—Buen día señora Lucchelli —me da el saludo cuando llego al trabajo. —Buen día —respondo, aún con el enojo dentro, sin embargo yo no era el tipo de persona que se desquitaba con la primera persona que encontraba luego de tener una discusión. Si bien Elena me había hecho perder parte de la compostura no iba a dejar que sus provocaciones empeoraran la situación. Sin embargo, debido a que estaba enojada no pude escuchar con atención todo lo que la empleada me dijo e ingresé a mi oficina sin darme cuenta que no estaba sola. —Lucía. Casi pego un grito que hubiera alertado a todos los de seguridad, sin embargo, logré contenerme al ver que se trataba de Angie. —¿Estás bien? —me pregunta, notando mi evidente mal humor que incluso me había hecho olvidar que Angie iba a empezar a trabajar con