesta infantil.
Sonrío con gracia.
—Bueno, ese te queda bien, no es un color chillón —digo con sinceridad.
—Si tú lo dices. ¿Tienes mucho aquí? —dice abriendo un ojo para verme, ya que, lo había cerrado.
Estamos en un jacuzzi grande, en el mismo caben tranquilamente cuatro personas más.
—No, tengo menos de diez minutos —digo.
Sam observa las cámaras de seguridad, hay dos.
—No tienen micrófono —digo, y me mira sorprendida.
Le sonrío de medio lado.
—Me has leído el pensamiento. No podía preguntarte, porque de tener micrófono quedaría como una boba.
—Descuida, me imaginé que lo pensarías.
—Bueno, en ese caso —dice, y se endereza, ya que, tenía pegada la espalda de la pared del jacuzzi del puesto que eligió, y también tenía los brazos estirados apoyados del borde del jacuzzi—, tengo que contarte que vi el mal humor que tiene el doctor Costa. De verdad le molesta mucho que admitan que aquí hay actividad paranormal. El grito que escuchamos durante el almuerzo fue de la sobrina del ama de llaves. Vio algo y me voy a proponer a averiguar esta noche qué fue lo que vio —dice con mirada decidida.
—Sam, disculpa que te diga esto, pero ¿cuál es el punto? Tener pruebas no va a cambiar el hecho de que Costa se haga el loco.
—El punto es, Evan, que, al recoger pruebas, haré que el mundo sepa lo que está sucediendo aquí. ¿Acaso no lo ves?
Frunzo el ceño.
Se acerca un poco a mí y me sonríe con coquetería. No hace falta saber que lo está haciendo porque sabe que nos están grabando y tiene que parecer que la estamos pasando bien y no discutiendo.
—Un lugar para sanar está lleno de entes paranormales que afectan la paz mental de los pacientes, y un doctor y no cualquier doctor, el único psiquiatra del lugar quien se empeña a querer ocultarlo. Botaron a Jackson por lo mismo, y Kristen intentó suicidarse, y algo me dice que ella se vio afectada por lo que está pasando aquí y creo que, el doctor medica a los pacientes.
Me sorprendo por esa última parte de lo que ha dicho.
—Sam, detente, no podemos seguir hablando de esto aquí —digo, y me acerco a ella y la tomo por la cintura.
Ahora que la tengo muy cerca de mí, y en este ángulo que nos he puesto, no pueden vernos bien la cara, solo de lado.
—Hoy cuando todos estén durmiendo hablaremos en la habitación restante, esa queda al lado de la mía, porque Vincent ha tomado la que está en medio de la de nosotros.
Asiente con la cabeza. Me sorprendo cuando me besa con mucha pasión. Me dejo llevar, aunque sé que no deberíamos de ser tan obvios, pero no puedo evitarlo porque ella me gusta mucho.