Inesperado

1721 Words
¿Qué hace ella aquí y por qué me hablaba en ese tono? Estaba totalmente confundido; ¿qué significaba todo esto? ¿Acaso se trataba de una broma de Luis? Levanté la mirada y lo observé a él, quien simplemente se encogió de hombros, mostrando la misma sorpresa que yo tenía en mi mirar. —¿Todo bien, señor? —dijo ella acomodando el asiento para tomar su lugar. —Por lo que más quieras, no se te ocurra hacer un escándalo ahora mismo. Esto es importante; todo lo que tengas en tu mente podrás averiguarlo después —advirtió Luis, pasando detrás de mí. —Todo perfecto —respondí acomodándome en el lugar que me correspondía. Si bien tenía cientos de preguntas en mi mente, guardé silencio. Al menos por ahora. —Muy bien, señores. Como ya se había acordado, el hospital Kofler se encuentra fascinado con el servicio que ofrece el laboratorio LuxLab. —El mismo honor es nuestro —respondió Lucía, sonriendo con total tranquilidad—. Estamos seguros de que podremos trabajar muy bien, y a nombre de la empresa, les doy mi palabra y compromiso. El resto de los hombres comenzaron a hablar sobre el contrato que nos uniría como empresa. Todos estaban atentos a lo que él decía, incluso Lucía, que bajo ningún segundo volvió a dirigirme la mirada, hasta que finalmente llegó la hora de realizar las firmas correspondientes. —Fue un gusto —dijo Luis, cerrando el trato con un apretón de manos de los representantes del laboratorio. —Disculpen —interrumpí—. Luis, ¿podrías acompañar a los señores a la salida? Deseo conversar sobre algunos asuntos pendientes con la señorita. —No veo el motivo, señor Kofler. Si tiene algo que preguntar, mis compañeros y yo estamos aquí para responder sus dudas. —Lucía —a observé—. Solo serán unos minutos. Ella entrecerró los ojos y, acomodando su bolso sobre su hombro, asintió en silencio. El resto abandonó la sala de juntas y cuando, al fin, estábamos a solas, ella rompió el silencio. —Tengo muchos pendientes por realizar el día de hoy, señor Kofler. Agradecería mucho que tratara de ser breve. —Por supuesto que será breve. Pero antes, tú dime, ¿qué pretendes con todo esto? —¿Perdón? —¿Qué pretendías viniendo a mi hospital? —¡Vaya! ¿De modo que ahora es Director del hospital? Pues felicidades. —Dices felicidades con una mirada que me desea la muerte. —Oh no... Yo no uso la hipocresía, señor Kofler. —¿Kofler? ¿Podrías al menos decir mi nombre? —Estoy usando el trato adecuado; nosotros le estamos prestando un servicio y, mientras así sea, prefiero usar la formalidad. Apreté mis puños sintiendo como mi sangre se quemaba en mis venas. —Estoy perdiendo la paciencia, Lucía. Quiero saber por qué diablos apareces así de repente frente a mis narices con esa actitud desafiante. —Creo que usted tiene un problema de ira, señor Kofler. Desde que he llegado, he sido una persona profesional al dirigirme a todos. En ningún momento le he faltado el respeto. —¡Ja! ¿Vas a decirme que no planeaste todo esto? Entonces ella suspiró. —Por qué haría algo así, usted simplemente es otro cliente. Solo eso. Mis ojos se agrandaron y mis labios quedaron sellados. —¿Ahora sí puedo irme? —Haz lo que quieras —le di la espalda, apoyando mis manos en el escritorio. Escuché cómo sus tacones hacían eco en las pisadas hasta que desapareció el sonido en mis oídos y es cuando volteé para ver que estaba completamente solo. A los pocos segundos, Luis entró algo confundido. —¡Por amor a Dios, hombre, creí que ibas a hacer un escándalo cuando la viste! —Déjame solo —lo aparté de mi camino y salí por el largo pasillo. En medio del camino, observé cómo los demás internos se detenían y se hacían a un lado para no obstaculizar mi paso, mientras en mi mente solo podía pensar quién diablos se creía ella para tratarme así. —Es una irrespetuosa —mordí mis labios, encerrándome en mi consultorio hasta que mi dolor de cabeza pasara. —————— POV Lucía Salí del hospital con una sensación de tranquilidad. Una ligera brisa movió mis cabellos y sonreí porque realmente no había tenido en absoluto el temor de hace 6 años. —Vaya, creí que tardarías más. Encontré a mi hermano esperando a mi salida. —Cuando los negocios son claros, no tiene por qué haber tanta demora. Él abrió los ojos aún más sorprendido y observé una ligera sonrisa en sus labios. —Qué sorpresa, ¿pero sabes? me agrada esa forma de pensar. —Aunque pienso que pudiste haberte marchado, no era necesario que me esperaras. —Por supuesto que había razones. Tenemos que hablar sobre el dinero que ganaré trabajando para ti —¿Por qué no me sorprende? Apenas es tu primer día y ya estás hablando de dinero. —Es que no hay nada más importante en este mundo. —De acuerdo —exhalé—, pero lo hablaremos en el camino. —Veo que ya nos vamos entendiendo. Pero a dónde iremos, ¿no me digas que a tu casa? —No, aún tengo que conseguir aquello que le prometí a Dianita pero se me abrió el apetito. —Bueno, está bien, te acompaño, pero tú pagas. —Dime una cosa, ¿eres así todo el tiempo o solamente conmigo? —Yo soy más claro que el agua, hermanita. Así como soy, las mujeres me prefieren. —Entonces, vas a decirme que siendo así de patán fue que Angie se enamoró de ti. —Oye, no, no mezcles mi dinero con el asunto de mi matrimonio, de acuerdo. Yo espero que me invites a un buen lugar porque me muero de sed, hace un calor que me derrite. —Correcto, elegiré un buen lugar, te lo aseguro. Será muy fresco y agradable. Unos minutos después, estábamos sentados en una mesa donde una camarera muy sonriente se acercó para tomar nuestro pedido. —Cuando me refería a un lugar fresco, no me refería a esto —murmuró él con evidente fastidio. —¿Qué tiene de malo? Nada mejor que un helado para tanto calor. Le pedí a la camarera que me trajera una copa grande de helado de diferentes sabores. —¿Tú no vas a pedir nada? —le pregunté a mi hermano y él me miró con unos ojos asesinos. —Un vaso de agua para él, eso es todo —le dije a la jovencita y ella se fue de inmediato. —Hubiera preferido reunirme bajo un puente antes de venir a este tipo de lugar. —Vamos, cambia de cara. —Quieres que cambie de cara. Entonces, dime cuánto ganaré. —A ver, Filippo, ¿puedo al menos hacerte una pregunta? —Pero solo una. —¿Por qué estás tan interesado en solo el dinero? Es decir, ¿no hay algo más que te preocupe o que te importe? Estás casado, supongo que si lo hiciste fue porque estabas enamorado. Él empezó a reír como si hubiera contado uno de los mejores chistes del mundo. —Ay, por favor, quién en esta vida se casa ahora enamorado. El matrimonio es solo un contrato, un papel. —Qué me estás diciendo. Entonces, ¿no amas a Angie? —Mira, le tengo aprecio, de acuerdo, la pobre me da dinero para mis gustos, mis necesidades. —Te mantiene —Oye, no lo digas así. —Filipo, tu esposa prácticamente te está manteniendo, ¿eres feliz así? —Sí, y no me da vergüenza —contestó, relajando su peso sobre el asiento—. Ella sabe lo que valgo y que en ningún lugar encontrará otro hombre como yo. —¿Cómo puedes hablar así? —Oye, y de qué te quejas, no es como si yo no aportara nada. Le doy cariño, comprensión, la acompaña esos tontos eventos que ella quiere ir. Ella me da para mis necesidades y a cambio le ofrezco mi compañía. —Aquí tiene su helado, señorita —aparece la empleada—. En un momento le traigo su agua, señor. —Espera —la detiene—. Escucha, ¿crees que puedas conseguirme por ahí una botellita de alcohol? —le pidió a la camarera. —Pero aquí no ofrecemos ese tipo de servicio, señor. —Vamos, muñeca, hazme ese favor, ¿quieres? Yo sé que una mujer tan preciosa como tú sería capaz de conseguir lo que quiere —le guiña el ojo descaradamente, y la muchacha se sonroja, por lo que sin pensarlo, se aleja para cumplir el pedido de mi hermano. —————— POV Angie — ¿Qué es lo que hace, señora? —me preguntó la empleada de la casa cuando me encontró en la cocina. —Solo estaba intentando preparar algo para, ya sabes, mi esposo. Hoy es su primer día de trabajo y estoy segura de que regresará algo cansado. —Pero señora, no debería maltratar sus manos en la cocina. Pudo haberme pedido que preparara algo para su esposo. —No, yo quiero consentirlo. Cuando fuimos a visitar a su hermana, ella preparó unos bocadillos deliciosos, así que estoy intentando recrearlos. —¿Habla de la hermana de su esposo? —Así es. Y sabes, es una mujer preciosa, tiene una hija igual de linda. Esa pequeña es un amor, tan educada, tan tierna. —Qué bueno. Ya conoce un poco más de la familia de su esposo, señora Angie, pero lamento tener que interrumpir su preparación. Venía a avisarle que en la sala está de visita su prima. —Mi prima, ¿de quién hablas? —Cuando vaya, lo descubrirá. Me limpié las manos para poder salir, sin darme cuenta de que aún tenía unas manchas de la preparación en mi frente y cabello. Encontré a una mujer sentada de espaldas a mí y algo curiosa me fui acercando hasta que observé su sonrisa y rostro, me emocioné al verla después de muchos años —¡Elena! —dije con una sonrisa al ver a la prima que no veía desde que eramos niñas.
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