Lola — Genial, bueno —aplaudí —Donde comienzo —tomó aire. — Sé que te dije lo de la ropa, pero no pensé que te vieras así —me señaló —Por lo que, si los clientes te molestan, puedes bajarla, taparte o golpearlos —miro mis manos —O yo lo hago —me reí. — Tranquilo, no creo que pase, pero te diré, además las chicas tienen pantalones más chicos —movió el rostro. — Pero no se ven como tú —movió la mano. No dije nada y él tampoco, solo me mostró cada rincón del bar y me presentó a los demás empleados: Billy, el camarero; Jake, el portero; Ruby y Sam, las otras dos mozas. Todos me dieron la bienvenida, cada uno de ellos con una sonrisa y bromas. Era una pena tener que mentirles con el nombre, aunque no les mentía, era mi nombre, el segundo que tenía, uno que nunca usaba porque por lo gene