Me he levantado muy temprano, el carro de la mudanza llegó sobre las 8 de la mañana, rápidamente se subieron las cosas y nos marchamos.
Me siento muy feliz, todo el movimiento de cajas y muebles se hizo de prisa, con calma iré organizando, apenas puse en orden la que sería mi habitación, ya el resto lo haré después.
Decidí salir a dar una vuelta por el vecindario, es muy bonito y tranquilo, el ambiente es familiar y los vecinos son muy amables.
Busqué un mercado cercano donde poder comprar los víveres, allí vi a varias parejas con sus niños de compras, cosa que me hace sentir mal, se ven tan felices y yo, tan sola, muchas veces me arrepentí de haber abandonado a Damián, pero jamás lo dije.
Mientras hacía mis compras, un hombre llamó mi atención, de unos 40 y tantos años creo yo, bastante atractivo, bien vestido, creo que notó que lo estaba mirando... ¡Qué vergüenza! Quise buscar la forma de ponerle conversación hasta que una hermosa mujer joven se le acercó, le habló cariñosamente y se fueron.
¿Cómo podría yo competir con una belleza así?
Mi tiempo de amar ya pasó...
Regresé a la casa para arreglar el área de la cocina y una parte de la sala, el tiempo pasó de prisa, ya son las 11 de la noche, así que me iré a dormir, mañana sigo.