Capítulo 7 ¿Qué hice?

1553 Words
Lola Mi cabeza latía con fuerza, las punzadas iban y venían por tramos, estoy mareada, todavía no logro que aquello se vaya, seguramente porque me pasee por todo el lugar como una loca buscando mi ropa, huyendo de vaya a saber quién, porque ni siquiera recordaba su rostro, o como se llamaba, lo único que pude ver y que me dejó tranquila fueron aquellos tres preservativos que se encontraban en distintos lugares de la habitación. ¡Tres! Joder, en nuestras mejores noches con suerte usaba dos con Marc, si tenía suerte teníamos dos sesiones, cuando empezamos solíamos tener mucho más sexo, pero no de este, joder. Me dolían los músculos, todo mi cuerpo parecía pasarme factura en este momento, me dolía el trasero, en proporciones alarmantes, a un punto en que ardía como el infierno, algo que me decía que lo había usado. Demonios, solo lo use una vez con Marc y paro porque no aguante el dolor, además de que al otro día me había salido sangre, después no quise más por aquellos lados. Un lugar que ahora parecía estar ardiendo. Me habían roto el trasero y no lo recordaba. Se que probablemente vine por voluntad propia, no me sentía profanada y el sujeto estaba en el baño, duchándose, en una habitación que me recordaba al rancho de mi tía en Texas, aquel lugar que me llenaba de paz. No me había acostado con ningún ricachón que pudiera relacionarse con Marc, estaba fuera del foco y eso era bueno. Como los preservativos. Creo que la parte positiva de todo esto es que no los había dejado tirado en el piso, sino que estaban en su sobrecito abiertos, atados, usados, me tomé el trabajo de mirarlos y asegurarme de que no solo los hubiéramos abierto. Pero no, su ADN estaba encapsulado en aquel objeto de látex. Salí a la calle donde el ruido de los autos llegó, junto con las personas, unas mujeres me miraron con reprobación, no las culpaba, estaba en un diminuto vestido, con el cabello desarreglado, seguramente la pintura corrida. No era algo para admirar. Maldije de nuevo internamente por haber bebido tanto, mi boca se sentía pastosa, el cuerpo pesaba, apreté mis dientes y me acerqué hasta el borde de la acera para parar un taxi. El coche se detuvo frente a mis ojos y abrí para subirme, el chico que iba delante me observó con los ojos bien abiertos, lo miré ignorando su gesto, pero no pude hacer mucho cuando me hablo. — Profesora Price —joder, joder, me conoce. — ¿Perdón? —lo miré y me quedé sin habla. Era uno de mis estudiantes en la universidad, daba clases dos veces a la semana, me gustaba enseñar leyes, sólo leyes, no mi cuerpo a un estudiante, el mismo estudiante que me estaba viendo ahora. — ¿Se encuentra bien? —me observo —Joder, usted… —arqueé una ceja. — Sigo siendo tu profesora —carraspeó y miró hacia delante. — Tiene mal aspecto, quiere ir a un hospital. Genial, parecía alguien en estado de descomposición y uno de mis alumnos me estaba viendo en vivo y directo. — No, gracias —tomé aire y le di la dirección —Y Jacob… — No diré nada —siguió andando —Ahora, si me lo permite —levante el dedo. — No puedes coquetear conmigo, tengo resaca y seguramente sigo ebria —comenzó a reír. — Le iba a decir que todos piensan que es una señora —lo mire —Se viste como una, quizás si fuera más relajada, les daría menos miedo —siguió conduciendo. — ¿Por qué haces esto? —señalé el coche. — No tengo plata, ayudo a mi madre —sonreí. — Eso es lindo —tome aire y mire por la ventana. Cerré los ojos mientras que las calles pasaban y me concentré exactamente en no vomitar su coche o estaba segura que sufriría más, ya era un problema que me vea en estas ropas, iba a ser peor si encima me observaba vomitar, no creo poder darle clases la semana que viene de ser así, no, no había forma de que lo hiciera. Las calles siguieron pasando hasta llegar al complejo de edificios donde vivía mi amiga, mire a Jacob mientras me decía el monto y saque más billetes mientras le decía que no vio nada, comenzó a reírse y negó, pero no iba a aceptar la plata de nuevo, no quería que dijera nada, no me gustaba la idea de que supieran esto. Me bajé rápido, luego de soltar un breve chau, caminé dentro más rápido aun, algo que me hizo marear mucho más, no fui muy inteligente y lo sabía. Suspiré de satisfacción cuando la luz del sol se fue junto con el ruido, me gustaba el silencio que proporcionaba el ambiente, era algo con lo que podía convivir, mire al techo y la luz me molesto, no era tan fuerte como el sol, pero si igual de molesto. Me mentalicé en no descomponerme, luego simplemente caminé al ascensor y subí. Las puertas se abrieron en su piso, caminé con dificultad gracias a las náuseas hasta llegar a la puerta que tenía una "D" y golpear. Escuché los pasos del otro lado y me apoyé en el marco intentando que el dolor me matara de a poco. — Vaya, tienes un pésimo aspecto y pareces a punto de vomitar —pasé corriendo a Mary. — Me siento pésimo —me queje —No entiendo en qué momento me puse a beber tanto, la cabeza me está matando, apenas puedo moverme con el dolor punzante, me olvidaba que emborracharse dolía tanto. — Oh sí, las resacas son las peores. Caminé varios pasos hasta llegar a su sillón donde me siento de golpe mientras maldigo, los ojos de mi amiga me observan, lo sé porque la mire de reojo, está en silencio, lo mantiene hasta que terminó por acercándose a mí. — Caminas raro, como si estuvieras paspada y parece que estuviste una buena noche, digo, por las marcas que te han dejado en el cuello. Salté y me mareé de nuevo, pero no me importó, simplemente fui rápido hasta el baño que se encontraba en el pasillo y me observé en el espejo horrorizada, mis ojos pasaron por mi cuello para encontrar dos marcas. El rojo dejaba en claro aquellas succiones que habían provocado en mi cuello, apreté los dientes con fuerza mientras que observaba el de la mitad de mi cuello, el otro en mi hombro, mis ojos siguieron hasta el borde el vestido justo encima de mi pecho donde asomaba otra, bajé las tiras de mi vestido observando las de mis senos. — Mierda. Me seguí bajando el vestido, tenía marcas en todo el cuerpo, gire dando la espalda al espejo y jadee cuando observe el que tenía en mi trasero, él había marcado mi trasero, joder, era como si me hubiera reclamado entera. — Mierda, es un maldito vampiro ¿Qué necesidad de hacerme esto? —toque las marcas —Joder, estoy toda marcada —lleve las manos a mi rostro —estoy toda marcada y todavía no me divorcio —mis ojos se llenaron de lágrimas y un vaso fue puesto frente a mis ojos. — Toma, desesperaste hace poco, seguramente no has comido —observé el jugo de naranja —Anoche tomaste lo suficiente para que actuar de esa forma, déjame decirte que el sujeto era extremadamente bello, algo que cualquier mujer quisiera comer —bebí el jugo preocupada —Así que tú simplemente anotaste un puto jonrón —la miré molesta. — Joder, te pedí que no me dejaras hacer ninguna de estas cosas ¿Por qué me dejaste hacer esto? Sabía que no era su culpa, pero ella rara vez se emborrachaba y cuando me deprimí a la mitad de la salida por mi divorcio y pedí más alcohol, simplemente pensé que ella me ayudaría a no ser una señora promiscua. — Traté de detenerte, pero resulta que estuviste muy buenos argumentos a la hora de decir por qué te tenías que acostar con ese extraño —pase la mano por mi rostro. — ¿Qué dije? — Bueno, primero dijiste que hacía mucho tiempo que no tenías un orgasmo, se lo comentaste al chico con el que estaba bailando, tú literalmente elegiste "mi marido no me follaba bien en el último tiempo, quizás será porque se follaba a mi otra amiga —jadee —También le preguntaste si tenía el pene chico, porque a mí me gustaba en grandes. —abrí la boca. Aunque eso no era mentira, Mary disfrutaba de los p***s grandes era algo que siempre decía, pero nunca pensé que yo lo diría frente a su chico. — También dijiste que ibas a tantear el pene del sujeto con el que estabas porque no te acostarías con él sí lo tenía pequeño —tape mi rostro —¿Lo tenía grande? —la mire. — No recuerdo casi nada de anoche, solo los ojos —me quede pensando —Mi rostro contra el colchón —pase la mano por mi cara —Joder, ¿Qué hice? — ¿Se cuidaron? —afirmé. — Había preservativos usados y varios en la mesa de noche. Eso era lo bueno.
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